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Un punto de partida: #LibrosSinIVA

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Mi amigo Enzo Abbagliati no se aguantó y, con toda claridad y sensatez, publicó su rechazo a la campaña que un grupo de ciudadanos hemos decidido impulsar para eliminar el IVA a los libros en Chile. Enzo fue subdirector de Bibliotecas Públicas y es mucho más que un inquieto parroquiano en los debates en torno a la lectura y las bibliotecas en nuestro país. Sus argumentos son muy atendibles y reflejan, en este caso, una posición similar a la que tienen otros y cuya reacción común puede resumirse así: «eliminar el IVA al libro no es la solución; la solución es otra». Como se ve, coincidimos irremediablemente en que hay un problema. La campaña, sin embargo, no ha propuesto una solución global, sólo ha sugerido un comienzo.

La eliminación del IVA al libro debiera ser la primera pieza de un plan más ambicioso, integral y definitivo de promoción del libro y la lectura. ¿Por qué? Porque, siguiendo el ejemplo de una abrumadora cantidad de países, debiera existir coherencia entre la importancia que le asignamos como sociedad al libro y el tratamiento que tiene éste en nuestro sistema tributario; porque Chile era un país sin IVA al libro hasta 1976 y hay, por tanto, un imperativo ético de saldar una deuda histórica con los valores democráticos; y porque, además, es una medida efectiva para mejorar el acceso al libro y la lectura.

A diferencia de Enzo —que sostiene que esta campaña pareciera ir «en sentido contrario a lo que el país demanda»—, yo creo que está justamente en sintonía con la necesidad de una mejor distribución del acceso a los bienes simbólicos. ¿No es ésa la pelea por una educación pública de calidad?

En lo que sigue voy a comentar punto a punto, y brevemente, cada uno de los argumentos técnicos de Enzo. Comentaré al final su plan B, «con B de biblioteca».

Uno. La afirmación «el precio de los libros no está entre las principales razones que los chilenos esgrimimos para justificar por qué no leemos» no es rigurosa. Lo que es cierto, y de acuerdo a los mismos estudios que Enzo cita, es que entre quienes se declaran no lectores o poco lectores el precio de los libros no es mencionado como una de las principales dificultades de acceso. Insisto: entre no lectores y poco lectores. ¿Cuál es el panorama en el otro grupo, entre los lectores: la gente que tiene el hábito y la costumbre de leer y que tiene una valoración distinta del libro? Uno estudio de la Fundación La Fuente y Adimark indicó que el 84% de los chilenos (sí, esta vez una muestra representativa de todos los lectores) cree que los libros son caros. ¿No es ése un argumento suficiente para demostrar que el precio de los libros en Chile es una dificultad para su acceso? ¿De verdad necesitamos una encuesta para advertirlo?

Dos. Lo que Enzo llama «la obstinada realidad» son, en este caso, cifras de estudios de distintos países que, como lo he mencionado en otra parte, yo sugiero comparar con mucho cuidado. Sostener que el IVA al libro ha sido irrelevante vista la situación medianamente favorable de la lectura en Chile, es desconocer que en este fenómeno y su medición concurren muchísimas variables: calidad de la educación, ingreso per cápita, niveles de salarios, red de bibliotecas públicas, etcétera. Una comparación seria en este sentido sería evaluar los índices de lectura en relación a un conjunto amplio de variables económicas: estoy seguro que en ese ranking Chile aparecería en la parte baja. Por otra parte, cuando señalamos que la mayoría de los países tienen un IVA cero o una IVA diferenciado para el libro, lo que estamos diciendo, «de manera implícita», es que esos países han llegado a un consenso sobre la importancia que tiene el libro en la formación de las personas y han llevado ese consenso a su sistema tributario: hacen un esfuerzo de menor recaudación para mejorar su acceso.

