Ríos de tinta han sido derramados para vanagloriarnos por la explosión de energías renovables en la matriz energética nacional desde las licitaciones de suministro eléctrico adjudicadas entre octubre 2015 y agosto 2016. Y con justa razón. El aumento de competencia, debido principalmente a proyectos de generación renovable, permitió que el precio de la energía ofertada disminuyera prácticamente a la mitad. De los más de 80 proyectos que presentaron ofertas el año 2016, sólo 1/3 correspondieron a generación fósil.
Para hacer de “Aysén reserva de vida” algo más que un slogan, se requiere de un esfuerzo conjunto, transversal y profundo. No se trata sólo de explotar las riquezas de nuestro patrimonio natural, se trata de un modelo de desarrollo donde la sustentabilidad debe ser el principal eje rector.
Pero, qué son las energías fósiles. Corresponde a la energía obtenida desde el petróleo, el gas licuado de petróleo, el gas natural o el carbón. Son consideradas no renovables, puesto que su disponibilidad no puede ser recuperada mediante un proceso natural en el corto o mediano plazo. Durante su utilización, estas fuentes liberan el carbono que estuvo milenios almacenado bajo la roca madre. En la vereda opuesta se encuentran las energías renovables, entre las que se cuentan la hidráulica, eólica, solar, la proveniente de biomasa, entre otras.
Volviendo a las últimas licitaciones de suministro eléctrico, los resultados obtenidos han sido alentadores, tanto así que el ministro de Energía se atrevió a afirmar en el “Chile Energy Day” celebrado en Washington D.C. que, al año 2050, el 90% de la electricidad nacional provendría desde fuentes renovables, superando la meta del 70% anteriormente fijada por la política energética nacional para el mismo año, lo que se traduce en una drástica disminución de la participación de fuentes fósiles en generación eléctrica. Esto es coherente con los compromisos que el Estado asumió luego del Acuerdo de Paris, adhiriendo a los esfuerzos globales orientados a evitar que la temperatura del planeta se eleve más de 2 grados Celsius. Entre dichos compromisos se cuentan aumentar la participación de energías renovables no convencionales en la matriz energética nacional y reducir las emisiones nacionales de CO2 en un 30% al año 2030.
Mientras tanto, de acuerdo al Reporte Anual de Edelaysén, durante el año 2016 nuestra región generó más del 51% de su energía eléctrica desde fuentes fósiles.
Para hacer de “Aysén reserva de vida” algo más que un slogan, se requiere de un esfuerzo conjunto, transversal y profundo. No se trata sólo de explotar las riquezas de nuestro patrimonio natural, se trata de un modelo de desarrollo donde la sustentabilidad debe ser el principal eje rector. Desde esta perspectiva, para los habitantes de Aysén los compromisos y políticas ambientales que nos hemos impuesto los chilenos no deberían ser un objetivo, sino el “desde”. Por ello, si en verdad queremos que nuestra región sea concebida como reserva de vida, también tendríamos que des-fosilizar la matriz energética de Aysén.
Comentarios
17 de julio
Bien estibado el pilchero, con buena reata, ahora falta que cabrestee. Totalmente de acuerdo
+1
17 de julio
Necesito mayor información.
Cordialmente.
0
18 de julio
Dígame que información necesita y un email donde podría enviársela. Sino, lo invito a realizar preguntas por este medio y compartir mis argumentos por acá.
Saludos!