En Chile algunos tienden a confundir lo ‘público’ y lo ‘privado’, especialmente en el ámbito de la educación. No hay duda de que cada uno puede sostener las propuestas que considere pertinentes para su uso personal o su entorno inmediato, pero cuando queremos darle relevancia nacional a un tema, tenemos que ser cuidadosos. Para ello, una buena opción es recurrir a definiciones y conceptos reconocidos internacionalmente.
En este caso, el de la educación, resulta muy útil hacerse eco de los conceptos empleados por organismos internacionales como la UNESCO o la OCDE. Al respecto, el Glosario de Términos Estadísticos de la OCDE establece que una institución de educación es pública cuando está controlada o gestionada directamente por una agencia o autoridad pública, o cuando los integrantes de su directorio son mayoritariamente designados por una autoridad pública o elegidos mediante procesos públicos (2007, pp.629-630). Como contrapartida, una institución educacional es definida como privada cuando está controlada por una iglesia, una empresa o un sindicato, o si los integrantes de su directorio no son elegidos mayoritariamente por mecanismos públicos (p.614).No resulta práctico ni apropiado demonizar la educación ‘pública’ o ‘privada’. Tal vez esta práctica es la que ha llevado a la confusión de términos, por lo que un buen comienzo para destrabar el conflicto sería empezar por respetar y valorar ambas alternativas, y ver cómo conjugarlas de manera adecuada, sin confundirlas.
En relación a estas definiciones, la OCDE especifica que el carácter público o privado del financiamiento no es relevante a la hora de clasificar a las instituciones educacionales como públicas o privadas (p.630). Sí se puede diferenciar entre aquellas instituciones privadas que dependen mayoritariamente de financiamiento público o privado pero, en cualquier caso, son clasificadas como privadas. Estas definiciones son especialmente relevantes si tenemos en cuenta que desde hace varios años la OCDE elabora el informe internacional de educación más relevante actualmente, Education at a Glance, documento de referencia para los expertos en la temática. En este informe, por ejemplo, se indica que en Chile en torno al 40% de la educación primaria y secundaria es pública, mientras que el 60% es privada (2014, tabla c1.5); en el caso de la educación superior, la matrícula pública se reduce al 16%, y la privada asciende al 84% (2005, p.320).
Por otro lado, cabe destacar que el uso del concepto ‘estatal’ que se hace en Chile es distinto al del resto del mundo, por lo menos en cuanto a educación se refiere. En la mayoría de los países, la educación estatal es aquella entregada por un gobierno local, constituido como estado, y se contrapone a la gestionada por el gobierno central, que es federal (como en Estados Unidos o Brasil). En otros casos se define como estatal la educación ofrecida por el gobierno central, en contraposición a la entregada por los gobiernos regionales (como en España). En todos estos casos, lo ‘público’ puede ser ‘estatal’, ‘federal’ o ‘regional’, pero nunca ‘privado’ (o ‘público no estatal’), opción que sólo es defendida por algunos sectores en Chile.
Otro tema distinto es qué es mejor: lo ‘público’ o lo ‘privado’. En mi opinión, ambas opciones son necesarias, y cada sociedad debe encontrar el equilibrio que la satisfaga, lo que puede evolucionar en el tiempo. No resulta práctico ni apropiado, sin embargo, demonizar ninguna de las dos opciones. Tal vez esta práctica es la que ha llevado a la confusión de términos, por lo que un buen comienzo para destrabar el conflicto sería empezar por respetar y valorar ambas alternativas, y ver cómo conjugarlas de manera adecuada, sin confundirlas.
Comentarios