Estamos viviendo una revolución digital y eso incluye, indudablemente, al mundo financiero. A principios del 2000 las transacciones físicas eran equivalentes a las electrónicas. Sin embargo, hoy en día más del 95 por ciento de los clientes realizan pagos digitales.
Las transacciones en Internet han aumentado entre cuatro y ocho veces en los últimos 10 años, y los movimientos de dinero en las sucursales físicas han disminuido entre un 30% y un 40%. A nivel de Latinoamérica, México, Chile y Brasil dan un gran uso a la banca digital. Pero, al observar el panorama actual de los bancos tradicionales, vemos que están estancados en cuanto a la innovación de su sistema.Podemos ver dos futuros posibles: un futuro de integración entre los bancos tradicionales y las Fintech en donde crearán plataformas en conjunto.
Con respecto a lo anterior, considero que los procesos en los bancos tradicionales son lentos, engorrosos, e implican mucha seguridad. Hoy en día el cliente quiere las cosas de manera rápida, y el banco no está respondiendo a tiempo a las demandas del consumidor, a los millennials; estos jóvenes que quieren todo instantáneamente y que no están dispuestos a esperar.
Por otro lado, destaco la aparición del fenómeno de las Fintech, empresas del sector financiero que ocupan las tecnologías más modernas para idear productos innovadores. Ellos han aprovechado que las plataformas tradicionales no están preparadas para un cliente exigente, que necesita una respuesta inmediata, y han creado aplicaciones que se acoplan a los bancos.
Las Fintech han establecido un puente efectivo: hablan el lenguaje de los millennials, los cuales con tan solo bajar una aplicación a su celular, toman un servicio financiero y no le piden permiso alguno a su banco.
Con todo lo anterior, podemos ver dos futuros posibles: un futuro de integración, entre los bancos tradicionales y las Fintech en donde crearán plataformas en conjunto.
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