En mi infancia, fueron múltiples los juegos de mesa que jugué: más de una vez me endeudé en Monopoly; o mis tropas de Risk se adueñaron de muchas tierras; o fui el culpable del asesinato en Clue. Pero de todos, siempre encontré que el Scrabble era el más entretenido, la capacidad de crear palabras con las letras que te entregaban era algo que me parecía innovador y llamativo a la vez.
Hoy en día, creo que juegos como estos son los que nos hacen inconscientemente abrir nuestro intelecto hacia nuevos parámetros literarios como la creación de escritos o algún parecido. Tanto así, que de a poco empezamos a jugar con las palabras y no necesariamente con el tablero presente, de modo que comienza la invención de metáforas y de otros recursos por el estilo, y empezamos a encontrar una pequeña identidad en esto de la unión de palabras, como si este juego sin quererlo nos mostrara un poco de nuestra personalidad y de que es lo que buscamos.El hombre ya es bastante maduro como para saber qué le afecta y qué lo hace más duro. No soy luterano ni rey; por el contrario, soy Cristiano pero no fenómeno como Ronaldo, y fui víctima de un juego de palabras.
Luego, empieza la famosa «lluvia de ideas», fenómeno más claro de que el escritor quiere hacer de sus tácticas una sola arma. Es también en dicha etapa cuando la seguridad total llega a las manos del emisor de forma que su principal objetivo es mostrar su trabajo. Todos los acontecimientos recién nombrados son los más comunes a la hora de que nos demos cuenta de que la unión de recursos que parecían inofensivos aportan un granito de arena en lo que puede ser una tremenda bomba.
Por otro lado, creo que la cotidianidad del hombre nos permite también que estos juegos tengan un impacto personal aún más grande. Sin quererlo, me empecé a dar cuenta de que el ambiente me llamaba a jugar con las palabras con las distintas cosas que se iban dando. Así que acepté la invitación, y fue cuando de a poco era testigo de que lo que comenzaba como una idea se convertía a paso corto en un proceso personal.
Y así fue de a poco, ese famoso juego de palabras se tomó mi día a día. Empecé a tratar con cosas que parecían básicas pero que al final tomaban un valor tremendo, de modo que me dieron ganas de hacer cosas que me llenaran; no quiero decir que sentía como Steve Jobs o Bill Gates, pero sí estaba dispuesto a trabajar para abrir puertas. Poco a poco, los problemas que parecían no tener solución empezaron a aparecer de forma que hubo que buscar algún tipo de método, por ende, ahora meto todo tipo de ideas que me ayuden a rendir y no a rendirme.
Para esto, leí sobre el astrólogo francés Nostradamus, cuando sentí que en este mundo todos tenemos algo nuestro que dar, en lo personal conocía una vía llamada «sentimiento» que suele acompañarnos en este proceso, pero la falta de perseverancia hace que al rato sintamos para luego mentirnos. Como no conocía más formas, busqué en Yahoo, y ahora ya junté ideas sobre nuevos caminos.
Por último, lo invito a seguir sus sueños y no escuchar a los demás -como dijo Mandela-, y si lo critican, mande a esa gente a otra parte ya que están de más. El hombre ya es bastante maduro como para saber qué le afecta y qué lo hace más duro. No soy luterano ni rey; por el contrario, soy Cristiano pero no fenómeno como Ronaldo, y fui víctima de un juego de palabras.
Comentarios
08 de diciembre
Complejo y simple a su vez, lo cual muestra dominio de la palabre. Felicitaciones y que siga el quinto poder
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