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Las caras y no las cifras

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¿Cuál es la conexión intrínseca en cada caso? Sí, la desigualdad. Aún me cuesta concebir por qué -si todos tenemos, a grueso modo, los mismos deseos y necesidades- no podamos solucionar esta problemática, extensiva a toda la región, por cierto, pero más acentuada en Chile, que es uno de los lastres y debilitadores sociales más fuertes en nuestra actualidad.

¿Qué tienen en común un niño que manipula con total destreza y temeraria actitud una pistola –por el momento- de juguete, una mujer agónica víctima de un cáncer fulminante que dejará a su único hijo con síndrome de down bajo la exclusiva custodia de su padre y el frío invierno que vivimos? Quizá a simple vista, nada. Pero mucho nos dicen estos tres ejemplos desalentadores. Aunque no advirtamos ligazón aparente, las tres experiencias anteriores tienen una conexión ambiental inmanente. Sé que es, en algunos casos, agotador y casi tautológico insistir en el concepto de desigualdad ampliamente tratado por los “expertos” en ciencias sociales, políticos y activistas que nos hablan en cifras, tan secas y distantes, del asunto, sin que sus cuidados guarismos logren dimensionar realmente el sufrimiento y precariedad que engloba su significado. Sin embargo, en nuestro país, por más que el tema sea analizado, sistematizado y teorizado, está lejos de ser resuelto.

Por eso, volvamos nuestra atención a los fragmentos de hechos narrados anteriormente. Esta vez con caras embarradas y manos frías. Mientras caminaba por las calles de una población sur de Santiago, observamos asombrados con mi novia cómo el pequeño desenfundaba raudamente desde su pantalón una réplica de juguete de un revólver negro con rojo. El menor apuntaba directamente sobre unos perros que lo miraban pasivamente detrás de la reja de su casa. Los ademanes del niño eran sinceramente aterradores; obtenidos tras un minucioso proceso de observación e imitación constante de sus pares cercanos. Su habilidad para regresar el arma a su sitio, y mirar con ojos desafiantes a sus mascotas, habría asustado a cualquiera. El frío imperante circunscribía la decepcionante escena.

Por otro lado, luego de caminar unos metros más allá, una mujer se nos acerca contándonos la trágica historia de una joven que lucha incansablemente por superar un maldito cáncer que ha mermado su promisoria relación de pareja, de la que es fruto un precioso niño con síndrome de down, y una vida por delante llena de sueños y anhelos por concretar. El frío, a esas alturas, ya calaba los huesos.

Y por último, el mismo frío ha traído nefastos resultados en innumerables viviendas y personas de la zona. Algunos indigentes han sucumbido ante las bajas temperaturas de las calles capitalinas, como de buena parte de nuestro país, durante las oscuras noches invernales.

Entonces, ¿cuál es la conexión intrínseca en cada caso? Sí, la desigualdad. Aún me cuesta concebir por qué -si todos tenemos, a grueso modo, los mismos deseos y necesidades- no podamos solucionar esta problemática, extensiva a toda la región, por cierto, pero más acentuada en Chile, que es uno de los lastres y debilitadores sociales más fuertes en nuestra actualidad. Es demasiado violento que ese niño esté destinado a seguir un camino delictual que, aparentemente, él y su familia han decidido; es violento que esa mujer joven no haya podido acceder a un tratamiento de salud oportuno para detectar a tiempo su letal afección; y es tremendamente violento que mientras algunos dormimos calentitos, otros padezcan los embates del crudo invierno. Y continúa la concatenación violenta cuando tú dices que “te da lo mismo”.

Mucho se ha escrito, teorizado y sistematizado al respecto, pero poco, a la luz de las frías y también violentas cifras, se ha avanzado. Pertenecemos a una sociedad altamente violenta, cruel y fría, más allá del crudo invierno.

