Tenía casi lista una columna de política (para variar) donde expresaba mi opinión sobre las próximas elecciones, pero de repente me encandiló una luz que entró por la ventana (porque se movió la cortina, no vayan a pensar que fue una iluminación celestial) y me di cuenta que sermonear, no valía la pena.
«Calculo que varios me van a hinchar después de esta columna, da igual, espero que se entienda el mensaje y quizás podamos empezar a recordar esos asados donde tratábamos de cambiar el mundo, sin dejar a nadie fuera.»
Escritores, lectores y opinantes del Quinto Poder, estoy medio cansado de ese afán de hablar bonito en pro de un aplauso, de esa meticulosa redacción de citas famosas y pensamientos personales que nos permite contribuir a un proceso reflexivo intenso, amigos míos, siento que no nos estamos permitiendo ser «básicos, ociosos y absurdos», quizás por lo mismo cada día pesco menos Twitter y abro menos Facebook, porque las redes sociales han dejado de ser plazas públicas y hoy se asemejan más a un octágono de MMA.
Extraño la simpleza de la reflexión, esa que ocurre al lado de un asado, con un par de cervezas y olor a carbón, desde donde se trata de arreglar el mundo; hoy pareciera ser que todos quieren imponer sus ideas y nadie desea complementar nada, siendo copia fiel de lo que lo que ocurre en política, donde todos quieren ser dueños del proyecto y cerrar toda opción de recibir aportes de la vereda de enfrente.
Gandhi decía que si hay un idiota en el poder, es porque quienes lo eligieron están bien representados; por consiguiente, si nosotros, las bases, los votantes que no aspiramos a nada más que vivir tranquilos, seguimos polarizados y cerrados a la posibilidad de dialogo con quienes piensan distinto, estaremos bien representados por los idiotas en el poder.
Lo he dicho antes, me encanta la idea de unicameral de Marco, también valoro harto la actitud de Jackson y Boric, con quienes difiero una enormidad, pero ello no impide escucharlos opinar y tratar de encontrar coincidencias.
Y eso hace falta, que nosotros, los representados, empecemos a darnos cuenta que se puede dialogar, en lo personal me he dispuesto a tolerar más a los de la UDI, sin coincidir en lo más mínimo con las visitas sociales que tanto gustan, pero sin odiar, sin putear, sin descalificar, porque no quiero ser parte de un país donde rechazamos la posibilidad de entender al otro.
Calculo que varios me van a hinchar después de esta columna, da igual, espero que se entienda el mensaje y quizás podamos empezar a recordar esos asados donde tratábamos de cambiar el mundo, sin dejar a nadie fuera.
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