Perdón pero… Cobreloa está de vuelta…

Este texto no es de política, no es de trabajo, no es para pelear con los liberales de la ex Concertación ni para dármelas de nada.

Es sólo para destacar al único de los cuatro sobre el cuál siempre se duda, el que rápidamente se olvida, el que sin mucho costo se deja de lado. Es para hablar del más jóven de los cuatro, del más inestable también, del más desconocido y del que convoca a menos personas.

Es para recordar que hoy entra a la final el único de los cuatro que votó contra Segovia, Jadue, la mafia de Nasur y Estévez y toda esta parafernalia de los Play Off. Es para recordar que entra a competir en el sistema que idearon los otros tres, el único que apostó al campeonato grande, al de las treinta fechas, al del esfuerzo coronado y no al del golpe de suerte. Vale recordarlo hoy y no cuando (si llegamos a triunfar) empiecen muchos a llorar la injusticia, lamentar la estructura, vilipendiar al sistema. Cuál triunfo del NO en la constitución dictatorial, el anhelo naranja es ganarle a los otros en el sistema que los otros idearon para no perder nunca.

Y ese anhelo lo enfrentamos a partir del triunfo sobre los de blanca tela, en su casa, en su estadio que se hunde en la tierra y cuyo plantel no tuvo las ganas, el talento y la suerte que le sobraron en el norte, cuando ya era tarde, cuando el padre Sol ya brillaba como todas las tardes, con un brillo anaranjado.

Llega el único de los cuatro que no sucumbió al embrujo de las sociedades anónimas, que no es manejado por militantes de la UDI que lo mismo se sientan en el directorio de una universidad privada, de un equipo de fútbol o arreglan los precios en una empresa de pollos y cerdos.

Llega el único de los cuatro que se sostiene a pulso, con las lamentables consecuencias de regalar tremendos jugadores antes de tiempo, muchos de los cuales permitieron a los azules dar la vuelta que soberbio los tiene.

Llega el que sólo aglutina dos tipos de personas, apuntados con el dedo, pero fieles como nadie: los nacidos y criados bajo yermas tierras de rico subsuelo y pobre superficie y los otros, nosotros, los que de nortinos no tenemos nada, pero pertenecemos a una generación que nació a la luz cuando lo nuestro era triunfar, gustar y que hoy, luego de un par de décadas, todavía sentimos como se nos acelera el pulso cuando recordamos a don Vicente Cantatore, a Wirth, al Chueco, al Mocho, al Ligua y tantos otros. 

Llega el único de los cuatro que sufrió a Gerardo Mella y vivió para contarlo. El único de los cuatro que se debate entre ser grande y ser pequeño. El único que es de provincias y todavía siente que eso es una desventaja. El único cuyos hinchas en Santiago debemos esperar una hora encerrados en jaulas tras los partidos para evitar que los locales nos tiren piedras o nos peguen peguen. El único de los cuatro donde todos los hinchas estamos todos juntos, en galería; santiaguinos, calameños, trabajadores, profesionales, "clase media emergente", "clase media descendentes", jóvenes, chicos, viejos y todo lo que se les ocurra… todos juntos, en la barra, apretados en torno al monocolor del zorro, sin otro lugar donde ir, pero sin otra convicción de que somos todos lo mismo.

Llega el que nos hizo gritar en el Monumental y sufrir en el Municipal.

Llega de la mano del Pelado, con el recuerdo eterno de Cornejo y el anhelo, también eterno de nunca más vivir los terrores que vivimos a mitad de este año.

Llega COBRELOA, muchachos… y hemos vuelto para volver a ser lo que nunca debimos dejar de ser.

Junten miedo. 🙂