Tres. De acuerdo al Estudio sobre Comportamiento Lector del Centro de Microdatos de la Universidad de Chile, los lectores frecuentes tienen una presencia importante en todos los quintiles: en promedio, uno de cada de dos en el cuarto y quinto quintil; y uno de cada tres en los quintiles primero, segundo y tercero. No es ninguna novedad que a medida que avanzamos en los niveles de ingresos los índices de lectura mejoran, pero lo que muchas veces pasa inadvertido es que los lectores frecuentes no son patrimonio de los sectores medios y altos, como se suele pensar, sino que se reparten en todos los segmentos sociales. Quiero sostener con esto la hipótesis de que el libro está mucho más presente en los hogares chilenos que lo que en general hemos creído. Basta darse una vuelta primero por una librería del Parque Arauco y luego por la calle San Diego para advertir que, con distintos niveles de gasto, las familias chilenas enfrentan la compra de libros. Lo verdaderamente injusto es que buena parte de esas familias estén condenadas a acceder al comercio informal, a libros de segunda mano y a libros piratas. ¿Qué tan regresiva, entonces, puede ser la medida de eliminar el IVA a los libros? ¿De verdad vamos a considerar regresiva esta medida porque favorece también al comprador impulsivo de libros que gasta sendas sumas de dinero todos los meses? Probablemente ese señor sea insignificante para la estadística. Pero, además, ¿qué tan regresiva puede ser una medida que aumentará las asignaciones presupuestarias de bibliotecas públicas y privadas?

Cuatro. Entiendo el asunto de la concentración geográfica de la oferta, pero pedir que la eliminación del IVA al libro solucione este problema es un despropósito. Tendríamos que hacer veinte revoluciones culturales y poner el sistema varias veces de cabeza para que un día veamos florecer librerías en Putre.

Cinco. ¿Por qué el libro y no los alimentos básicos? Muchos sistemas tributarios tienen distintas tasas de gravamen para distintos productos: los bienes que cubren las necesidades más elementales tienden a estar gravados con una tasa menor de impuesto al consumo, justamente para favorecer su circulación. España, por ejemplo, tiene tres tipos de IVA: hiperreducido (4%), reducido (8%) y normal (18%). Los libros y los alimentos básicos están gravados con el IVA del 4%. ¿Cuál es la señal que da el Estado español con esa medida tributaria? Una muy clara: los libros están en el mismo nivel de necesidad que los alimentos básicos. ¿Por qué no podemos tener en Chile un sistema tributario que suponga un IVA reducido para libros, remedios y alimentos básicos? Si podemos buscar alternativas para compensar la menor recaudación fiscal, ¿por qué no?

¿Plan B? Enzo remata su nota diciendo que «hay un plan B. Sí, con B de Biblioteca». A mi juicio, las bibliotecas no son ningún plan alternativo: su fortalecimiento debiese ser parte importante de cualquier programa de fomento del libro y la lectura. Pero, ¿cuál es la realidad de las bibliotecas públicas en Chile? Según el citado Estudio de Comportamiento Lector, sólo el 15% de la población asistió el último año a una biblioteca. Ese mismo estudio señala que el 35% de las personas compra los libros que lee, 29% los pide prestado a amigos y familiares y sólo el 11% accede a ellos a través de una biblioteca. Esto demuestra no sólo que en el ámbito de las bibliotecas públicas hay mucho por hacer, sino que el principal medio de acceso a los libros es el mercado. ¿Por qué no implementar una medida probada, que convoca amplios consensos, y que justamente favorece el acceso a los libros a través del mercado?

Se trata —tal como lo hablaba esta tarde con mi amigo Miguelángel Sánchez— de democratizar una experiencia de lectura más plena, que ni la mejor biblioteca pública puede entregar: aquella experiencia en la que tenemos derecho a ser curadores de nuestra propia biblioteca, heredarla a nuestros hijos, tomar un libro a la hora que queramos, rayarlo, subrayarlo, prestarlo, regalarlo o incluso abandonarlo. Los libros sin IVA son un punto de partida.

