1 ¿Murió Giannini el 25 de noviembre de 2014? Si simplemente sí, la cosa –además de muy triste- viene grave. Basta para la gravedad recordar sus reflexiones acerca de lo que sucede cuando muere un filósofo chileno:
“en Chile la filosofía muere con quien la piensa”
(entrevista con Iván Jaksic, 1985)
Aquello que ha pensado y publicado, y comunicado, un filósofo chileno, desaparece con el silencio de su voz. Con la muerte de Giannini comenzaría la desaparición del pensamiento de Giannini. En la etapa acostumbrada de los elogios con el féretro tibio apenas entrando en la memoria, todavía todos lo aplauden.Giannini es el filósofo de la clase media humilde y esforzada dos décadas anterior al año 73, que cultivó un sorprendente amor a la institución de la Universidad .
En el olvido usual que los filósofos chilenos otorgan a sus compañeros, estos elogios resultarían los preparativos de la ceremonia fría y mucho más permanente del olvido
Porque de compañeros y amistades también habló Giannini en esa entrevista. O sea de sus amigos filosóficos paradojalmente no filósofos “de profesión”: “Yo he tenido amistades filosóficas fundamentalmente fuera de la universidad”.
Tenía la voz de Giannini una franqueza personal absolutamente extraña al gremio filosófico chileno. En el gremio predomina la comunicación formal o prejuiciada tras la “dificultades conceptuales” de las opiniones filosóficas de cada cual. Hay muchos congresos, cada vez más academia; muy pocos diálogos, conversaciones libres en torno de ideas. No lo digo yo, sigue Giannini: “Si la filosofía es eso, diálogo, entonces se ha dado en Chile una situación totalmente anómala”.
2 Para peor parece que se acaba de morir el único filósofo chileno. No el único en términos de cantidad, pero algo como el único en cuanto a su reconocimiento en Chile (asunto que, en la cotidianidad de ser chileno, dicen lo mismo). Lo confirma Daniel Hopenhayn de The Clinic, relatando literalmente las últimas palabras filosóficas de Giannini –ese lunes 24 terminó la entrevista que le hacía, fue a tomar la grabadora, miró al filósofo, y se dio cuenta de que iba partiendo-.
El papá de Daniel, aunque no lo crean otro filósofo chileno –este sí de nombre improbable: Martin Hopenhayn, que perfectamente puede pasar por importado de una universidad alemana-, siempre cuando cabro chico le decía que Giannini era “el filósofo más famoso de Chile”.
A mí todavía me sucede (estoy seguro que a los colegas también, pero lo cuentan poco): ¿filósofo chileno?, me mira sorprendida con espontaneidad interrogativa (¿existen?) la gente común que uno conoce por aquí o por allá. Este cotidiano refleja directamente en qué sentido Giannini era “el más famoso”… y el único conocido. El único socialmente relevante y existente. Los demás están “encerrados en la Universidad”, que es otra expresión de Giannini en esa entrevista, y que refería específicamente a Jorge Millas antes de 1976.
Aquel “en Chile la filosofía muere con quien la piensa”, lo dijo Giannini pensando en la desaparición de Millas a poco de su muerte en 1982 –olvido que se ha continuado hasta el presente con las excepciones en regla-.
“Yo creo que Millas no ha dejado mucha huella. Que a pesar de todo siguió siendo un ser solitario… (En Chile) No hay discipulado. Es un poco la selva intelectual en ese sentido. Se dan las cosas pero mueren con los autores y no se transmiten con la belleza de una comunidad intelectual”
Agustín Squella compara y asemeja a Giannini con Millas (ver el mismo The Clinic). Malos presagios para Giannini a pocos días de su funeral.
