En el Día Mundial del Agua, 22 de marzo, se trata de dar un paso para un país cohesionado en el valor de las aguas para todos. Cientos de organizaciones comunitarias y territoriales por todo Chile, estarán realizando acciones locales por sus aguas -y preparando la segunda movilización nacional por el agua en abril. Estas acciones se pueden buscar en las redes sociales. Es un día para detener el proceso hacia la multiplicación y radicalización de los conflictos.
Los glaciares están en los medios de comunicación y en las redes sociales (ver la campaña de Greenpeace Chile República Glaciar). Los glaciares están en las organizaciones comunitarias como asunto de una defensa estratégica de sus condiciones de vida (ver las comunidades de Alto Huasco y proyecto Pascua Lama; organizaciones coordinadas de las cuencas de los ríos Aconcagua y de la cuenca del Maipo-Mapocho en relación al proyecto expansión Andina 244, y el anuncio inminente de los estudios para la expansión de Los Bronces, su vecino inmediato).
Los glaciares están empoderando las conciencias de los pueblos, porque ahora se conversa públicamente de su papel vital en el abastecimiento de las napas subterráneas de los valles. Miramos ahora las cordilleras y queremos transformar el verso de Zurita:
“Burlándose como cuando se alzan ellas las montañas vacías
frente a Santiago y más allá el cielo que se va hundiendo
contra sus nieves muertas de pena gritando por todo
este mundo que están cerca y tienen frío las cordilleras”
(Anteparaíso)
Hemos aprendido a distinguir entre glaciares blancos –los que lucen las cumbres- y glaciares de roca. Y conocemos las cualidades ecosistémicas de cada tipo, siendo los segundos menos bellos y visibles, más mezclados en un barro de hielo y piedra, pero tal vez más efectivos en traernos las aguas para la sed de los valles. Una proporción inmensa de las aguas para bebida humana en la zona central de Chile, no viene de los ríos sino de las napas subterráneas que alimentan los glaciares.
Los glaciares están en el Senado de la República. En el año 2012, el senador Horvath, presidente de la Comisión de Medio Ambiente del Senado, desarchivó un proyecto de ley de Protección de Glaciares que dormía por años esa enfermedad del sueño que a menudo anula la voluntad de nuestro parlamento. Este proyecto de ley corresponde al Boletín 4505-12. La Comisión del Senado abrió una etapa de consulta a los actores ciudadanos involucrados con glaciares. Una primera constatación respecto de glaciares es que no existe ninguna definición de ellos en la actual legislación chilena. Para efectos jurídicos son como una roca más, parte indistinguible de un cerro. Si existe un glaciar en medio de un predio de propiedad privada –si alguien es dueño de una montaña con glaciar, cosa no tan inverosímil en Chile-, también es su propietario, como lo sería de un bosque que allí hubiese.
Solamente en aquel punto arcano en que este objeto sólido jurídicamente nulo, que cualquiera de nosotros reconoce y siente como nieve o hielo de cierta extensión, se convierte en agua, entonces comienza a operar el código neoliberal de aguas de la dictadura –que inmediatamente hace de esas gotitas que chorrean del glaciar un “bien nacional de uso público”, pero susceptible de concesiones gratuitas y vitalicias.
El agua del glaciar comienza allí su recorrido por el mercado chileno del agua y el lucro lo saluda insidiosamente por todos lados. Cuando el proyecto Pascua Lama es sancionado y suspendido, no lo es por destruir glaciares (que no pueden existir para un juez), sino por no considerar el manejo de las aguas que fluyen, entre otras causas, de la destrucción de las masas de hielo.
El “vacío jurídico” de la ley chilena respecto de glaciares ha sugerido a Greenpeace romper la inercia de los medios de comunicación con control de los grandes grupos económicos, ofreciendo a los chilenos una “ciudadanía glaciar”. Éxito. Son miles y miles los que han respondido. ¿Por qué la gente es sensible a unas masas de hielo que seguramente nunca ha conocido muy de cerca? Tal vez porque la política vuelve una y otra vez a la polis. Los glaciares estarán ahora en las marchas por la Alameda y en las plazas públicas de la “larga y angosta”.
Las organizaciones ciudadanas consultadas por la Comisión del Senado han propuesto una clara definición de los diferentes tipos de glaciares. Han destacado la necesaria noción de “ambiente periglaciar” para referir los territorios aledaños y funcionalmente acoplados. Han señalado que una verdadera ley de protección de glaciares debe establecerlos jurídicamente como bienes nacionales de uso público, “no concesionables ni cedibles”, donde no son aplicables las disposiciones contenidas en el actual código de aguas.
Los glaciares llegaron como una vez llegó el aire cuando las ciudades comenzaron a hundirse en la contaminación. Los glaciares van marchando hacia el sur, porque en el norte de Chile ya no hay de donde obtener los gigantescos requerimientos de agua para los magaproyectos mineros. La minería instalándose en la zona central y sur de Chile comienza a generar los problemas que creíamos solamente suceden en las pampas de los desiertos.
Se escucha decir que en el siglo XXI muchas cosas ya no son como en el XX. Entonces fueron las guerras por el petróleo. Hoy, en el horizonte, se hablan las guerras del agua. Sin embargo están también más cerca de nosotros. Durante el verano 2014, por lo menos 3 comunidades se tomaron varias veces la carretera principal de Chile por sed y en demanda de agua. Aunque nada o casi nada se dijo en los medios de comunicación, hubo dirigentes, alcaldes y personas detenidas. Hay querellas judiciales de por medio que no cooperan sino a exacerbar los ánimos. Las gentes pueden respirar aire sucio y contaminado, incluso por años (como lo demuestra Ventanas), pero las gentes simplemente no pueden vivir sin agua.
En las grandes ciudades, cuando el agua brota casi siempre sin problemas de las llaves, es difícil percibir su vital carencia. El tema es que, en el caso de Santiago, proyectos como Alto Maipo y Andina 244 pueden amenazar con un día no demasiado lejano cuando no sea para nada así de fácil el agua de la llave.
En el Día Mundial del Agua, 22 de marzo, se trata de dar un paso para un país cohesionado en el valor de las aguas para todos. Cientos de organizaciones comunitarias y territoriales por todo Chile, estarán realizando acciones locales por sus aguas -y preparando la segunda movilización nacional por el agua en abril. Estas acciones se pueden buscar en las redes sociales. Es un día para detener el proceso hacia la multiplicación y radicalización de los conflictos.
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