LITMU ONG, desde “Literatura de Mujeres”, mantiene un trabajo permanente de rescate y visibilización de la literatura de mujeres en la región de La Araucanía, donde nos visitó Ximena Gautier Greve un 28 de septiembre del 2016, fecha en que presentamos en el Instituto Indígena de la UFRO su última publicación: «El Nerudicidio. La trágica muerte de Pablo Neruda», en edición bilingüe, español-inglés, dividida en dieciséis «duelos» o poemas dolientes.
Ximena Gautier Greve, chilena que nos lee desde Francia, poeta social, en cada “duelo” de su libro poesía interpreta el llanto del país por su poeta, el Albatros Blanco que abre sus alas dando el aviso de felonía cuando se escucha en radioemisoras nacionales el bombardeo a La Moneda. Nos hace reencontrarnos con aquellos conceptos de Hombre Nuevo que hoy parecen olvidados: «¡Porque sépanlo todos y no lo olviden jamás!/ somos la sal y el agua de este mundo/ que no podrán matar,/ porque no tenemos fin!», que me parece una alusión directa a la Palabra en Mateo 5:13
La autora nos invita al futuro: “Yo no canto a presente ni al pasado/ sólo al airado futuro voy construyendo,/ por eso los llamo:/ hermano, hermana, niños.” El futuro, dice, se edifica sí o sí, y se presentará en un constructo irreductible.Lo cierto es que el Albatros, el Poeta, como atalaya de Chile, es Chile mismo; y la muerte del Poeta que no muere: «Renacerás./ Volverás como luz tras la noche,/ porque eras el agua de nuestro ensueño/ y los sueños son como el aire:/ no mueren jamás.»
En el Segundo Duelo, la naturaleza misma cuestiona los acontecimientos en Chile: “Hay momentos en que el océano/ clama con más fuerza/ las preguntas que hace la noche.” La noche participa porque en la oscuridad es donde se confabulan iniquidades, y en la unión que ésta secretamente plasma con el mar en los horizontes, se lamenta, interpretando las preguntas en que la noche como una entidad viva, también tiene ante lo oscuro de lo oculto que no es ella misma.
Paradojalmente, el mismo Neruda que vio de cerca el dolor del franquismo, y ayudó solidariamente a tantas familias a encontrar una nueva Patria, ve ahora a Chile como España, en el Tercer Duelo: “Y Neruda que ya conoce al fascismo,/ que llamó al mundo a ver la sangre/ española corriendo por las calles/ verá hoy la chilena vaciándose sobre/ los puentes y las veredas de Santiago… El Cuarto Duelo, describe los rostros embadurnados de los soldados mestizos contra su propio pueblo, en alusión a la actitud acomplejada de los chilenos de querer blanquearnos o europeizarnos sin reconocer nuestra mesticidad, en esa alianza racial-social menoscabada que nos quiere hacer ver como trasplantados en nuestro propio país. Una certera apreciación diagnóstica social de la Poeta, especialmente porque ella nos mira también desde la distancia del exilio, tal como dijo, como el artista mira un cuadro.
La dictadura propiamente tal es un lugar al que se cae, como un objeto, un cuerpo; Chile cae “exangüe, en dictadura”. Ésta viene a constituir un lugar más que un estado o proceso de la historia, es un sitio, un pozo, un abismo que acarrea un estado de tristeza y depresión: “El nido de valles y sierras de poetas,/ la cuna del canto telúrico y la tonada,/ ya no oirá gorjear las golondrinas/ ni silbarán más los mirlos sobre las olas lapidarias/ de cuarzos, de jades y de espumas…”
En el Sexto Duelo la poeta señala que el “pillaje es la guerra al arte y a la vida”. “Sobre las veredas de las calles de Santiago, /en piras se yergue el conocimiento humano/…/ Los libros arden./ Donoso escrutinio oscurantista./ Las hogueras crepitan en todo Chile, /altas de fanatismo,/ estulticia e ignorancia rasa.”
Los siguientes Duelos (Décimo) hablan de Cartagena, la huida de santiaguinos para quedar entre la playa y el mar, como el pueblo de Israel huyendo del Faraón de Egipto, sólo que a nosotros no nos vino la ayuda divina y no había un Moisés ni un Aarón; y el Duelo Duodécimo al Décimo Sexto habla de la ignominiosa humillación por la que peregrina el Poeta, el Albatros Blanco, buscando ayuda médica sorteando los controles militares. Matilde, la musa; Manuel Araya el Camarada, la habitación 406 de la Clínica Santa María, donde lo visitan Embajadores de diversos países; la extraña inyección en el vientre, y la muerte del Albatros que es Chile. Efectivamente, como señala el prologuista de la obra, don Luis Weinstein C., desde Isla Negra en diciembre del 2011, el final del Albatros Atalaya es imaginario en esta obra de Ximena Gautier Greve.
Lo cierto es que el Albatros, el Poeta, como atalaya de Chile, es Chile mismo; y la muerte del Poeta que no muere: «Renacerás./ Volverás como luz tras la noche,/ porque eras el agua de nuestro ensueño/ y los sueños son como el aire:/ no mueren jamás.»
Ximena ha establecido un decreto literario sobre Chile. Un decreto de esperanza, de volver a la memoria para entender, comprender y comprehender lo que vivimos, proceso sin el cual no podemos sanar las heridas y avanzar. Nos ha hecho reencontrarnos entre los exiliados que no volvieron y los que nunca nos fuimos y quedamos exiliados en nuestro país por el sino de la vicisitudes mezquinas de una historia que aún se escribe.
Finalmente, otra vez las mujeres retomamos el rol de Escribas sociales, contando desde nuestra perspectiva y existencialidad el hacer político-social que nos compete en nuestro compromiso con nuestro país. Pasaron muchos años de silencio casi obligado en que generosamente callamos, pero hoy otra vez las mujeres comenzamos a hacernos oír. ¡Bien por la Literatura de Mujeres!
Comentarios
22 de febrero
Excelente trabajo Patricia. Felicitaciones y gracias por compartirlo.
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