La actitud de Jaime Gajardo, refleja fielmente el común denominador de las mesas de trabajo en los últimos años: las negociaciones rápidas y las soluciones parche.
En el marco de las negociaciones del magisterio de profesores con el Gobierno, se han generado una serie de disidencias al interior del gremio. La causa de este “quiebre” encontraría su origen en las decisiones tomadas a “espalda de los profesores” en la agenda corta. La actitud de Jaime Gajardo, refleja fielmente el común denominador de las mesas de trabajo en los últimos años: las negociaciones rápidas y las soluciones parche.
La titularidad de los profesores a contrata, un bono de incentivo al retiro, descongelamiento de la renta total mínima, el agobio laboral, y una mesa técnica para abordar la deuda histórica, son parte de la agenda corta que está en discusión. Sin embargo, los acuerdos sobre estos puntos que ha tomado Gajardo con Valentina Quiroga, poseen una espontaneidad que seguramente no llegará a buen puerto. La explicación de este apresuramiento, ¿podríamos encontrarla en la militancia de presidente del colegio de profesores? Sin duda que es un factor preponderante. La independencia con el gobierno, de un gremio tan importante en las transformaciones que se están llevando a cabo en el país, es fundamental para la objetividad e imparcialidad a la hora de tomar decisiones. No podemos desconocer el lobby que se forma dentro de los partidos a la hora de abrir/cerrar una negociación o fijar los puntos.
Sumado a esto, la perpetua figura de una persona dentro de una institución no es sana para la vida de ésta, si lo que buscamos es una evolución progresiva y la adaptación de este gremio a las discusiones coyunturales.
El Gobierno también ha tomado una actitud negligente y se ha dedicado a mirar de reojo todo este escenario. Dialogar con representantes cuando los representados exigen la cabeza del dirigente o un cambio en la negociación, es una práctica desleal que no va de la mano con un gobierno que pretende ser de “mayorías”.
Cuento aparte son las declaraciones vía Facebook de Bárbara Figueroa, quien en su cuenta acusa a un “movimiento” de buscar el debilitamiento del Colegio de Profesores y asegura que la destitución de Gajardo sería la caída del gremio. En estos dichos, asume que 150 establecimientos con docentes movilizados son un número insignificante para ser tomados en cuenta, y que la salida del Presidente del Colegio de Profesores llevaría a la Colegiatura directamente a la muerte.
Las reformas jamás se perfeccionarán excluyendo a gran parte de los protagonistas de los cambios, ni mucho menos tomando decisiones bajo presiones políticas. Si queremos una educación que abarque los distintos ámbitos, debemos ser capaces de tomar distancia crítica de los partidos y escuchar principalmente a los que llevan años enseñando y percibiendo las falencias del sistema educacional chileno.
Comentarios
20 de noviembre
Si obviamos el desafío de organizados políticamente a través del movimiento social para desde allí plantear un programa popular, coherente, realista y que seduzca a la mayoría, que en ese sentido busque resolver nuestras demandas, la de los profesores, estudiantes y demás, lo que hacemos es dejar que la derecha binominal mantengan la iniciativa. Es grave porque ese protagonismo del gobierno es viable porque precisamente no existe un liderazgo de izquierda que represente las aspiraciones de los trabajadores como conjunto, como clase social.
Esa lucha se concretiza con la batalla en común en las huelgas y paros, debatiendo fraternalmente, planteando ideas y reivindicando la falsedad política de las «reformas» en la medida de lo posible que reafirman una institucionalidad heredada de la dictadura. Entonces, se trata también de no apoyar a ningún líder, sea político, sindical, etc., que no se perfile como una opción que fortalezca a los trabajadores. En ese sentido, la movilización de los maestros contra la dirigencia del Colegio de Profesores es legítima porque es una cabal expresión de democracia.
-1