3 Entonces, ¿qué lo hizo en vida el “más famoso”? No ciertamente su filosofía –salvo quizás esa “Breve historia de la filosofía” que se volvió texto escolar, y en los colegios me han soplado que de pronto es más valorada por lo breve que por lo de filosófica-. Tampoco por su influencia filosófica en las universidades –ha sido repetido hasta el hartazgo que los filósofos chilenos no nos estudiamos entre nosotros-.
Creo que su fama es su personaje. Y su personaje fue una personalidad. Fíjense que, a pesar de las opiniones bastante puntudas que Giannini tenía –algunas de las cuales hemos citado aquí-, algo en su aura era gentil y muy caballero. Trasuntaba “un ejemplo de las principales virtudes universitarias” (Squella). Fue coherentemente un universitario contra la dictadura, pero no se puede decir que haya logrado mucho.
Si Giannini fue el más famoso y el único filósofo chileno, no afirmaría simplemente que es el filósofo chileno que más me interesa. Pero había algo de muy chileno en él. Hasta en la forma cómo sonreía, como te escuchaba o te esquivaba. Algo melancólico también, que se estaba yendo a medida que los años se ponían viejos.
Giannini es el filósofo de la clase media humilde y esforzada dos décadas anterior al año 73. Entonces cultivó un sorprendente amor a la institución de la Universidad .Después vio encenderse y quemarse las pasiones revolucionarias enfrente y a su alrededor. Pensativamente, Giannini caminó junto a esta historia. Baste esa actitud para hacerlo un pensador de su tiempo. Algo extraordinariamente infrecuente en la filosofía chilena.
4 ¿Qué hacemos para que Giannini no se nos muera dos veces?
Bastaría con hacerle caso: “Lo primero que debe ocurrir es la relación profesor-alumno, y después la relación autor-lector, que es la otra que no hay en Chile”. Ambas crean “la relación de escuela”, “ambiente propicio para transmitir el trabajo del maestro”.
La Fundación Millas tardó 30 años después de su muerte en aparecer. Sólo ha podido recoger las hilachas de un valioso trabajo filosófico. Propongo que en seguida comencemos a trabajar para una Fundación Humberto Giannini, que tenga entre sus propósitos no solamente no olvidarlo sino continuarlo. Hacer de su vida y su obra el germen posible para una corriente en la filosofía chilena.
Fíjense que si llegásemos a lograrlo sería la primera vez que un pensador chileno crea “escuela”. Esa que es tan fácil entre nosotros con heideggerianos, wittgenstenianos, derridianos, habermasianos, levinasianos, etc.
Comentarios
28 de julio
Permítame dirigirme a usted, buen amigo Fernando, a mi pesar con brevedad en este comentario, para convenir con usted y con el señor Giannini en un fortalecer las relaciones autor-alumno y autor-lector como condición necesaria para un desarrollo fructífero de la filosofía en Chile; aún más, algo que también usted insinuó y que yo, desde mi modesto anonimato, no universitario, ya veía como problemático: el hecho de no leerse, de no convivir, de no dialogarse -como diría el señor Gianinni- provoca la muerte temprana de cualquier reflexión, sea ésta nacida dentro o fuera del ámbito universitario. Le dejo mi agradecimiento por este artículo y por vuestra mirada esperanzadora en que la filosofía del señor Gianinni no pase al olvido como la de Molina Garmendia, Jorge millas, y otros que deberían formar y enseñarse como iniciadores de la filosofía chilena. Gracias
+1
28 de julio
estimado Mauricio,
como usté dice, así generalmente sucede:
«el hecho de no leerse, de no convivir, de no dialogarse -como diría el señor Gianinni- provoca la muerte temprana de cualquier reflexión, sea ésta nacida dentro o fuera del ámbito universitario»
–por eso lo invito a juntarse, a comunicarse, con los colegas para hacer amistades filosóficas; desde ya, lo invito a continuar escribiéndome al correo que aparece en mi perfil en este Portal–
mándeme , por favor, sus ideas, y, mejor, sus experiencias personales que podemos re-flexionar hacia un pensamiento compartido. Atte.