Esta vez el espectador no está frente a la víctima, sino que se ve forzado a ponerse en su lugar, a mirar lo que aquél mira, a ver y sentir el paso del tiempo, bajo el tamiz de una luz que va apagándose inexorablemente.
El 21 de noviembre pasado, el Parque de la Memoria de la ciudad de Buenos Aires, recinto que rinde tributo a las víctimas del terrorismo de Estado en Argentina, recibió una magnífica exposición de Alfredo Jaar titulada Estudios sobre la Felicidad. Se trata de la primera vez que Buenos Aires recibe una exposición de nuestro premio nacional de arte.
Estudios sobre la Felicidad recoge la creación artística de Jaar en Chile y sus primeras obras como residente en Nueva York. Se trata de la obra de, en la época, un joven artista profundamente impactado por la realidad de la dictadura en el país, obsesionado por la fractura de Chile: 11 de septiembre de 1973, Opus 1981, Telecomunicación, Chile 1981, Antes de partir, Caras, Cien años de soledad, Un logo para América, 11.09.73.12.10, Mago, Autorretrato, Buscando a K y El Lamento de las imágenes, son las obras que junto a los Estudios sobre la Felicidad componen una exposición que ya quisiéramos ver en Chile.
La exposición presenta también el trabajo de Jaar para el Parque de la Memoria, denominado Punto Ciego. En un recinto obscuro, una pantalla reproduce en tiempo real lo que está ocurriendo en una celda subterránea, tenuemente iluminada por la luz natural que penetra desde su parte superior. La angustiante visión logra transmitir la soledad del prisionero que no sabe ni dónde ni por cuánto tiempo estará recluido. Como en otros trabajos de su autoría, Jaar nos trae la presencia de las víctimas entre nosotros. A los ojos de Gutete Emerita, los rostros recortados a contraluz de Geometría de la conciencia, se unen ahora las sensaciones que despiertan en el público compartir la visión del prisionero. Esta vez el espectador no está frente a la víctima, sino que se ve forzado a ponerse en su lugar, a mirar lo que aquél mira, a ver y sentir el paso del tiempo, bajo el tamiz de una luz que va apagándose inexorablemente.
La obra Punto ciego está pensada como una instalación permanente para el Parque de la Memoria, al modo que lo está Geometría de la conciencia en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago. Jaar logra unir ambos sitios de conciencia en una opción común por referir la memoria desde el arte, universalizando la experiencia de las víctimas desde su perspectiva más subjetiva y evocativa, desde su lado más humano y doloroso, desde la comprensión más profunda de lo absolutamente inaceptable.
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