Proteger, defender y gobernar las regiones sustentablemente con ética y probidad, es un proceso complejo de alto impacto y riesgoso, porque abarca aspectos de la existencia social, cultural y biológica de las regiones, que querámoslo o no, cuestionan la legitimidad del “Estado de derecho que seudamente ejerce el Estado”, donde el sistema legal ha sido creado para perpetuar un modelo injusto y desigual, exacerbando desigualdades, acelerando la destrucción del medio ambiente y el formato social, por una representación en el Congreso que ha carecido de un estándar ético apropiado y representativo.
Estamos viviendo vientos de cambio en la forma en que queremos desarrollarnos desde el mundo regional. El centralismo con que se ha estado decidiendo el futuro de las regiones, se hace inaceptable ante los nuevos estándares. Las regiones deben proyectarse de acuerdo y en relación directa con sus ventajas comparativas y sus capacidades de carga, en armonía con el medio social, ambiental y cultural.
Las regiones han sufrido por la falta de probidad de muchos de sus congresistas una vez elegidos y posesionados en el Congreso, que quieranlo o no, siempre terminan relacionados con los intereses de las grandes empresas.
Para las regiones es bienvenido el estándar ético que sin querer queriendo salio del entuerto Demócrata Cristiano, sazonado por la pugna entre Carolina Goic y el diputado Rincón, que puso de manifiesto en forma práctica, lo que desde regiones hace tiempo se viene exigiendo a los partidos políticos, sobre la importancia de exigir estándar ético en la nominación de los candidatos al Congreso.
Las regiones han sufrido por la falta de probidad de muchos de sus congresistas una vez elegidos y posesionados en el Congreso, que quieranlo o no, siempre terminan relacionados con los intereses de las grandes empresas, sellando el destino de las regiones, de muchas decisiones y de leyes vitales para su desarrollo, que destruyen los intereses ciudadanos y terminan desperfilando los movimientos ciudadanos, como ocurrió en Aysén. Donde los intereses demócrata-cristianos asociados con industriales pesqueros, intervinieron el Movimiento Social. Tanto fue así, que el entonces vocero Iván Fuentes, terminó defendiendo intereses DC representados por el senador Patricio Walker en Aysén (caso FIPES).
El Neo-capitalismo como modelo económico necesita evolucionar y salir del inmovilismo. Los países desarrollados entendieron, que cuando las grandes empresas usan el lobby en el mundo político para garantizar sus intereses, otros inexorablemente se empobrecen. Esto no quiere decir que la discusión tiene que reducirse a si queremos más o menos Estado. La idea es, que discutamos en forma seria y responsable que tipo de estado queremos y que debe fiscalizarse a las grandes empresas con estándares éticos y probos de última generación. Sin el reconocimiento de esa realidad, es imposible que un país como Chile, que vive exclusivamente de la explotación de los recursos naturales, de la especulación financiera y del consumo de sus habitantes, pueda proyectarse sustentablemente.
Las incertidumbres sociales de los modelos macros y micro del mundo regional, han favorecido la aparición de nuevas formas de localismo, aislacionismo y fundamentalismo social y cultural, por la desesperación que las comunidades sienten ante la intervención del mundo corporativo. Las comunidades regionales han estado trabajando para mejorar la participación ciudadana en los procesos de redefinición de sus identidades. Pero no basta con declarar que se es de un determinado origen étnico, social o cultural, que se es agricultor, ganadero, pescador, emprendedor turístico, o que está inscrito en determinado partido político para ser representante de algo. La búsqueda de la identidad regional involucra combinaciones procedentes de la misma cultura de los territorios, que en el pasado fueron traspapelados por la falta de ética y probidad de muchos de los representantes en el Congreso y de los diferentes gobiernos regionales.
La demanda por justicia social y ambiental se ha transformado en una exigencia perentoria por parte de las comunidades regionales, ante las profundas desigualdades que ha producido el olvido de la sustentabilidad como fundamento. Haciendo impresentable que con un simple cambio en el sistema jurídico producto del lobby de las grandes empresas, se termine legitimando la sobreexplotación de los recursos naturales, la destrucción de los equilibrios territoriales y del contrato social establecido en la misma constitución.
La autonomía, la solidaridad, la autosuficiencia, la diversificación productiva y el manejo sustentable de los recursos naturales, deben ser tratados y proyectados con ética y probidad, valorandolos dentro de las ventajas comparativas que cada territorio posee y ser capaces de responder con una visión propia, apropiada y consistente, asegurando el bienestar regional para todos y no solo para algunos.
Forjar desarrollos autónomos con probidad y autogestión, debe ser el objetivo que deben establecer las regiones para superar la discriminación, la marginación y los esfuerzos sistemáticos de las grandes corporaciones por relegar a las comunidades a los rincones más oscuros de sus propios territorios. Los movimientos regionalistas, deben proyectarse en un modelo de desarrollo que considere la armonía, el balance y la sustentabilidad como forma de integración cultural-social-productiva.
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