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Foto: wakalani / Licencia CC

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08 de julio

A mi modesto modo de ver las cosas, estimado Pablo, vivimos en una sociedad en la que, de una u otra forma, ya está claro que la ciudadanía lucha en contra de las desigualdades que provoca el sistema y que esta lucha es, al mismo tiempo, prácticamente infructuosa, sin embargo, a pesar de ser tan desigual la contienda contra el sistema,

avalado por una minoría económica y políticamente poderosa, tanto como apernada al sistema y con grados de deshumanización que escapan a lo usual de nuestra comprensión, en la que la gente finalmente incluso fallece pudiéndose haber hecho algo en favor de ello sin incurrir en imposibles, sino que apenas priorizando el uso de los recursos,

a pesar de todo esto, es posible hacer algo que nadie nos prohíbe, tan sólo organizándonos como sociedad civil, para acordar procedimientos con los que la ciudadanía podría lograr lo que desea.

Yo entiendo que no existe el poder ciudadano que hasta ahora logre aglutinar el interés cívico por mejorar nuestros problemas más fundamentales, pero, al no existir, es tarea nuestra promover su creación, de forma que mediante el uso de sus eventuales capacidades podamos abordar las temáticas fundamentales que tienen vías de solución, ya sea políticas o económicas.

Para no dejar el tema en ascuas, tal como si pretendiendo decir algo, finalmente no hubiera dicho nada y así la comprensión del lector resulte un imposible que ni la telepatía podría interpretar, quiero comentarte que:

una organización ciudadana creciente y afiatada, convencida de determinados hechos básicos, podría actuar en favor de la ciudadanía desde varios puntos de vista, por ejemplo,

– La ciudadanía podría alcanzar el poder político proponiendo candidatos propios al parlamento, la Presidencia y los 300 puestos de confianza del Presidente.

– La ciudadanía podría crear un poder económico a partir de la creación de una AFP y banco de dinero de los trabajadores

– Y también podría construir iniciativas que promuevan la asociatividad económica civil, creando diversa clase de emprendimientos que le permitan ampliar o bien desarrollar desde cero un poder económico creciente vía trabajos específicos realizados en comunas.

Yo entiendo que esto parece de largo aliento, pero, es el propio desaliento de parte de los ciudadanos, ante tan magnos desafíos, lo que nunca nos mueve a tomar todas las cartas que correspondieran en el asunto.

De forma práctica, si la sociedad civil lograse ponerse de acuerdo en determinadas cosas, tal como pararse en un pie a las doce del día por diez segundos, ello sería la base para iniciar nuevas transformaciones.

Por ejemplo, bastaría con detener toda actividad laboral durante una hora por una semana para advertir a nuestras autoridades que deseamos que los indigentes en condición de calle sean atendidos como corresponde, para que eventualmente lo lográsemos, aumentando la presión tanto como sea necesario, en este caso, extendiendo el período de paralización.

Así, otras logros serían posibles de alcanzar, si acaso nos involucramos lo suficiente para poner en marcha esta iniciativa y esto debe provenir de quienes puedan dar pie a su inicio, cosa que no necesariamente nos deja fuera de la actividad, esperando a que aparezca alguien que de inicio al proceso, ya que como simples ciudadanos podemos buscar a ese alguien en nuestro camino, o bien permanecer atentos a las oportunidades que aparecen ante nosotros, para identificar a esos alguienes, tal vez del área de la informática, para crear la página web adecuada en la que participe la gente y se propongan y discutan los asuntos que son de interés ciudadano…

Así, por ejemplo, Pablo, y aunque ahora parezca imposible, podemos plantearnos una nacionalización de nuestros recursos soberanos de forma factible, si acaso somos capaces de idear mecanismos sensatos para proceder a ello.

Por lo tanto, sé que hay gente que lucha contra la desigualdad, falta de oportunidades, o desamparo, aún con sus propios recursos, pero, también es posible atacar el problema desde ángulos distintos e innovadores que no precisamente nos lleven a protestar en las calles creando desorden, sino que haciendo una presión inteligente y la más inteligente de todas ellas que he logrado imaginar, justamente es la creación de una página web, como una herramienta digital, que reúna al pueblo chileno y lo lleve por el camino de plantearse objetivos propios, buscando las vías de implementación adecuadas para ello.

