Días antes de la marcha realizada ayer sábado por una Patagonía sin represas, conversaba con gente que si bien aprueba la movilización social, no la comprenden como un hecho directamente relacionado a la ecología. “¿En dónde estaban esos que hoy dicen no cuando se aprobaron proyectos como Ralco y la larga lista de termoeléctricas a carbón?”. Claro. Están en su derecho de ver bajo el agua o bajo la lupa –como ustedes prefieran- en este movimiento cruzado necesariamente por el cambio de coalición gobernante.
Salí de casa con una cámara de fotos y me dispuse a intentar develar si este movimiento tiene ideas y tiene una visión propia. De más está decir que desde el inicio de nuestra imperfecta y discutible democracia que no teníamos 40.000 o 100.000 personas en las calles manifestándose. ¿Se manifestarán por moda? ¿Será realmente entretenido asistir sólo para “pelearse con los pacos”? ¿O es una masa inconsciente que se vuelcan a las calles porque sí?
Al llegar al lugar de reunión de los manifestantes, me sorprendió la cantidad de gente: niños, abuelos, jóvenes, adultos, mujeres y manifestaciones artísticas variopintas. Desde artesanos a actores; de vendedores de productos vegetarianos a organizaciones políticas (el PC y sus variantes); Greenpeace, el partido Humanista (y sus variantes naranjas y verdes); pero fundamentalmente personas comunes y corrientes que portaban sus pancartas, lienzos y letreros hechos a mano por ellos mismos.
Me entregaron varios documentos mientras avanzaba por la concentración en Plaza Italia. Uno de ellos, un periódico impreso de un grupo de profesores, el que titulaba “¡Que se vayan todos!”, con una bajada que decía “no va a creer usted, que si aquí se aparece el señor Girardi lo vamos a recibir con buena cara”. Claro, pensé, no se trata de “bandos”, como se empecina en creer el gobierno, sino que se acercan más a una manifestación genuina de ciudadanos con opinión que esta vez buscan ser escuchados sin mediadores. O que manifiestan un rechazo a quienes deben interpretarlos y representarlos políticamente pero no lo han hecho. Interesante.
En la marcha, escuché variadas conversaciones. Adultos que mientras caminaban en la marcha iban discutiendo de política y analizaban la actualidad nacional, o también jóvenes que discutían el valor de comprar una bandera existiendo la alternativa de expresar en pancartas lo que cada uno tiene que decir.
Desde la explosión ciudadana que marcó el proyecto Barrancones, yo venía siguiendo las marchas masivas por Twitter. Asistía a las marchas y adhería a la movilización través de Twitcam. Sin embargo, presenciar una marcha genera una nueva perspectiva, más rica y con muchísimo más contenido. Y en este caso, el de la marcha por una Patagonia sin represas, permite apreciar como confluyen múltiples motivaciones.
Como forma de compartir esa diversidad, elaboré
este reportaje gráfico (que pueden ver en Facebook) de las pancartas y lienzos de la marcha. Un aporte modesto por cierto (la cámara no es de las mejores), pero en el que las imágenes hablan por sí solas. Temas como una nueva constitución; plebiscito; crecimiento y desarrollo no a favor de los grandes capitales; o el rechazo a un sistema mercantil que sólo es movido por el lucro, son algunas de las ideas que marcharon por la Alameda el sábado en la tarde. Saquen ustedes mismos sus conclusiones.
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