Invitación a Seminario “La urgencia de terminar con los campamentos”

Gracias a un Techo por su invitación, pero tengo sentimientos encontrados sobre este tema, he visto los esfuerzos de los gobiernos por intentar dar solución a la penosa situación de vivir en campamentos, pero veo luego que esta situación se replica y replica hasta llegar a peores escenarios que antes. Me parece que vivir de esa manera tiene algo de cultural, es una apuesta, es en parte un juego, algunos dirán que es parte de las carencias y la expresión misma de la pobreza, y quizás otros más ideologizados pensarán que esto es producto del sistema que odian, no lo sé, quizás hay mucho de politicamente correcto allí, porque en contraste, hay un alto número de compatriotas, de gente muy modesta, quizás más modestas que los que viven en campamentos, personas de muy bajos recursos y nivel de educación, con muy pocas posibilidades de desarrollo en este sistema económico y social en que vivimos, que no vive en campamentos y no aceptarán nunca esa condición, acomodan sus vidas de otra forma. En otra postura, conozco algunos casos en que varias generaciones, al menos tres, abuelos, padres e hijos, han vivido y viven en campamentos esperando que el gobierno de turno los saque de allí, y luego se cambia la generación, algo parecido a las sillas calientes, es decir la apuesta permanente porque se les soluciones sus problemas de vivienda, además me ha tocado escuchar personalmente la frase: ¡mire, mire como NOS TIENEN!. Por eso me parece que hay un tipo de cultura arraigada en parte de nuestros compatriotas, que se mezcla con la de aquellos que no tienen otra opción. Por otra parte, organizaciones como TECHO, si bien hacen un gran esfuerzo, no pueden dar viviendas definitivas, entregan una mejora temporal con lo cual el problema tiende a entrar en cierto estado de confort para el estado, y que le permite a este atrasar o poner en futuro carpetas de soluciones. Finalmente pienso que el tema pasa por impulsar un riguroso registro social, y la industrialización de viviendas, diversificada en materialidad y tecnologías y como una política de estado especial, de largo plazo y con fondos cautelados entre una administración y otra, pero quizás ese mecanismo de solución debe contener algo más, debe haber alguna forma de cortar la cadena cultural que lleva a cierto grupo de nuestros compatriotas, por generaciones, a tomar la decisión de vivir y construir ese tipo de medioambiente con el objetivo que el estado les regale una vivienda, con esa actitud, y con su sufrimiento allí, nos exigen soluciones y con ello nos cargan un saco de ladrillo más a los que ya cargamos.