Cuando se propone un plebiscito, se entrega a la voluntad popular la resolución de conflictos, medidas, reformas o políticas para ser resueltas mediante esta vía. Es un mecanismo generalmente usado para resolver dilemas ante los cuales otras formas resolutivas como la vía ejecutiva o la legislativa no logran avanzar. Sin embargo, como cualquier mecanismo, tienes sus limitaciones y sus aplicaciones.
En primer término, es conveniente poner en el análisis la actual coyuntura política, que nos motiva a generar una propuesta de reforma Constitucional.
1.- Chile posee un régimen presidencialista, que concentra el poder en el presidente, con muy pocos mecanismos de consulta y control. Muchos de estos están sesgados por el poder presidencial.
2.- Nuestro Congreso no tiene facultades de acelerar la tramitación de los proyectos de ley. Tampoco las tiene sobre materias presupuestarias. Es decir, es un Congreso limitado, que sigue el ritmo del Ejecutivo.
3.- Chile no posee un mecanismo de Iniciativa popular de Ley. Es decir, los ciudadanos, aunque seamos mayoría, no tenemos la posibilidad de tramitar una Ley, ni siquiera podemos presentarla.
4.- La legitimidad del sistema político está cuestionada por el sistema electoral.
Lo que se propone es la posibilidad de devolver la soberanía a las personas. De lo contrario, el sistema político se cierra aun más, lo cual puede llevar a una crisis general de representatividad.
Sin embargo, hay que hacer ciertas precisiones, en torno al tema de los derechos, muchos de los cuales son anteriores y superiores a las posibilidades plebiscitarias.
Hay acuerdos y principios universales: temas como los derechos humanos no son posibles de someter a plebiscito. La propia declaración de los mismos los señala como universales e inalienables, inviolables, ni siquiera es posible renunciar a los mismos. Esa salvedad deja fuera la tentación de la derecha conservadora de plebiscitar una amnistía en crímenes de la dictadura o bien otros cometidos por las autoridades. Hay que recordar que las desapariciones, los asesinatos y otras violaciones graves no prescriben.
Por otra parte hoy se reconocen otros derechos como universales. Por ejemplo, el derecho a la educación o bien el derecho a vivir en un ambiente libre de contaminación. Por tanto, la materia plebiscitaria acá no es sobre los derechos, sino cómo nuestro sistema político y administrativo asegura y entrega estos derechos a las personas. Es decir, lo que se plebiscita es el cómo, no el qué.
Si bien hoy, MUMS está en el movimiento social que demanda un plebiscito, no lo hace en forma autorreferente, es decir, para pedir un plebiscito sobre diversidad sexual. Lo hacemos como una responsabilidad ciudadana, porque Chile requiere cambios que abran las puertas a la ciudadanía y mejoren el escenario para la lucha por las libertades y derechos civiles y humanos, por la verdadera igualdad y el respeto que todos merecemos. Eso incluye, obviamente la diversidad sexual.
Vemos el plebiscito y otras reformas necesarias como un camino para democratizar Chile. De esa forma se abrirá la posibilidad de avanzar en nuestros derechos como sujetos sexuales e iguales. Sólo una democratización real permitirá superar situaciones como lo que ocurre con la Ley Contra la Discriminación, la cual es una propuesta mínima, básica en cuanto cobertura y está lejos de ser una ley de avanzada en materia de legislación internacional, incluso comparada con la de otros países latinoamericanos. A pesar de ello, llevamos más de 10 años discutiéndola: tardamos 5 años en que fuera presentada, llevamos más de 5 años tratando que sea aprobada, y aun está en duda.
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Foto: Movilh Chile / Licencia CC
Comentarios
02 de noviembre
La pregunta es ¿estamos siempre dispuestos a respetar los resultados de los plebiscitos?, y ¿quien hace las preguntas de los plebiscitos?…si se hace un proceso, y se pregunta si la ciudadanía está dispuesta a que los homosexuales puedan adoptar o no, y gana el no..la comunidad homosexual ¿se quedaría tranquila y no pediría mas eso para siempre?
Los plebiscitos son armas de doble filo, pues no es una conversación bidireccional entre la ciudadanía y los poderes de decisión. Entonces, según sea el plebiscito, será la respuesta.
Si se pone una pregunta, con la opción A) Si, porque quiero a Chile o B) NO, me da lo mismo Chile…¿Cuál crees que será el resultado?..sin importar la pregunta.
Entonces, cuando se trata de lograr un objetivo, en este caso, validar los intereses de la comunidad homosexual, buscamos métodos que nos lo permitan….ahora es el plebiscito, si tuviéramos un presidente homosexual y una sociedad muy conservadora, seguramente pedirían un decreto ley del presidente, etc.
Para democratizar las decisiones, se debe apelar a otras instancias, no a plebiscitos.
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