Los mejores colegios de Chile son unos pocos. Eso nos dice el sentido común, el Simce y hace un par de días la PSU. Hablamos, por ejemplo, del Instituto Nacional en los públicos o el Verbo Divino en los privados. Colegios a los que, personalmente, les creo bien poco.
Una forma de entender esto, es que los alumnos de estos colegios fueron expuestos a docentes de excelencia y estuvieron en las aulas más estimulantes, razón por la que presentarían estos niveles de logro. Eso nos diría para explicar estos resultados la teoría del Capital Humano (Becker). En esa línea, un Ricardo Lagos, una Michelle Bachelet o un Sebastián Piñera, tendrían mucho que agradecer a sus respectivos colegios. A la inversa, si seguimos a la teoría de Señales (Spence), se argumenta que la educación solo vendría a reafirmar y consagrar algo innato, ya que estos alumnos eran “los mejores” desde antes y el colegio solo vino a develar, mostrar o “señalizar” esa condición preexistente.
Por último, están los mal pensados que creen que la educación solo reproduce y legitima las diferencias ya existentes. Aquí están preferentemente connotados sociólogos como Bourdieu. De eso tenemos varios ejemplos en nuestras dinastías criollas. Prueba de ello sería un Ricardo Lagos Weber, un Eduardo Frei Ruiz-Tagle y, más en general, todos aquellos personajes públicos que confiesan atribulados “el peso de vivir a la sombra de sus padres”.
Pensando en los mejores colegios, uno se puede sentir más cercano al imaginario público o al privado, a aquellas cenas de ex alumnos que reúnen dos dígitos del PIB o los que pretenden ser “genuinos representantes del talento y el mérito”. Así como cada entrenador tiene su librito, cada colegio tiene su cuento y la respectiva proyección en la Universidad de Chile o la Católica.
Sin embargo, si algo tienen en común estos colegios, es que seleccionan a sus estudiantes y presentan exigentes políticas de admisión, ya sea al mérito y/o bolsillos. Por ende, nuestros dos últimos presidentes, efectivamente pueden sentirse muy orgullosos de su educación. De la educación pública, laica y diversa en el Carmela Carvajal o bien de la educación privada, rigurosa, religiosa y bilingüe en el Verbo Divino. Sin desmerecer a sus profesores, esto claramente tiene más que ver con sus respectivos talentos y familias (sin siquiera entrar a discutir sobre la existencia de una “clase media diplomática” en el caso de Piñera).
Hoy las familias chilenas sin duda creen en la centralidad de la educación. Por ello pueden llegar a destinar harto más que un sueldo mínimo a la mensualidad de un colegio o considerar prudente que sus hijos crucen todo Santiago para estudiar en el lugar correcto. Ese es hoy el libreto que a grandes rasgos nuestra sociedad plantea a los padres que quieren “los hijos sean más que uno”. Y de ese material se nutren los establecimientos de élite, los que compiten por ser los mejores colegios en la PSU y acumular la mayor cantidad de puntajes nacionales.
Lamentablemente los mejores colegios en Chile son aquellos que hacen las pruebas antes de hacer su tarea -educar- y se dedican exclusivamente a los buenos alumnos que quieren ser mejores. Los otros, los del montón, la mayoría, son dejados a aquellos colegios que “se avienen mejor a las características de su hijo”. Ni hablar de alumnos integrados.
Uno creería un poco más en estos colegios -y la pertinencia de la teoría del Capital Humano para explicar su éxito-, si el lugar que hoy tienen las pruebas de admisión, perfiles psicológicos e ingresos familiares, lo ocupara una tómbola. Por el momento, uno tiende a pensar que el prestigio y sus puntajes en la PSU, se relacionan más con las características de los alumnos: las familias, sus ingresos y el talento.
Por último, si algo debemos reconocer a estos establecimientos prestigiosos, es la capacidad de concentrar a los más capaces a muy temprana edad y crear una fuerte identidad, esa que permite años más tarde conversaciones sobre “compañero de quién fuiste” y “de qué colegio saliste”, para luego divagar sobre lo chico que es el mundo.
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Foto: Ciperchile
Comentarios
19 de febrero
Cortito: el Instituto Nacional es un ejemplo de establecimiento público con buenos resultados. ¿Cuáles son sus características? a)Selectivo; b) Familias de NSE Medio Alto. ¿Qué es NSE Medio Alto? -» La mayoría de los apoderados han declarado tener en promedio 14 años de escolaridad y un ingreso del hogar que varía entre $400.001 y $1.100.000.
– Entre un 5,01% y 25,00% de los estudiantes se encuentran en condición de vulnerabilidad social.» No sabemos si en el IN el % de vulnerabilidad es 5 ó 25, cifra que podría hacer una diferencia.
De todas maneras esto no desdedice que pueda tener procesos de aprendizaje eficientes, pero ajustados al NSE Medio Alto.
Dejo a los lectores sacar conclusiones.
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29 de octubre
Michelle estudio en el Liceo A1 Javiera Carrera, no Carmela Carvajal como se infiere del artículo. Es una imprecisión aunque se entiende que la idea es gráficar un hecho.
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