El campeón peso medio de Argentina que se hizo de un nombre en Chile, con una dilatada carrera amateur con 200 peleas hacia 1930, donde fue una estrella en ascenso debido a su habilidad para leer los combates. Participó en campeonatos amateur en Chicago en los cuales destacó y pulió su estilo frontal en los Estados Unidos, y regresó a su natal Rosario, se hizo profesional hacia 1937. En sus primeros combates ganó muy poco y esto le forjó un ávido interés por el ahorro, una cualidad poco común en el boxeo en general y en la época, entendiendo que los sistemas laborales de la primera mitad del siglo XX, eran precarios y sin seguridad social, que en Chile no existió hasta 1924 al menos para trabajadores formales.
Esta preocupación por el trabajo y su sobrevivencia forjó la personalidad pugilística de Piceda quien siempre se destacó por su actitud deportiva y profesional, entendiendo el boxeo como una profesión más, la que merecía dedicación y metodología, así mismo comprendió que la base del deporte era el espectáculo. Una vez campeón peso medio de Argentina su manager Umberto Natale, quien conocía el deporte desde Italia, lo trajo a Chile para llegar a las grandes carteleras de Santiago, es así como debutó en las primeras ligas de nuestro país en 1944 contra Humberto Buccione en el Caupolicán, en un combate que comenzó con el intercambio desde el primer round y se fue a un espectacular empate al 15vo asalto, en el que electrizó al recinto de la calle San Diego. Este combate fue tan espectacular que se repitió el mismo año en Buenos Aires, movilizando a la prensa nacional para cubrir el combate en el Luna Park de Buenos Aires, en donde venció a Buccione, y tuvo una tercera para contra Buccione en el Caupolicán, donde también ganó por puntos.«Piceda conocía el negocio, sabía ser espectacular cuando debía serlo, se tomaba el boxeo como algo serio y una profesión, supo ser superior en este aspecto, se retiró a buena edad, siendo un próspero comerciante en su natal Rosario.»
En Chile siempre fue bien recibido ya que llegaba en excelente forma a los combates y su metódicas actuaciones, llegando al round 15 después de duras batallas. Piceda se vendía bien, sus llegadas a Chile eran mediáticas y espectaculares, se promocionaba en sparrings abiertos a la prensa, cosa que es utilizada hoy por los grandes púgiles comerciales, y al momento de combatir lo hacía con suma preparación física para llevar el encuentro hasta el final dando espectáculo seguro cuando se presentaba en el Caupolicán o en el Luna Park, esto lo volvió una carta segura en el Santiago de 1945, en donde la bohemia y el deporte funcionaban como una unidad que mantenía vivo el deporte espectáculo como es el boxeo. A mediados del siglo XX, el fin de semana era una oferta completa de boxeo, baile y bohemia, tal como sucede en el primer mundo, esto volvió muy dinámico el circuito de boxeo local. Piceda volvió a Chile en 1946 y le ganó por puntos al experimentado Antonio Fernández «Fernandito» en un combate espectacular dada la alta calidad técnica de este último. Piceda conocía el negocio, sabía ser espectacular cuando debía serlo, se tomaba el boxeo como algo serio y una profesión, supo ser superior en este aspecto, se retiró a buena edad, siendo un próspero comerciante en su natal Rosario.
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