El gran dilema fue y sigue siendo la rivalidad entre el modelo continuo y el modelo discreto. El primero marca la tendencia y el segundo, realidades empíricas. Es la gran diferencia entre ser Economista y ser Ingeniero.
Hoy por hoy los medios de comunicación divulgan estadísticas a diestra y siniestra. Las noticias son eventos aislados usados para complementar y abultar la información numérica. Aparecen organizaciones accesorias encargadas de recolectar datos y procesar tendencias que sólo agravan los problemas, no entregan soluciones. Hay una psicosis generalizada, ya sea por los temas de seguridad civil, en cuestiones de protección ciudadana, en el seguimiento del apoyo político y en tantas otras cifras fantásticas usadas para justificar hasta la última derrota de nuestro deporte.
Nuestra sociedad se ha convertido en coleccionista de cifras. El dato histórico es un vicio como aquel del filatélico que guarda y guarda estampillas, pero que nunca realmente las ve.
¿Por qué no enfrentamos la realidad en vez de escondernos en una justificación estadística? Cuando uno ve a la autoridad amparase en cifras corregidas por series históricas, en vez de reconocer sus limitantes, es cuando descubrimos que los problemas nunca serán resueltos.
¿Qué estamos haciendo mal, que hemos dejamos de personalizar los problemas y terminamos siempre en el anonimato más absurdo? Los niños en la calle tienen nombre y apellido; los choferes que circulan borrachos tienen nombre y apellido; los delincuentes tienen RUT y los curas pedófilos, también. Ya es tiempo de que reconozcamos y asumamos nuestras propias responsabilidades y, como individuos, nos hagamos cargo de nuestro actuar.
En el día a día nuestros hijos ven cómo regularmente justificamos nuestras acciones civiles como parte de un colectivo y, sin embargo, a ellos les llamamos la atención en lo particular.
Ya es tiempo de que asumamos acciones concretas tales como:
– Decir "no" a la inscripción automática para el Registro Electoral, y "sí" al registro y voto voluntario.
· No al anonimato NN de nuestra juventud, sí al registro y a la trazabilidad GPS de nuestros futuros delincuentes.
· No al “supuesto” periodístico, Si a la comprobación formal de los hechos y a la expresa responsabilidad civil de lo publicado.
· Terminemos con los “opinologos” de la televisión y obliguemos la contratación de profesionales regulados con normas y un canon ético.
· No al ausentismo parlamentario. Sí a la baja o “despido” automático, normado y público.
· No al ocultismo de los poderes facticos. Publicitemos los conflictos de intereses indicando empresas e individuos.
Son tantos los ejemplos que podríamos enumerar casuistica para, de una vez por todas, terminar con la tendencia y señalar la cruda realidad. El actuar ante eventos específicos podría inhibir a otros de repetir las malas conductas, ya sea por el asedio individual o por la vergüenza de la conducta humana.
Hoy cuestionamos a países islámicos que apedrean a sus mujeres y nos horrorizamos de nuestras propias conductas locales, pero llevándolas sólo a un incremento en las tasas, sin analizar ni enfrentar su génesis.
La única instancia en la que hacemos una verdadera individualización formal es cuando alguien osa a apuntarnos con el dedo para sacarnos de nuestra matemática invisibilidad.
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