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¿Tiene usted más mérito que yo?

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Es una pregunta simple: ¿tiene usted más mérito que yo? Usted no me conoce (o tal vez sí). Tal vez conoce algo que he hecho, o que alguien más ha hecho. Pero eso da lo mismo. En el Estado chileno post-dictatorial el mérito ha sido parte de todos los discursos y políticas de quienes han ostentado el poder, ya sea en educación, en la administración pública, en la organización de la vida social. Y ellos –los poderosos- tampoco me conocen, ni a usted que lee esto. Pero aún así, han decidido confiar en los burócratas y tecnócratas, los profetas del neoliberalismo, para generar las tecnologías que permitan juzgar el mérito. El mérito que usted o yo tendríamos. Para cualquier cosa.

¿Tiene usted más mérito que yo? Quizá tuvo un puntaje más alto en la prueba de selección a la universidad. Quizá se sacó mejores notas que yo en la escuela, liceo o colegio. Quizá maneja la pelota con más destreza que yo en una cancha de fútbol. Quizá puede jugar videojuegos con más pericia que yo. Quizás usted lee más que yo, o escribe más que yo. Quizás usted es más informado sobre los planes de Isapres y AFP que yo. Quizá usted tiene menos deuda que yo. Quizá usted tiene una historia más sacrificada que yo. Quizá tiene una historia menos sacrificada. Quizá usted trabaja de forma más dedicada que yo. ¿Tiene usted más mérito que yo?


El mérito, el criterio meritocrático, es una formalización de un mercado de subjetividades respecto al esfuerzo de otros. Es el establecimiento de mecanismos de competencia regulada que requieren una infraestructura técnica y tecnológica de “juicio meritócrata” para darle una sensación de objetividad que solo satisface a los que no compiten por mostrar tal “mérito”.

El mérito implica el merecimiento de algo. Se asume que alguien “merece” ciertos beneficios que son aparentemente muy escasos. ¿Merece usted el crédito bancario que a mí no me dieron? ¿Merece usted la beca que a mí no me dieron? ¿Merezco yo la beca que me dieron? ¿Merece usted el trabajo que tiene o lo merezco yo? No hay una respuesta simple para esto, pero si hay muchos que claman por fórmulas para hacer que el mérito defina la vida que a uno le toca vivir. ¿Cómo es posible tamaña imaginación y arrogancia? ¿Será que solo importamos los ideales –somo el mérito- que dieron orígenes a nuestras repúblicas, pero no su sustancia, su materialidad, su espíritu rebelde?

¿Cuándo empieza el mérito? ¿En qué etapa de la vida empieza? ¿Será en la pregonada racionalidad en la elección o en el enfrentamiento a la competencia por ser uno mismo? Cuentan que hay escuelas y colegios que hacen pruebas de ingreso a los niños y niñas para definir si los aceptan o no al pre-kínder o kínder. Definen si el niño o niña de 3 o 4 años “se merece” o no un lugar en tales escuelas, en tal o cual educación. ¿Empieza ahí el mérito? ¿Empieza en los padres que le leen en la cuna a la guagua? ¿Empieza en el padre o madre que trabajan cincuenta, sesenta, o setenta y más horas a la semana? ¿Dónde empieza el mérito de nosotros? ¿Empieza en tener buenas notas en la escuela? ¿Empieza con el SIMCE de la escuela? ¿Empieza con la PSU? ¿Empieza con nuestra incursión en el trabajo? ¿Dónde empieza el mérito? ¿Cómo lo sabemos?