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Comentarios

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10 de julio

Creo que hay que tener cuidado al momento de comparar la campaña #LibrosSinIVA con las consignas del movimiento estudiantil, dado que, el lugar donde el libro es gratuito y se transforma en un bien público es en la biblioteca (pública). Si yo compro un libro, pasa a ser un bien privado y no de acceso «abierto».
También hay que tener cuidado cuando se habla de promover acceso, por que, a mi juicio, y bajo sus palabras, Marco, me parece que la campaña busca incrementar el consumo de los actuales lectores, no ser una campaña de fomento lector en términos de acceso equitativo.
Finalmente, creo que si la biblioteca pública está tan «abandonada» es porque, precisamente, no existe una legislación que la proteja y garantice estándares de calidad. Quedan a merced de cada sostenedor, por tanto, si de acceso se trata ¿por qué no mejor legislar en favor de las bibliotecas, como bien público y gratuito, en lugar de fomentar el mercado del libro?

Ignacius

10 de julio

La punta del iceberg es la eliminación del IVA al libro pero cómo estamos en Chile lo van a disminuir. Sin embargo, la disminución al costo del libro debería estar de la mano con un plan nacional de lectura que comience desde Kinder hasta las personas de tercera edad, es decir, una política de estado que perdure a los 4 años de Gobierno de turno y que incentive el poder de la lectura y el buen uso de las bibliotecas públicas.
Sino se instaura un correcto plan de lectura que perdure en el tiempo (no como el maletín literario) , la eliminación o disminución del IVA solo será tener libros más baratos en las vitrinas de las librerías

Andrea Larroucau

10 de julio

Estimado Marco Antonio: estoy bastante de acuerdo con su reflexión, sin embargo, existe un punto que suele quedar en el olvido al momento de discutir la falta de lectores en nuestro país y es que para generar buenos lectores se necesita que los niños tenga acceso a los libros, a buenos libros y a muchos de ellos para poder elegir a entera libertad. Un buen lector ya sea joven o adulto, por lo general fue un niño que tuvo un padre o un profesor que logró motivarlo con la magia que existe entre las páginas de un cuento. Pero para lograr aquello, se requiere que los niños accedan a buenos títulos, bonitos y baratos, y eso, créame, no es fácil, principalmente por el precio. Asimismo se requiere de bibliotecas públicas, muchas, no las pocas que existen hoy en día, con espacios debidamente habilitados para que los pequeños busquen y descubran. En el último tiempo se han dado buenas iniciativas para fomentar la lectura infantil, pero no es suficiente. Mientras no se desarrolle una política pública enfocada a fomentar la lectura infantil, los cuentacuentos y el despliege de un catálogo amplio y barato para el público menor de edad, no vamos a tener jóvenes y adultos lectores; la lectura mínima u obligatoria, no basta.
Andrea Larroucau

solopol

13 de julio

Los libros en Chile son caros porque no se producen economias de escala, porque la gente lee demasiado poco como para que se produzcan muchos libros, y porque tampoco las grandes riquezas del pais estan interesadas en invertir en la industria editorial. No he conocido a nadie endeudado para comprar libros, si para comprar otros articulos, a veces no muy necesarios. En Chile al libro siempre se le va a encontrar caro, libros de 5 mil pesos de valor serán considerados caros pero un par de botellas de pisco por el mismo precio no será considerado caro. Estoy por eliminar el IVA a los libros pero no se saca nada con engañarse, en nuestro país acostumbramos a decir una cosa distinta de lo que se piensa. La gente no lee ni le interesa, si tiene altos indices de lectura probablemente es de diarios o de manuales tecnicos, no de libros o literatura propiamente tal. Las personas no consideran los libros necesarios, de ahi la valoración que le dan. El precio refleja en cierta forma la utilidad que se le otorga, y como he dicho al libro se le valora poco. Y creo esto es transversal, no tiene que ver con clases sociales como se piensa a veces, porque no veo los grandes empresarios invirtiendo en editoriales, no tenemos la Salvat por ejemplo. Las economias de escala se producen por ejemplo cuando una matriz de imprenta de un libro sirve para producir tanto 2.000 libros como 20.000 libros. Sirve de la misma forma, de forma que mientras mas libros se produzcan con la misma matriz se abaratan los costos y cada ejemplar se va haciendo mas barato. Al haber poca demanda y consumo de libros sucede eso. Saludos

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