Ella es una niña, que en su mirada guarda toda la ilusión de quien quiere ganarle a la vida, ella es quien sin quererlo se erige como ejemplo de lucha, a su edad, 11 años, ella ya conoce de batallas y ha combatido dragones imaginarios que en vez de fuego arrojan discriminación y se ha enfrentado a brujas malvadas, que buscan hechizarla con la indiferencia, pero Martina ha sabido derrotarlas con la ilusión de querer seguir sonriendo cada día.
Martina no es cualquier niña, ella encontró mágicamente la fórmula para regalar esperanza, ella conoció desde niña la diferencia entre lo que te hace feliz por el solo hecho de ser y la amargura de buscar la felicidad más allá de nuestras propias limitaciones.
Martina estudia en un colegio municipal, uno como tantos, donde los estigmas se dejan de lado para dar paso al afecto y la integración, allí Martina conoció de risas sinceras y oportunas caricias, ella cursa quinto básico, y se entusiasma cada vez que asoman en su agenda las asignaturas lenguaje e historia, paradójicamente, ella cada día escribe una historia donde no hay palabras para definirla ni frases que le hagan justicia.
Con Martina sé que se puede, con Martina sé que podemos. Gratuidad y educación no son palabras que no se entrelazan, con Martina Gratuidad y educación son palabras que necesariamente se conjugan con generosidad y justicia.
¿Conoces a Martina? Yo sí… y escuche su voz y se nublo mi mirada, me avergoncé de mirar como molinos de vientos mis pequeñas limitaciones, conocí a Martina y me avergoncé de los miles de no puedo que esbocé en mi vida, conocí su sonrisa sincera que no espera retribuciones, conocí sus ganas de querer comerse la vida, conocí su generosidad más allá de las propias precariedades, conocí en ella lo que somos capaces de hacer tan solo con un mínimo de amor y ganas. Conocí a Martina y sentí orgullo de ser factor de cambio en una educación que se hace cada día más nuestra. ¿Cuántas Martinas conoces tú? A la mía, la vida le negó la mirada e hizo de la noche eterna su constante compañera, pero aun así su mirada regala esperanza, y sus ojos muestran un horizonte donde la educación pública se agiganta.
Con Martina sé que se puede, con Martina sé que podemos. Gratuidad y educación no son palabras que no se entrelazan, con Martina Gratuidad y educación son palabras que necesariamente se conjugan con generosidad y justicia.
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