«Aunque es más importante: establecer lo que hay que cambiar o las decisiones que hay que tomar para que las bajas de TPM conduzcan efectivamente al crecimiento económico nacional crecimiento que es la base para llegar a ser un país desarrollado… para todos.»
Autoridades: ¿De qué creciente futuro económicos hablamos, para entendernos? y… ¿Cuál es la post verdad de las reiteradas rebajas de la Tasa de Política Monetaria TPM?
Cinco años de dudas. Desde hace ya 5 años que el Banco Central viene bajando la TPM con el propósito de lograr que se produzca un incremento en el crecimiento económico del país. Y los resultados están a la vista, desde el 2012, el “crecimiento” del PIB fue:
2012 5,6% 2013 4,1% 2014 1,9% 2015 2,1% 2016 1,6%
hasta llegar, en el primer trimestre de este año, a un valor cercano a cero. Si casi cero, y lo notable es que este número no estaba, ni cerca, entre los que anticipó la eco.autoridad.
¿Y por qué ocurren estas diferencias? No es por las cualidades de las personas o los profesionales que anticipan valores, sino que es porque el valor futuro de estas variables no lo tiene comprado ni el más experto de los anticipadores. Aún si se reuniera a 2, a 10 o a 100 expertos igual no va a acertar con seguridad. Y por eso, creer que se puede entregar una anticipación certera es imposible, y las que se entreguen, por sus futuras diferencias, no pueden sino dar luces insuficientes para los procesos decisionales de las personas.
La penúltima decisión del Banco Central sobre la TPM, con su tradicional visión sesgada y limitada del futuro, dice que “las expectativas de inflación a fines del horizonte de proyección se ubica en torno a la meta” que según el último IPOM sería de 2,9% a diciembre de este año y de 3,0% a fines del 2018 y que “acordó reducir la tasa de interés de política monetaria en 25 puntos base, hasta 2,75%”. Y sentencia que: “evaluará la necesidad de algún incremento adicional del impulso monetario. Su concreción dependerá de las perspectivas de inflación de mediano plazo”. Y en la última decisión de Mayo se decidió bajar la TPM a 2,5%, sin entregar ninguna razón específica para esa baja salvo que: “Cambios futuros en la TPM dependerán de las implicancias de las condiciones macroeconómicas internas y externas sobre las perspectivas inflacionarias”.
En varias de las frases anteriores se está mencionando algo que debiera ocurrir en el futuro, ese mismo futuro incierto en el cual -con cierta ligereza- se dice que la inflación tendrá un valor determinado. Suponemos que es probable que un modelo que se use para proyectar, y que se base en series de tiempo, se pueda manejar para entregue valores más allá del valor más cercano al presente; es decir, señalar valores presuntamente futuros, lo que en la lógica de los “estudios de futuros” no sería nada más que un valor actual, del cual, con respecto a su valor predictivo, se puede tener todas las dudas que sean imaginable.
Algún día se podrá entender que hablar con certeza sobre el futuro en estas materias es un juego muy peligroso y que ni por más complejo que sean los modelos empleados, o por la mayor cantidad de variables que se combinen o por los mayores conocimientos de sus operadores no se podrá acertar con seguridad.
¿Acaso van tras batir una meta? El instituto quiere batir la meta de llevar la TPM a un valor menor que la inflación anual en un lapso de más de 5 años de baja y sin que en dicho plazo haya tenido visos de conseguir el tan mentado, anhelado, esperado, y no sabemos que más, de crecimiento de la economía nacional; sin olvidar la repetida frase de que “los efectos de reactividad se verían en unos seis meses más”. ¡Han pasado varios seis meses y aun no se produce el “milagro”! ¿Hasta cuando habrá que esperar para que cambie este modelo de anticipación y de comunicación sobre el futuro? Aunque es más importante: establecer lo que hay que cambiar o las decisiones que hay que tomar para que las bajas de TPM conduzcan efectivamente al crecimiento económico nacional crecimiento que es la base para llegar a ser un país desarrollado… para todos.
Así no queda nada de claro que una tasa de interés negativa vaya a impulsar el crecimiento y desarrollo económico, cuando ésta se está bajando desde hace más de 5 años y en todo ese tiempo la economía ha reducido su tasa de crecimiento, que era lo que justamente se trataba de evitar.
Es evidente que el o los actuales modelos que se emplean para anticipar el futuro han tenido una inclinación recurrente hacia el error, dejando con ello un tremendo sesgo para las decisiones arbitrarias de los agentes económicos, salvo aquellos que se ven beneficiados por estas “diferencias” y las brechas entre tasas mayoristas -incluso negativas- y las minoristas del crédito que llega al cliente final: empresas o personas; así como las diferenciales que se observa entre las tasas captación y colocación no explicadas por el mercado en competencia ni por la eficiencia ni productividad de los actores. ¿Quénos diría Sardar?
Omar Villanueva Olmedo
Director OLIBAR Consultores
Lic. Ing. Universidad de Chile
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