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¿Chile un país de alto rendimiento deportivo?

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El deporte de élite es una profesión, que si bien no es reconocida como tal, tiene el funcionamiento común a cualquier profesión, es decir de 6 a 7 días por semana y entre 6 a 8 horas diarias, con objetivos, tareas y responsabilidades.

En Chile vivimos tiempos de diversidad económica, crecimiento que bordea el 2% y claras pretensiones de establecernos en la región como un país desarrollado. Es cierto que aún presentamos problemas a nivel educacional y en salud, lo que nos posiciona en niveles complejos de sedentarismo y obesidad (casi al mismo nivel que EE.UU.), que existen desigualdades marcadas a nivel social y una historia deportiva de logros, pero de muchas más decepciones.

El concepto de “alto rendimiento” ha sido cuestionado por la carente presencia de representantes chilenos en la élite deportiva, pero al respecto tenemos que hacer un análisis retrospectivo que nos proporcione una mirada clara de la participación deportiva de alto nivel y saber en qué deportes, para tener entonces una comprensión del tema. Partiremos con la participación en Juegos Olímpicos, donde en los últimos 118 años hemos tenido presencia con delegaciones en las que se han destacado algunos de los siguientes deportistas:

Año Sede Atleta Especialidad Medalla
1928 Amsterdam Manuel Plaza Maratón Plata
1952 Helsinki Oscar Cristi Ecuestre Individual Plata
Oscar Cristi, César Mendoza, Ricardo Echeverría Ecuestre Equipo Plata
1956 Melbourne Marlene Arens Jabalina Plata
Ramón Tapia Boxeo (Mediano) Plata
Claudio Barrientos Boxeo (Gallo) Bronce
Carlos Lucas Boxeo (Pesado) Bronce
1988 Seúl Alfonso de Iruazirraga Tiro Skeet Plata
2000 Sydney Selección de Fútbol Fútbol Bronce
2004 Atenas Nicolás Massú Tenis (Single) Oro
Nicolás Massú, Fernando González Tenis (Dobles) Oro
Fernando González Tenis (Single) Bronce
2008 Pekín Fernando González Tenis (single) Plata

 

A  nivel de mundiales deportivos la cifra se empequeñece, teniendo una presencia más abundante en ciertas especialidades del tipo individual, donde los méritos deportivos se ven asociados a un trabajo preponderantemente personal y con recursos propios, destacándose logros como los conseguidos por Tomás González (gimnasia olímpica), Kristel Kobrish (natación), David Dubó (kárate), Alberto González (veleros ligthing), Rodrigo Miranda (esquí naútico), Denisse Van Lamoen (arquerismo), Juan Enrique Lira, Francisca Crovetto (tiro skeet), Barbara Riveros (triatlón), entre otros.

Ante esto, tenemos que considerar que la política deportiva nacional basada en las regulaciones que impone la ley 19.712 o mejor conocida como “Ley del Deporte”, pretende la búsqueda de acciones administrativas y deportivas que configuren un proceso de formación hasta el alto rendimiento deportivo, considerando a entes jurídicos de derecho propio (llámense clubes deportivos, asociaciones deportivas, federaciones deportivas, comité olímpico chileno), como principales artífices de esta generación de deportistas para el país. En la realidad estas entidades si bien tienen presencia y buscan potenciar la actividad deportiva, no alcanzan estándares de masificación que permita desde ese punto de partida hacer el rescate directo de los potenciales deportistas de élite que tanto necesita el país. Esto se produce por diversos factores que redundan en aspectos administrativos: dirigentes ad-honorem que no tienen mayor obligación por potenciar la actividad que la propia pasión que sienten, carencia de procesos administrativos que proporcionen los recursos necesarios, mala administración y gestión técnica que posibilite instancias de capacitación válida, carente regulación de los procesos y limitados centros deportivos bajo su tutela para el crecimiento deportivo.