¿Tiene usted el mérito para juzgar el mérito de otros? Yo no puedo arrogármelo, pero el Estado se ha organizado con quienes creen que pueden hacerlo de forma automática. Si no me cree, lea todas las veces que la palabra mérito ha aparecido en los discursos presidenciales de los últimos 24 años. Se dará cuenta que sin distinción de coalición, el mérito es el que ha permeado las políticas públicas. Aylwin, Frei, Lagos, Bachelet, Piñera y Bachelet: todos sin distingo dijeron que el mérito tenía que ser el que organizara la función pública del Estado, tanto en los puestos directivos como en las burocracias judiciales. Frei responsabilizaba las fallas y éxitos de la sociedad como mérito de cada uno de los individuos. Lagos, Bachelet y Piñera decían que ningún joven con mérito debe quedar fuera de la educación superior por falta de recursos. Lagos repartió deuda a las y los jóvenes con mérito. Bachelet regalaba computadores a los niños y niñas con mérito, que para ella eran buenas notas en el colegio. Piñera repartió bonos a los niños y niñas con mérito, y bonos a sus madres trabajadoras. Lagos decía que era un mérito que los padres ahorraran para “invertir” en la educación superior de sus hijos. Piñera y Lagos repartían créditos y becas basándose en el “mérito” de rendir una PSU con alto puntaje. Piñera quería (quiere) que el mérito (es decir, los resultados de una prueba de calificación) definan el sueldo de un profesor o profesora que inicia su carrera. También decía que estar casado con la misma pareja por 50 años era un mérito, premiable con un bono. Bachelet dijo en su último discurso del 21 de mayo que quería que el “premio al mérito” sea una realidad, una repetición de lo que dijo en 2006. Ahí está toda nuestra historia post-dictatorial, sin distingo, escrita con el relato del mérito como organizador de la vida.

El mérito, el criterio meritocrático, es una formalización de un mercado de subjetividades respecto al esfuerzo de otros. Es el establecimiento de mecanismos de competencia regulada que requieren una infraestructura técnica y tecnológica de “juicio meritócrata” para darle una sensación de objetividad que solo satisface a los que no compiten por mostrar tal “mérito”. Por eso, los gobiernos no han escatimado recursos para establecer el mérito como organizador de la vida social. Desde la creación de los sistemas de Alta Dirección Pública, pasando por los formularios de “mérito de pobreza” de las encuestas CASEN, por las agencias de acreditación de educación superior, por las tecnologías de medición del mérito (llámese SIMCE, PSU, INICIA, PISA), los rankings de universidades, de escuelas, de profesores, de pobreza, de riqueza. Los rankings de merecimiento.  El Estado neoliberal ha organizado a los “administradores del mérito”, los que deciden si usted o yo, o su universidad, o su profesor, o su población, o su comuna, o su escuela, o su pyme, o su proyecto, tenemos o no suficiente mérito. Es la semántica de la “gestión y liderazgo” que se come con cada vez más fuerza el presupuesto público. El Estado neoliberal ha entregado el juicio sobre el mérito a una casta tecnocrática que se arroga la capacidad de destinar los beneficios con sus bolas mágicas del esfuerzo ajeno. El Estado neoliberal chileno, con todos sus gobiernos progresistas, ha renunciado a la posibilidad de entender qué significa la igualdad y justicia social, y la ha reemplazado por ecuaciones y modelos estadísticos que le permitan operar un mercado de subsidios.

No hay progreso en organizar a la sociedad por “mérito” si eso significa una nueva forma de justificar la desigualdad. El gran relato por el que han optado los progresistas y conservadores neoliberales (hoy en el gobierno, ayer en el gobierno) es el de la “igualdad de oportunidades”. Pero claro, tampoco saben qué es una oportunidad. Solo buscan que todos tengamos en nuestra práctica diaria ese contexto ideal de la racionalidad mercantil, donde podemos evaluar con destreza los “costos” y “oportunidades” de nuestras decisiones de consumo. De consumo desde el pan, los zapatos, la familia, los amigos, los delitos, las cervezas. ¿Será ese el mérito que esperan de nosotros? ¿Será que tenemos que renunciar a la heurística de la informalidad, al goce de la apertura humana, y destinar todos nuestros recursos a hacer ecuaciones de costo-oportunidad? ¿Seremos así meritorios de las migajas del Estado para esta casta de meritócratas que deciden si tenemos o no tenemos mérito?

Y usted, ¿tiene más mérito que yo?

TAGS: Meritoctacia

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Comentarios

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jose-luis-silva

16 de noviembre

El merito no es un ítem genérico señor, es el derecho a recibir reconocimiento por algo específico. Yo tengo menos mérito que Arturo Vidal para estar en la selección de fútbol, pero a lo mejor tengo mas mérito que él para otra actividad. Obviamente el mérito como todo juicio de valor tiene componentes subjetivos y otros objetivos que son mas medibles.

