Del mismo modo que quienes valoramos y defendemos la educación pública como forja de los ciudadanos y ciudadanas en los valores de la igualdad y fraternidad y del laicismo, hemos tenido que aceptar la legítima existencia de la educación particular como expresión de la libertad, ha llegado el momento que los partidarios de la libre empresa con absoluta prescindencia del Estado acepten que en Chile existen y deben existir industrias estratégicas vitales para la nación, más allá de sus valores y creencias.
Por lo menos, así lo entendieron los “Chicago Boys” en tiempos de Pinochet, al aceptar el criterio de mantener la gran minería del cobre nacionalizada, a través de CODELCO, como una forma de obtener recursos indispensables para mantener la integridad de la nación. La importancia de CODELCO para proveer los recursos que requerían las fuerzas armadas en esos momentos de dificultad. Esos recursos han permitido sortear crisis internacionales y desarrollar y mantener políticas sociales, y muestran que disponer de una visión de Estado como la tuvieron los presidentes Frei Montalva y Allende y hasta el dictador Pinochet (respecto de este tema), rinde frutos. Chile es impensable sin CODELCO y la gran minería de cobre estatizada. A diferencias de lo que ocurrió con el salitre, que nunca dejó recursos al Estado chileno y no aportó en nada al desarrollo y la prosperidad de la nación, el cobre ha sido la palanca del desarrollo que esperaba el Parlamento que unánimemente, derecha incluida, lo nacionalizó en 1972.
Hoy en día, el gobierno de Piñera ha anunciado iniciará la licitación de la explotación del litio. Dada la importancia de este mineral para la economía digital actual y futura, es el momento de hacer efectivo su carácter estratégico para Chile. Ha llegado el momento de crear la Corporación del Litio, de fijar sus reservas, -que deberían una importante proporción de las reservas probadas-, y de iniciar sus operaciones. La modalidad de organización y gobierno es clara, CODELCO es un buen modelo, aunque desde luego, perfectible.
De la CODELIT podrían salir los recursos indispensables para dar el salto a desarrollo que requiere Chile. Y, de la misma manera que el 10% de las ventas del cobre se destinaron (y deberían seguir destinándose) a las fuerzas armadas, un mínimo del 10% de las ventas del litio deberían destinarse a la educación, y otro 10% al desarrollo científico y tecnológico, en especial de procesos de minería ecológicamente sostenibles.
Nuevamente se enfrenta Chile a una disyuntiva histórica. Se debe evitar lo que ocurrió con el salitre: cuando los alemanes inventaron el nitrato sintético y miles de pampinos vieron cerradas sus fuentes laborales, y solo quedó el recuerdo de su dolor y sus miserias en los campamentos fantasmas. También quedaron palacios y palacetes de quienes fueron los socios chilenos de los empresarios ingleses, españoles e italianos que se adueñaron de las minas después de la Guerra del Pacífico. Y unas pocas obras públicas como el Palacio de Bellas Artes, o la Biblioteca Nacional, como para subrayar lo que hubiera podido hacerse si algo de la riqueza salitrera hubiese sido de todos los chilenos.
El litio, es necesario como el cobre, y debe ser de todos los chilenos. El momento ha llegado.
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Foto: pochcorp.com
Comentarios
21 de febrero
El salitre si dejó ingresos al Estado, era el impuesto a la exportación de salitre, lo que hay que analizar es como los particulares, como los bancos particulares que emitían billetes, se apropiaron de esos recursos
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13 de junio
basta de robar el litio nacionalizar ahora hay una ley debe ser respetada 1973 no la pueden destruir para q los buitres de otros paises se lleven todo si lo licitan deben pagar altos impuestos..
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