Posiblemente, muchos de los que pertenecemos a la comunidad LGTBI pensamos que no viviríamos para ver esto: “las lesbianas saliendo del closet”. Este año, más que nunca, hemos visto cómo las lesbianas -encabezadas por Erika Montesinos y su agrupación Rompiendo el Silencio, junto a otras organizaciones lésbicas- llevaron a las lesbianas a la calle, al congreso, a los distintos espacios de la incidencia política, social, cultural y artísticas, y se besaron, abrazaron, lloraron, amaron y se mostraron.
Lesbianas en miles formas, colores, edades, llenando los programas de televisión, radios y medios escritos. Todas ellas, “rompiendo el silencio”; en un gesto de rebeldía ante tanta injusticia heterosexual y gay, ya que nos hemos encargado de dejarlas al margen de toda institucionalidad. Lo último que espero es que esto sea un gesto inconsciente, producto de nuestro propio machismo o del patriarcado instalado; y nuestra lesbofobia que hoy se verbaliza y se hace consiente, nos invite a hacernos cargo, ya que las rosas abrieron sus pétalos.El fenómeno Montesinos no solo ha devuelto la dignidad a las cientos de lesbianas que viven en nuestro país, sino que también ha logrado que nuestras mentes logren conectarse con esas formas de amar que van más allá de la idealización o del deseo erótico.
La sexualidad de las mujeres siempre ha sido un mito, una vida marcada de prejuicios, deberes y saberes que las han marcado desde siempre. La vida de la mujer ha avanzado en una línea de revolución tras revolución; y, por favor, que ningún hombre ni partido político se cuelgue de esos triunfos, ya que sería vergonzoso. El pensamiento falocéntrico ha evidenciado su crisis; ahora el poder se ha depositado en un cuerpo de mujer, hembra, femenina, lesbiana, dejando de habitar la carne del placer frustrado, reprimido y censurado.
El sometimiento de las mujeres ha sido universal. Un simple repaso por la historia, nos muestra que en Francia las mujeres lograron el derecho a voto en 1945; y en Chile, en 1949. Es decir, la brecha entre el viejo continente y el nuevo mundo no era muy distinto. Reconocer que las mujeres son las más discriminadas de los discriminados en un mundo heteronormado no es nuevo; posiblemente de ahí la existencia de los “días de honor en algunos de sus roles, o días de conmemoración en momentos de sus matanzas”. No desconozco la discriminación de las poblaciones transexuales, pero hoy no quiero referirme a ellxs.
Si pensamos en todo lo que implica ser mujer en nuestra sociedad y el salto que hoy se está viviendo en Chile, no podemos hacer otra cosa más que “bailar con ellas”. El fenómeno Montesinos no solo ha devuelto la dignidad a las cientos de lesbianas que viven en nuestro país, sino que también ha logrado que nuestras mentes logren conectarse con esas formas de amar que van más allá de la idealización o del deseo erótico. Mujeres lesbianas de hoy, son muestra de orgullo, fuerza y coraje; porque para ser lesbiana se requiere valentía. Gracias por darle sentido a la “L”, cuando hablamos de comunidad LGTBI.
Comentarios