Efectivamente gracias al estado neoliberal, o al menos cuando realmente lo tuvimos, empezamos a salir de toda la mediocridad que era tan característica de Chile, antes todas las pegas buenas eran para los sobrinos de los poderosos en política o emresariales y gracias al sistema neoliberal se eligen según su competencia en el puesto. Gracias al sistema neoliberal las personas tienden a ser elegidas por su mérito para lo que hagan, no por el apellido, o el dinero de los padres o pitutos políticos, etc.. Al alejarnos del camino neoliberal vuelve a funcionar con fuerza el chaqueteo, pituteo, favores políticos, apellidos, similitudes ideológicas y amistades convenientes.

Saludos

Joaquín Plaza I.

17 de noviembre

El merito es clave en el desarrollo de una sociedad normal y coherente, va mucho más allá de que si el sistema es neoliberal o no lo es. El merito es el empeño en sobresalir, en hacer cosas adicionales que pocos harían, en mostrar que uno tiene cualidades y aptitudes que lo puedan distinguir entre el resto.

El merito resumiendo es Dejar una Huella. Uno por ejemplo merece creditos cuando uno se es responsable financieramente y ha demostrado que uno otorga seriedad a los compromisos adquiridos, que es alguien de palabra y por ende alguien en quien confiar.

El merito forma parte de la recompensa, la cual para obtenerla, uno tiene que mostrar evidencias. Por ejemplo, estudio psicología y hay ramos en que me va bien y otros en los cuales paso raspando. Sin embargo, a pesar de que me vaya mal o que me heche un ramo (ojalá que no), quiero mostrar interés (que realmente siento) por sus clases, hacer saber a mis profesores que por lo menos alguien le toma seriedad a la materia, que es participativo para no hacer la clase monotona, este tipo de cosas con el paso de los meses me ha hecho saber que estoy dejando una marca con todos mis actos y que quizás pueda ser merecedor de la disposición absoluta por parte de mis profesores y quien sabe, mis futuros colegas.

Sin emabrgo, a pesar de esto admiro el hecho de que alguien ponga en la palestra este tema.

17 de noviembre

No confundas lo que realmente varios pretendemos con la «meritocracia» y lo que han hecho los que ostentan poder sin tener ningun merito a ella.

Porque el merito no tiene nada que ver ni con una prueba estupida como la PSU o con saber cosas. Tiene mucho que ver con poner fin al que ocupes un puesto que no te corresponde y que obtuviste de mala manera.

Porque no se trata si sabes mas de AFP o sabes menos. Se trata de que si realmente sabes del tema, y puedes demostrar que sabes del tema, y postulas a trabajar en Superintendencia de Pensiones, obviamente quedes en ese empleo, ya que eres la persona adecuada para dicho cargo, porque sabes del tema sin ninguna duda. Pero resulta que no te van a contratar, porque eres Salinas, ¿quien es un Salinas? En cambio contratan al nieto de un ex director de alguna AFP, porque ese es todo su «merito», ser nieto de un ex director de alguna AFP.

«El mérito, el criterio meritocrático, es una formalización de un mercado de subjetividades respecto al esfuerzo de otros.» No, totalmente errado. Estas definiendo lo que se ha hecho con el merito por aquellos que no tienen ninguno. No al merito. El merito no tiene que ver con «mecanismos de competencia regulada». Porque esos mecanismos ¿que son? En el fondo es una forma de «dar esperanza» como dijira el Presidente Snow de los Juegos del Hambre: es darte una impresion de que estas cualificado, cuando en realidad no importa si lo estas o no porque siempre alguien con mejor pituto se quedara con el puesto.

Es como lo que dijo Antonio Muñoz Molina en un articulo bastante polemico sobre el mérito y la meritocracia: «Nadie se ha beneficiado más del rechazo del mérito y de la falta de una administración basada en él que esa morralla innumerable que compone la parte más mediocre y parasitaria de la clase política, el esperpento infame de los grandes corruptos y el hormiguero de los arrimados, los colocados, los asesores, los asistentes, los chivatos, los expertos en nada, los titulares de cargos con denominaciones gaseosas, los emboscados en gabinetes superfluos o directamente imaginarios.» http://elpais.com/elpais/2014/11/05/opinion/1415191412_644375.html Por eso, los gobiernos no han escatimado recursos para establecer el mérito como organizador de la vida social. Porque la idea es que te creas que hay merito, no hacerlo real. Porque si fuera real, muchos de los que ocupan cargos de poder en el Estado no estarian ahi.

solopol

17 de noviembre

Que autoreferente la gente de este país, siempre hablando de ellos, en circunstancias de que, en la realidad, hay bien poco que mostrar aparte de una casa bonita con piscina, un título, etc. Les recomiendo leer un libro que se llama «Pobre Bélgica», escrito por Baudelaire, allí se habla de un país donde todo el mundo tiene necesidad de hablar de sus propios méritos, porque nadie habla de los méritos de los demás. ¿Hay posibilidad de tener un feedback sincero sobre nosotros mismos, a partir de otras personas, o todo lo que hay en Chile viene del autobombo, la soberbia, el egocentrismo? Realmente impresionante.

