El año 2002 yo era dirigente estudiantil en la Universidad de Chile. Fui testigo y actor de lo que, por primera vez desde la recuperación de la democracia, ocurrió cuando un conjunto de colectivos asociados a una coordinadora de estudiantes movilizados pudo liderar una movilización en la Universidad de Chile con demandas estructurales al sistema de educación superior.
Los estudiantes de entonces, organizados fuera de los partidos, tenían ya expresión política en federaciones de estudiantes a lo largo de Chile, principalmente en lugares como Iquique, La Serena, Valdivia y Concepción. Sin rehuir el conflicto político, fueron esos actores los que lideraron la primera manifestación masiva un 21 de Mayo en Valparaíso, marcha liderada por estudiantes que incluso deslegitimaron el aprovechamiento partidista del evento que algunos quisieron hacer. Las demandas no eran tan diferentes a las de ahora. Sin embargo, la masividad lo es. Lo que ha ocurrido, probablemente gracias a un proceso de diálogo en las bases, es la influencia de una forma de pensar las organizaciones políticas que es diferente, más abierta y horizontal, y fundamentalmente fuera de los círculos de influencia directa de los partidos.
El grito de los estudiantes ese 21 de mayo del 2002 fue el primero tan masivo para la fecha de la cuenta pública anual, y en él reclamábamos contra las formas que adquiría la democracia y de cómo se enfrentaban sus instituciones al desafío de garantizar el derecho a la educación.
Este 21 de mayo, nueve años más tarde, vemos que el ambiente desde el cual se cuestionan las instituciones de la democracia mercantil en la que vivimos supera con creces lo que intentamos instalar el 2002. Se hace desde el conflicto ambiental, que ya crecientemente deja de ser liderado por ecologistas privilegiados para incluir actores sociales que cuestionan la institucionalidad existente. Se hace también desde las regiones, y su crítica constante al centralismo que los afecta en sus condiciones de vida básicas, como el precio de los alimentos y del gas, o la instalación indiscriminada de proyectos cuyos beneficios ni siquiera los rozan y son decididos desde los directorios de grandes empresas en Chile o el extranjero. Se hace desde los estudiantes y sus familias, cuyas demandas ya se centran cada vez más en atacar a quienes se benefician de explotar mercantilmente lo que se supone son derechos, pero que se venden: la salud, la educación, las pensiones. Se hace desde los profesores, cansados de tener que soportar que tanta expectativa teledirigida desde escritorios tecnocráticos se les imponga sin que se les otorgue recursos para que esas expectativas sean realistas. Y se hace, por supuesto desde los estudiantes cuya historia y organización en el siglo XXI se ha construido a punta de enfrentar a los poderosos sin miedo a la política, pero escépticos de sus instituciones. Así lo hicieron con el “mochilazo” el 2001, en las calles de Valparaíso el 2002, en las escuelas y calles de todo Chile con la “Revolución Pingüina” el 2006, y liderando esta nueva movilización, que junta tanta demanda en una sola: igualdad.
La última década nos ha permitido usar masivamente nuevas herramientas para comunicar nuestras ideas y organizarse. Si antes fue la web, luego vinieron los foros de internet, los blogs, el ‘messenger’, los fotologs, facebook y twitter. Al igual que la democracia, ninguna de esas redes funciona sin personas y sus relaciones sociales. Usaremos esas redes entonces para seguir protestando y haciendo visibles nuestras ideas y propuestas, nuestras denuncias y alegrías, nuestros enojos y rabias. Porque como dice una hiphop famosa,
‘La rabia es la bencina de la revolución’.
Transformar la rabia en ideas, y las ideas en proyectos y organización política revolucionaria es lo que, al menos a mí, me mueve hoy en día. Así, pues, damos inicio a lo que será el show político e institucional de este 21 de mayo. Lo que viene después, como siempre, depende de lo que hagamos todos. Por mientras, secundemos la iniciativa y dirijámonos al país.
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Comentarios
18 de enero
Al final no sé quien podrá gobernar, son tantos los reclamos, todos quieren derechos pero nadie asume deberes, nadie quiere pagar impuestos y nadie quiere entenderse con el otro, todos se asumen discriminados, engañados, golpeados, esclavizados y sobre este panorama hay ciertos colectivos politicos que azuzan todo el día el conflicto, sólo basados en sus pequeños y ocultos intereses. Si miramos la historia de Chile, no tiene nada de pacífica, …y somos tan pocos.
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