Entre el ruido constante de Facebook, instagram y las distintas redes sociales. Hago el esfuerzo de silenciarlas y leer. No es tarea fácil, para nadie (me imagino). Las celebridades que más cambiaron con el tiempo o el top ten de videos ridículos de cada año me consume diariamente el tiempo y mis ideas.
Es en este intento, que después de terminar el Dark Knight de Frank Miller (por enésima vez) y leer el diario, agarro un artículo de la revista Tell, muy pequeño, con una foto de Kurt Cobain fumando mientras sostiene una guitarra. El artículo habla de la baja sostenida que viene hace años sufriendo la industria de las guitarras, atribuido principalmente a la falta de héroes guitarreros.
Volvamos a que en las casas suene Queen, The Beatles, AC/DC, Jhony Cash, y ni hablar de los Chilenos, todos los Parra, Víctor Jara, Los Prisioneros, Chinoy, Alex (solo por nombrar algunos) y cuantos más nuevos artistas que aportan desde lo underground y siguien y siguen contra la corriente, muchas veces solo por amor al arte.
Dejo el artículo en barbecho, lo comparto con mis amigos por un grupo de whatsapp y al día siguiente, solo, mientras desayuno, prendo la TV y sintonizo alternadamente VH1 y MTV (algo que no hacía hace rato). Para mi sorpresa me encuentro con que la música mainstream carece de guitarras (ninguna novedad). Es más, el concepto de banda también está ausente. Paso largo rato oyendo solistas como: Fergie, Lady Gaga, alguna colaboración de Justin Bieber, incluso la actriz Lea Michelle.
Después de 1 hora y 40 minutos me encuentro con un video de Metallica, quienes como un faro le siguen metiendo ganas al ruido y las guitarras. Y no es que sea un fanático de los del Black Album, pero fue lo único que encontré.
Toda esta situación me lleva a la siguiente reflexión: La adolescencia (por lo menos la que yo conocí) era rebeldía, era querer cambiar y comerse el mundo, correr cada vez más rápido, subir cada vez más el volumen (todo con una banda sonora de la puta madre). ¿Y ahora? ¿Cómo estos jóvenes de hoy van a querer cambiar el mundo escuchando solistas zonzos? Replican una y otra vez el mismo beat pop, el teclado que suena igual, la colaboración con el gordito Hip-Hop gánster que le mete rima al último verso antes del último coro. La culpa claramente no es de los oyentes sino que de la industria, que con tal de asegurar ingreso repite la misma fórmula ganadora. Es como el maestro cervecero artesanal, quien pacta con el diablo y vende su receta y marca para que la industrialicen, como dijo Jorge González ahí murió toda la buena intención.
No estoy en contra de ningún estilo de música, ni tampoco de lo mainstream, de lo que estoy en contra es de que la industria les meta en la cabeza a nuestros niños y jóvenes productos plásticos, vacíos y sin sentido. Caso extremo: el reggueton hipersexualizado, agresivo y monótono.
Si vamos un poquito más profundo les están quitando las herramientas para reflexionar, para abanderarse, para construirse su identidad y las luchas que darán a lo largo de sus vidas.
Es nuestra responsabilidad educar a los más jóvenes, transmitirles las cosas buenas de antaño, mostrarles a los ídolos musicales para que desaten su imaginación, rebeldía y ganas de crear.
Volvamos a que en las casas suene Queen, The Beatles, AC/DC, Jhony Cash, y ni hablar de los Chilenos, todos los Parra, Víctor Jara, Los Prisioneros, Chinoy, Alex (solo por nombrar algunos) y cuantos más nuevos artistas que aportan desde lo underground y siguen y siguen contra la corriente, muchas veces solo por amor al arte. Que no se enteren por una publicación mal hecha y mal intencionado en internet de las historias de nuestros ídolos, contémoselas nosotros, es nuestra responsabilidad. Que sepan que el camino del Garaje es lento y requiere sacrificios, pero que muchos lo han hecho, contémosles los fracasos y las alegrías.
Inflamemos sus corazones de rebeldía adolescente, cómo dijo el Nico Massu “nada es imposible weón, nada”.
Que la industria no les lave el cerebro es nuestra responsabilidad. Después no reclamemos las consecuencias, de tener una sociedad de adultos vacíos, con prioridades y preocupaciones de adultos vacíos.
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