Este 17 de Octubre se conmemoró el día internacional para la erradicación de la pobreza. Este fecha, establecida por la Asamblea General de la ONU el año 1992, tiene por objeto denunciar, visibilizar y construir alternativas concretas para superar la condición de pobreza en que viven millones de personas a nivel mundial.
La justicia social pasa por considerar a los que hoy no son escuchados, pero no sólo para oír sus problemas, sino también sus propias soluciones.
Nuestro país no está exento de esta problemática. Un 14,4% de nuestra población vive bajo la línea de la pobreza y un 2,3% en pobreza extrema. Estas cifras nos dan una fría orientación de la situación en que actualmente viven miles de familias en Chile.
Es pertinente impulsar políticas que consideren a la pobreza desde un enfoque multidimensional. Un avance cualitativo se generó a partir del “Informe Final de la Comisión para la medición de la pobreza” entregado el 23 de enero de este año. Sin embargo, y valorando dicho esfuerzo, las consecuencias derivadas de la pobreza, tales como exclusión social, marginalidad y desigualdad, siguen en aumento.
Ante este escenario el vínculo de los diferentes actores sociales que trabajan día a día con las comunidades más pobres de Chile resulta fundamental.
Hoy, desde TECHO-Chile, denunciamos y visibilizamos que son más de 6000 familias las que viven en los 153 campamentos de la Región del Biobío. En esa línea, sabemos lo importante que resulta entregar soluciones definitivas a las comunidades de campamento, sin embargo muchas veces estas suponen una expectativa de años, volviéndose imperativo garantizar durante el lapso de tiempo de espera, condiciones óptimas de seguridad, habitabilidad y salubridad a dichas familias, de lo contrario, estamos responsabilizando al pobre por una condición que nunca buscó, por una condición impuesta, cimentada en el segregador modelo que actualmente nos rige.
Proyectando lo anterior, resultan variados los factores que hay que entrar a discutir en este ámbito: sociales, económicos, participativos, políticos. En resumen, visiones y propuestas que aborden lo estructural. La urgencia de las soluciones no puede significar medidas cortoplacistas y anestésicas. Hoy nuestro país, especialmente los más necesitados, requieren respuestas y compromisos transformadores.
Finalmente, es fundamental que estas respuestas nazcan del diálogo fluido entre los diferentes actores: Estado, Organizaciones Sociales y, en especial, la Comunidad. La superación de las causas y consecuencias de la pobreza pasa por generar propuestas que nazcan e involucren a aquellos que las sienten. La unilateralidad de las medidas no ayudará a construir un país más democrático, justo y equitativo. La justicia social pasa por considerar a los que hoy no son escuchados, pero no sólo para oír sus problemas, sino también sus propias soluciones.
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Imagen: emol
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