Seguimos enseñando como si todos y todas fueran iguales y homogéneas, sin considerar los contextos, la multiculturalidad, el enfoque de género, la diversidad, y la convivencia
Si la escuela y el liceo es para que los niños y niñas y jóvenes aprendan. Y éstos y éstas acceden a la información de manera actualizada, lúdica , agradable y en cualquier momento. ¿Cuándo vamos a sintonizar el curriculum, más allá de los planes y programas, con los intereses, gustos, habilidades y emociones de los hijos de este siglo?
Las reformas estructurales en educación que se han realizado, son asignaturas pendientes que teníamos como país. Mas, el curriculum que sostiene y contiene la escuela y el liceo es de, a lo menos, 60 años atrás. Todavía está focalizado en el enseñar y no en el aprender, sólo se tiende a responder a mediciones estandarizadas y bulímicas del aprender, tragar y tragar contenidos , para “vomitar” en las pruebas y luego olvidar.
El currículum de hoy se debiera sostener en las neurociencias y en las tecnologías. Teniendo como protagonistas de la construcción del conocimiento a los niños y niñas y jóvenes de hoy. Los profesores y profesoras debieran ser grandes motivadores y facilitadores , tendiendo a la superación del asignaturismo, vía aprendizaje en base a proyectos.
Hoy esta cada dìa más claro y comprobable que cada niño, niña y joven es distinto uno del otro y otra, en intereses, gustos, habilidades y emociones. Por tanto, cada uno y una tiene trayectoria de aprendizaje diferente. En los niños se producen, alrededor de 1000 billones de sinapsis , mayormente correlacionadas con tomas de decisiones. Y la escuela y liceo de hoy ¿cuando permite la toma decisiones? Seguimos enseñando como si todos y todas fueran iguales y homogéneas, sin considerar los contextos, la multiculturalidad, el enfoque de género, la diversidad, y la convivencia. Y por otro lado, se sigue enseñando en las distintas asignaturas, la cantidad de materias por pasar, dejando de lado, el uso positivo, de las distintas tecnológicas y el aprender a aprender ; el aprender a desaprender; el aprender colaborativo y el aprender para ser feliz .
Por tanto, en educación, ¿ Cuando, como país o como sociedad, vamos a responder a los hijos de este siglo?
Comentarios
30 de septiembre
Interesante artículo. Comparto el diagnóstico sobre una educación basada en la enseñanza y en la recepción de contenidos. Pero me gustaría debatir algunas cuestiones. La afirmación de que el curriculum «se debe sostener en las neurociencias y en las tecnologías» deja afuera otras cuestiones relevantes, desde un punto de vista de la justicia social. Por ejemplo, ¿ No sería importante también incorporar algo relacionado con el conocimiento emancipatorio? Entiendo este conocimiento emancipatorio como aquel que considera asuntos de reflexión sobre lo social, lo cultural y la política de las injusticias sociales. Es decir, el conocimiento para ser políticamente consciente y para actuar sobre los asuntos públicos en la sociedad. Considero que basar el currículum en solo dos áreas del conocimiento, aunque son relevantes, no aportará al desarrollo de ciudadanos comprometidos socialmente con mejorar su comunidad.
Un saludo.
Miguel, Miembro de Escuelas para La Justicia Social.
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21 de octubre
Desde la perspectiva profesional, y tratando de evitar el estilo natural para referir en rigor la temática de la enseñanza en favor del aprendizaje de los alumnos en todos los niveles de la escolaridad, existe una premisa que debería condicionar todas las referencias a la enseñanza en las escuelas: creo que no existe una «escuela de pedagogía» que enseñe que todos los niños son iguales y que la enseñanza por tanto puede ser igual para todos.
¿No será que existe una fatal confusión al entender de esa manera, el que “todos los alumnos deberían aprender lo mismo, en todas las escuelas”?
De hecho, existe alguna dificultad para explicar de modo satisfactorio esta disyuntiva -del todo falaz, por cierto-, pero la comprensividad lingüística parece ser el secreto para intentar “verdaderos cambios estructurales” que están mucho más allá de lo que se sigue haciendo para el sistema escolar.
No cabe duda que la falta de una “idea” clara y definida del ser que aprende para entenderlo como individuo, por ejemplo, (es decir como “no dividido”) y estructurar el currículo escolar y la enseñanza en esa premisa (habrá otras muchas, por cierto), transformaría violentamente la idea de la enseñanza escolar.
Las transformaciones profundas de la Formación Inicial y Permanente de los Profesores, pasa por cambiar los sentidos trascendentes de la escolaridad y de la escuela. El “Modelo Educativo” vigente tiene en «la división del ser que aprende» el escudo más eficiente para permanecer mejorando.
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