Athena Ab Aeterno

18 de noviembre

Gio S, ¿Donde puedo encontrar el libro? lo busqué en Antartica y feria chilena del libro y no lo tienen, saludos y gracias por el aporte.

solopol

18 de noviembre

Hola Athena, es un libro difícil de encontrar, creo que puedes averiguar en Internet por una reseña o comentario sobre él, y a partir de allí buscar la editorial. Yo leí una edición el año pasado, pero no recuerdo la editorial, fue un préstamo. Saludos

Athena Ab Aeterno

18 de noviembre

Muchas gracias Gio S. Saludos.

Paulina

17 de noviembre

La competencia produce desigualdad. Hay 2 panes y 10 hambrientos. Sólo 2 comen. Eso es terriblemente injusto. El discurso del mérito lo que viene a hacer es legitimar que coman sólo 2, porque tienen el mérito. Se esforzaron, siguieron las reglas, llenaron los formularios, cumplieron con los plazos, tienen la trayectoria vital correcta. Está bien que coman. Es una lástima que 8 no coman, pero qué se le va a hacer, hay sólo dos panes. Mejor que se los coman los que hicieron las cosas bien.
Entonces si yo (o usted), queremos desviarnos de la norma, hacer algo que nos parece importante, pero no cabe en el formulario, pensar, tener una idea, divagar, imaginar, soñar, estamos perdiendo el tiempo. Porque si nos dedicamos a algo que no cabe en el formulario, nos morimos de hambre.
Qué efectiva que es la meritocracia para mantener el orden ¿quién decide cuál es ese orden? Los que tengan el poder ¿Son ellos los que tienen el mérito? Hace un tiempo se demostró que antes de la gallina viene el huevo. Juzgue Ud.

18 de noviembre

Una de las cosas que se olvidan, claramente por no haber vivido toda la historia, es como se genera el pan y las otras cosas.
En estado puro, todos podríamos hacer nuestras cosas, nuestro pan. Pero hay que trabajar en ello.
Luego, las personas quieren pan que no fabrican ellos: deben intercambiar cosas. La máxima para ello, ES TENER ALGO QUE INTERCAMBIAR, ALGO QUE EL OTRO QUIERA. Por lo tanto, no se puede esperar tener algo si no se ofrece algo útil para el otro….entonces, si alguien quiere dedicarse a hacer cosas que a los otros no le interesan o sencillamente no trabajar, no puede esperar que alguien le entregue pan a cambio de nada o de algo poco atractivo. Ahí es donde aparece la visión del Papa-Estado, que sería aquel que nos daría el pan sin pedirnos nada a cambio. Y, como alguien tiene que hacer ese pan, seguramente Papa-Estado tiene que quitárselo a quien lo hace.
Ahora la pregunta ¿quien merece mas comer ese pan?..¿quien lo hace, o todos, incluido el que nada hace?….la respuesta histórica es que quien lo hace; la respuesta populista es todos, hagan lo que hagan.
En ese sentido, siguiendo el camino histórico del dueño del pan, efectivamente para hacer ese pan se colocan al menos 3 ingredientes: planificación, capital y trabajo. En el mundo actual, el capital y la planificación valen mas que el trabajo, por ser este último un commodity; y eso tiene un conflicto mucho mas profundo que la simplicidad con la que lo he descrito. Y esa relación debería tener una regulación protectora sobre el trabajo, para que efectivamente sea un vehículo de dignidad y crecimiento.