Siempre escribo cosas relativas a este tema, porque comprendo que es posible realizar lo que digo de una forma incremental, creciendo o avanzando en ello paso a paso, de forma decidida y utilizando los canales factibles para llevar a cabo estas propuestas.

Sin embargo, si como ciudadanos estamos apesadumbrados por toda la situación de desigualdad o desamparo, pero, a pesar de ello no tomamos ninguna carta en el asunto, a ningún nivel superior que no sea expresarlo, tal como lo haz hecho en este artículo, entonces, de ahí no avanzaremos ni medio paso en busca de las soluciones que necesitamos, porque está más que claro que nuestra institucionalidad no ha sido suficiente para resolver estas situaciones y no representan el interés fundamental de nuestros gobernantes…

Prueba de ello, lo hecho por el Ministro Lavín en el trucho Ministerio Ciudadano, que ha sido una mala copia de un Ministerio propuesto por un civil, ya que él se ha dedicado a contar los indigentes, pero, inhoperante como es y al servicio de la mafia como nunca ha dejado de estarlo, ¿resolvió finalmente el problema?…

Nadie está resolviendo el problema, porque nadie ha creado la herramienta adecuada que permita el inicio de la solución, estimado, pero, intentarlo hasta lograrlo no es tarea del Gobierno o de parlamentarios, porque no trabajan precisamente en favor del pueblo, ya que, por ejemplo, «habiendo llegado la alegría poítica al país», hace algo más de 20 años, lo primero que hicieron los tatas de la Concertación fue regalar nuestro cobre a empresas extranjeras…

Por lo tanto, ellos nunca serán parte de la verdadera socluón, porque son raíz fundamental del problema, una que terminó vendiéndose al mejor postor, o cediendo ante la presión de la mafia de las empresas transnacionales, apoyadas por un gobierno imperialista que, donde puede, hinca el diente para chupar toda la sangre que pueda…

Modestamente, en consecuencia, y tal vez aún sin una línea clara de una propuesta final que sea luz a nuestros emprendimientos, yo te hago un llamado a que tomes cartas en el asunto con el esfuerzo e interés racional que te sea posible brindar para lograr conseguir una solución… Para ello, como te decía, me parece fundamental lograr que la institucionalidad chilena disponga de una Cámara Ciudadana Digital, en donde plantear nuestros asuntos de interés colectivo, pero, como esto no será aplaudido precisamente por la mafia política y económica, te invito a tener una cita, aunque sea por casualidad o destino, con quienes sea necesario para crear una página web que simule la Cámara Ciudadana referida, para que con su uso los ciudadanos podamos lograr los acuerdos necesarios para hacer de Chile la dulce patria de nuestros sueños…

Si el tema te interesa, estoy a tu disposición para compartir todo lo relativo a lo que pudieran ser tus inquietudes en torno a ello… Mi blog, en mi perfil, hace tiempo que habla acerca de esto mismo… Sólo es cosa de ller, convencerse y meter las manos a la masa para forjar el país que queremos…

Un abrazo…

08 de julio

Primero que todo, muchas gracias por tomarte el tiempo de revisar mi artículo y compartir tus reflexiones en torno a este intrincado tema. Por supuesto que el problema ya está, hace mucho tiempo, visibilizado y dialécticamente internalizado. No obstante, la intención de mi columna es, básicamente, aprovechando la sensibilidad ambiente, tocar determinadas hebras de un mismo fenómeno. Y, por cierto, mi preocupación permanente por esta violencia implícita que vivimos.

Me parece muy interesante tu proposición. Visitaré tu blog y espero, si ya somos una comunidad consciente, que se den estos nuevos y necesarios pasos para lograr las transformaciones necesarias.

Pero discrepo contigo, eso sí, respecto de lo que tú consideras una mera verbalización del problema. Como periodista, es vital entregar diversos enfoques y mi propia perspectiva en un columna como ésta que lo permite. La generación de conciencia, pese a la visibilidad de la temática, más aún cuando son personas y no números los protagonistas, resulta siempre relevante y conformador de una masa crítica importante. ¡Saludos!

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