Colchaguino, policía y sobre todo, un guerrero. Heriberto Rojas fue el primer ídolo de este deporte en nuestro país, en una época en que las peleas eran a puño limpio y ganaba el que terminara en pie. Fueron cerca de 20 años de carrera donde cosechó elogios que lo llevaron a ser considerado, en su momento, como uno de los mejores pesos pesados del mundo.
Heriberto Rojas, el primer campeón peso pesado de Chile, alcanzó la fama en 1917 al lograr el título sudamericano de boxeo en esta difícil categoría. Para Chile este era un caso poco común ya que la mayoría de los púgiles que producía el deporte nacional eran de contextura más bien menuda. Sin embargo, Heriberto Rojas de gruesas extremidades y prominentes espaldas combatía con cuanto gigante se le presentara como William Daly, Calvin Repress y Bob Devere de 101 kilos quien puso fin a su prolongada carrera de triunfos.Heriberto Rojas demostró que los límites solo son impuestos por quienes quieren respetarlos. Luchador, fue un incansable deportista que evolucionó en un medio que veía el deporte como formativa de la masculinidad.
Pero esta columna no es específicamente para hablar de la prolífica carrera de Rojas quien combatió sin césar desde 1905-1919, sino que también es para hablar de su labor en la difusión de los deportes de combate en Chile, de los cuales Rojas fue un fuerte impulsor, así como fundador de los primeros centros boxeriles e incluso los primeros encuentros deportivos masivos en Chile.
También es importante rescatar su labor como profesor, entrenador, second, luchador e incluso activo participante en diversos manuales de boxeo y lucha que fueron publicados en Chile desde 1905 a 1920. El primero del que se tiene registro es de 1907: “Método practico de boxeo”, EN el cual aparece su fotografía como uno de los cultores del boxeo “científico” nacional. Luego publicó el completo e ilustrado manual de 1917, “El boxeo, deporte completo y científico”. En este manual Rojas explica mediante a fotografías gran parte del repertorio de técnicas tanto ofensivas como defensivas.
A su vez Rojas de profesión policía, también fue instructor de esta disciplina por largos años en la 4ta comisaria de Santiago. Asimismo junto al infatigable luchador y profesor de cultura física, Amadeo Pellegrini difundió el Jujitsu, la lucha grecorromana y las competencias de fuerza. Rojas fue un verdadero Sportman, quien el código ético-estético de la época alcanzaba el máximo ideal de la masculinidad por medio de una estricta disciplina y la constante práctica deportiva.
Rojas ejerció durante varios años la docencia de estas disciplinas y de hecho, además del box, tuvo una enorme influencia en la práctica y difusión de los deportes de contacto durante el primer cuarto del siglo XX. En 1927 vuelve a ring, pero esta vez no como boxeador, sino que como un luchador grecorromano. Era un peso pesado y con los años había aumentado de peso, pero no por eso su condición física se había visto desmejorada, logrando varias victorias en esta disciplina. En este mismo año en la principal revista deportiva “Los Sports” se abre un áspero debate sobre la real capacidad técnica de Rojas entre el periodista-réferi Ventura Debezzi y el ya célebre Juan Budinsh, principal difusor teórico-práctico del boxeo en Chile.
Budinsh defendía que desde 1905 a 1910, Rojas no hizo sino aprender la más perfecta técnica, que el mismo trajo desde Estados Unidos. Sin embargo, los argumentos de Debezzi también eran contundentes ya que en su calidad de referí tuvo primera tribuna en los encuentros y definía el estilo de Rojas como destructor, en especial durante el combate contra Zárate, en el cual este último solo era una masa informe de sangre al terminar el encuentro y por lo tanto Rojas era un gran púgil que se imponía por su cuerpo y volumen de golpes, aunque sin la necesaria “ciencia” tan solicitada por los medios especializados.
Al revisar esta crítica por parte de los medios de la época, debe tomarse en cuenta cómo viajaba la información en una época, cuando el porcentaje de alfabetización era bajo el 40% y más aún el conocimiento del idioma inglés, que hasta el día de hoy es privativo cuando se habla de estudiar la “dulce ciencia” del boxeo. Al juicio de la historia, Rojas es un innovador y un pedagogo, esos que tantas veces faltan en los deportes, cuando solo gritamos por estrellas, pero nos olvidamos como formarlas. Heriberto Rojas sin duda merece un importante lugar en la historia del boxeo en Chile, pero también un importante lugar en la labor en la difusión de los deportes de contacto, así como impulsor de la cultura física.
Rojas fue un incansable deportista, estudioso, docente y explorador de las disciplinas deportivas que, por su formación, le eran más cercanas. Rojas no solo fue el “campeón sudamericano” de los pesos pesados. Fue mucho más que eso desde su labor como docente, entrenador, modelo de libros y manuales; luchador, fue un incansable deportista que nunca se abatió ante la falta de resultados, sino que por el contrario buscó evolucionar en un medio que veía la práctica deportiva como formativa de la masculinidad y un aporte.
Su relación con Amadeo Pellegrini, Ignacio Selpulveda, Max Gallant y otros “Strongman” fueron la base para la introducción del Judo, Jujitsu, Halterofilia y la lucha grecorromana en Chile. Heriberto Rojas demostró una y mil veces que los limites solo son impuestos, por quienes quieren respetarlos.
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