18 de noviembre

Paulina

La competencia no genera desigualdad. La competencia es lo que estimula a alguien a superar sus habilidades personales. Porque partimos de una base: todos somos capaces, pero tendremos distintas habilidades, podremos hacer ciertas cosas mejor o peor que otras. ¿Como sabemos que lo hacemos mejor o peor? Simple, en comparacion con los demas. No hay otra forma de saberlo, porque el que yo me crea la mejor pintora del mundo no tiene ninguna validez, tengo que probarlo en relacion a otros pintores y a lo que opinen de mis pinturas. Y eso no es porque el mundo es malo o porque hay un sistema perverso o blablabla: es que nos mentimos constantemente a nosotros mismos sobre lo que somos o no capaces. Asi que la forma efectiva de saberlo realmente es en comparacion con otros. Y sobre todo en comparacion con los que lo hacen bien, no tiene chiste compararse con los que lo hacen peor que uno.

Asi que no es optativo: si tengo habilidad para algo, solo podre realmente explotarla compitiendo con otros que tengan esa habilidad. Y ahi viene el merito: todos podemos jugar futbol, no tiene ciencia chutear una pelota. Pero si me enfrento a un Messi me encuentro ante dos alternativas: o me esfuerzo para jugar con todo mi empeño y luchar para ganar, o me rindo. ¿Seria injusto que ganase Messi igual aunque me empeñase con todas mis fuerzas? No. Me empeñe y perdi ante alguien que tiene mas habilidad que yo en esa disciplina. Lo injusto es que criticara a Messi por ganar, cuando yo no hice nada para hacerlo.

¿Que es el merito? No es hacer algo en especifico. Es que si uno va a hacer algo, hacerlo bien. Si voy a ser empresaria, no tiene ningun merito obtener ganancias explotando a mis trabajadores y cobrando caro. Eso lo hacen todos. El merito es dar calidad, seguridad laboral, buena atencion y obtener ganancias. No tiene ningun merito plantar lechugas: el merito es esforzarte porque esten sanas, que tengan un buen color, que sean ricas… Si voy a cocinar, hacerlo bien, aprender a cocinar y a conjugar sabores, no tirar a la olla los fideos y ponerles huevo.

Lo justo es que si haces las cosas bien, porque te preocupas por hacerlo, te empeñas en hacerlo y te esfuerzas por ello, recibas un incentivo. El merito tiene que ver con un esfuerzo real de superacion personal, es realmente querer hacer las cosas bien porque se entiende que hacerlas bien es lo que corresponde. Y se debe incentivar y premiar a quien actua asi, no porque lo «merezca» sino porque eso estimularia a otros a imitarlo, y tendriamos luego a una sociedad que hace las cosas bien porque sabe que es lo mejor para todos y que todos nos beneficamos de ello.

¿Por que es tan facil criticar al merito? Porque en general no hay esfuerzo. Hacemos lo que se nos pide, no hacemos nada mas que eso (y si es que lo hacemos), no intentamos nada realmente desafiante o que nos implique mas energia o mas empeño…. Por eso es que se le tiene miedo a la meritocracia, porque haria que se elevaran las exigencias, porque habria que empeñarse en conseguir algo, y eso es a lo que mucha gente le tiene pavor. La mayoria se rige por la ley del menor esfuerzo, y eso pasa porque no hay ningun incentivo para hacer las cosas bien.

El merito no tiene nada, pero nada nada que ver con ser medico o ser artista. Cualquiera puede ser medico o artista. Para ambas disciplinas se requiere lo mismo: habilidad y vocacion. Para ambas se necesita estudiar constantemente y practicar. Para ambas se necesita tiempo y dedicacion. Que una este mejor pagada que otra (y lo de mejor pagada es relativo, como saben los medicos del servicio publico) no tiene que ver con el merito, tiene que ver con el mercado laboral que ni pizca sabe del merito. ¿Donde esta el merito? Si decido ser medico, porque tengo habilidad en esa area, no voy a ser del monton, voy a ser un buen medico, voy a estar siempre actualizado, voy a tratar con respeto a mis pacientes y al personal. O si decido ser artista, no voy a ser del monton: voy a esforzarme por desarrollar mi potencial creativo, voy a practicar a diario, voy a renunciar a todo lo que pueda perjudicar a mi carrera…. Me empeñare en realmente explotar todo mi potencial, porque es lo minimo que me merezco.

¿Cuan efectiva es la meritocracia? Suba estos dias al metro y tal vez se de cuenta que jope, como ayudaria al orden social que quienes estuvieran a cargo de ese servicio tuvieran los meritos para ello. Reales meritos, aquel que genera empatia con los demas. Porque ¿sabe que corrupción y mediocridad son conceptos totalmente complementarios y unidos? Creo que no

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