Alto rendimiento = Profesionalismo

El deporte de élite es una profesión, que si bien no es reconocida como tal, tiene el funcionamiento común a cualquier profesión, es decir de 6 a 7 días por semana y entre 6 a 8 horas diarias, con objetivos, tareas y responsabilidades. Esto aún no es comprendido a nivel país y es por ello que muchos de nuestros nóbeles deportistas sucumben a la presión social debido a que con la actividad no se consiguen mayores réditos que la ovación, un par de medallas y una vida llena de vicisitudes debido a la colocación laboral posterior a la vida deportiva, por la carencia de estudios formales.

Esto conlleva a que muchos deportistas tengan que elegir por terminar su carrera deportiva y entrar a las aulas universitarias o técnicas para obtener un certificado que los habilite laboralmente. Esta es la principal causa de muerte de nuestros deportistas de élite. Pero no todo está perdido, ya que siempre contaremos con un grupo de “porfiados” que seguirán trabajando más allá de sus posibilidades, buscando opciones de sustento que les permitan orientar su profesión y buscar ese reconocimiento del mundo deportivo del que estamos carentes como país.

 ¿Fútbol de alto rendimiento?

El caso del fútbol es algo aparte, ya que esta disciplina tuvo una reforma que le permitió ostentar el grado de “profesionalismo”, siendo para ello creados reglamentos y disposiciones (Ley 20.019 y varios reglados sobre derechos y deberes), generando recursos por transmisiones televisivas, colocación en la bolsa y más formas de sostener una industria. Pero bien, si se analiza con ojo crítico, nuestro querido fútbol si bien es profesional, no es de alto rendimiento, ya que carece de metodología científica que sustente los procesos; ejemplo de esto es la rotativa de técnicos cada temporada, se generan grandes diferencias entre clubes debido a su poder adquisitivo, traducido en refuerzos extranjeros (desde técnicos a jugadores). En sí, nuestro fútbol alimenta pasiones mas no genera deportistas de élite capaces de tener una representatividad coherente con las inversiones que se realizan. Claro es que el fútbol en Chile tiene un lugar de privilegio y que innegablemente es nuestro “deporte rey”, hecho que resta importancia a las otras disciplinas que “sí” se trabajan o pretenden hacerlo, bajo el alero del alto rendimiento, siendo esta situación de un efecto mediático que moviliza y demanda más interesados.

 Chile pretende tener alto rendimiento

Para ser sinceros, en Chile aún no entramos a un nivel de alto rendimiento como tal, como se explicaba anteriormente, estamos en vía de ello, siempre con pocos recursos, con pocos profesionales capacitados multidisciplinariamente para apoyar los procesos de 4, 6 y hasta 10 años, que son las cifras normales de trabajo cuando se detecta un potencial talento deportivo en países más desarrollados que el nuestro.

No debemos negar los esfuerzos que hacen las distintas federaciones en conjunto con sus asociaciones y clubes, que son la piedra angular de todo proceso deportivo; el aporte estatal del Instituto Nacional de Deportes y el reciente Ministerio del Deporte con sus diversos programas de inclusión deportiva desde los niveles formativos hasta el alto rendimiento y las buenas intenciones de generar política pública deportiva. Pero, siempre será poco si no pretendemos argumentar procesos serios y de largo plazo que permitan desarrollar las distintas actividades deportivas nacionales.

Entendiendo aquello, vemos que nuestro país tiende a sesgar horizontes, a centralizar y potenciar su centro neurálgico y evitar recriminaciones más allá de “visitas a la Moneda” (que normalmente son por un “siga participando”, como en el último Mundial de Fútbol disputado en Brasil). No podemos pretender estar a la altura, pero no por eso debemos dejar de ser luchadores y concretar procesos deportivos de largo aliento; trabajar por quienes han decidido –así como usted o yo a trabajar en una u otra cosa- vivir del deporte y brindar alegría a todos sus seguidores y quizás, si es más mediático, a todos los chilenos.

TAGS: Alto Rendimiento Deportivo

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