Llaman a la puerta, miro el reloj, son las seis de la tarde. Dudo si abrir. Insisten, esta vez con cierto ritmo. ¡Qué osadía tocar de esa manera! Al mismo tiempo que me pongo una camiseta acudo a ver quién llama. Levanto la tapa de la mirilla intentando no hacer ruido. La mala suerte me traiciona. Un pequeño chasquido que se convierte en eco me delata. Me he dejado las gafas en la habitación y la miopía me impide ver con claridad. Miento. Quisiera fingir que es un vendedor, preferiría incluso a un vecino molesto o a un predicador. Más no vale engaño alguno cuando sé a ciencia cierta que es mi marido. Enrojezco de furor ¡qué haces ahora aquí! Debería abrir de golpe y gritarle la verdad a la cara. Pero no puedo, no debo, ella me espera en la habitación, como cada tarde. Vuelvo corriendo a su lado como si quisiera que ella resolviera la situación por mí.
«Debería abrir de golpe y gritarle la verdad a la cara. Pero no puedo, no debo, ella me espera en la habitación, como cada tarde. Vuelvo corriendo a su lado como si quisiera que ella resolviera la situación por mí.»
—¿Quién es? pregunta. Casi a la fuerza la abrazo y nos hacemos un ovillo sobre la cama.
—Es él pero no voy a abrir, no volveré a abrir nunca.
—No digas tonterías. Han pasado tres meses y no has sido capaz de contárselo —dijo en tono enfadado.
—¿Cómo iba a hacerlo? Si lo quiero tanto como a ti —pensé.
Mi celular empieza a sonar y vislumbro que se acerca el final. Es él, debe serlo, me preguntará qué pasa, lo notará en mi voz. Lo dejaré sonar hasta que deje de llamar o descubra por sí mismo algo que ni siquiera puede intuir. Las dos respiramos profundo y nos besamos como si nada importara.
Unas pequeñas manos empujan la puerta con timidez. Se cuela una suave voz me aleja cruelmente de mi cobijo y del beso.
—Mami es papá, le he abierto la puerta.
Comentarios
04 de junio
Excelente microrelato. Aunque no esperaba encontrarlo aquí, en una página más dedicada al ensayo sobre diversos temas. Felicidades a la autora y deseos de más relatos como éste.
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