Polémica ha causado el proyecto de ley que asegura un 20% de música chilena en toda la programación radial del país. Algunos aseguran que el número sigue siendo bajo al compararlo con el porcentaje que existe en países como Francia o Brasil. Otros señalan que una medida impositiva coarta la libertad de expresión, tanto de los radioescuchas como de las emisoras.
Sea como sea, hay varios factores y grupos que se verán afectados con este sistema de cuotas, veamos algunos:
Radios
Tener que reestructurar la parrilla de programación en base a una imposición generará molestia ya que atenta directamente en contra de su libertad expresiva. Además, corren el riesgo de tener que alejarse de su público objetivo transmitiendo música que, tal vez, no va en la “línea editorial” de la radio y que, por lo tanto, no es apetecida por los auditores. Es difícil encontrar algún punto a favor para esta facción.
Auditores
Hoy en día existen muchas alternativas a la radio, hay transmisoras on-line que están orientadas a géneros exclusivos (solo rock, solo jazz, solo hip-hop, etc.), por lo que el incentivo a cambiarse definitivamente a estos sistemas, dada una ley que imponga qué debemos escuchar, será muy alto. Las parrillas musicales funcionan en base a pedidos del público y si no existe abundante música chilena es porque la gente no la demanda, así de simple.
Música chilena
Si se asegura un 20% de difusión, podrían pasar básicamente dos cosas: Aumentar la calidad, debido a que muchas bandas se pelearán la presencia radial, por lo que solo las mejores serán difundidas, o disminuir la calidad general, debido a que no existe incentivo para componer buena música (haga lo que haga, va a ser transmitido “por ley”). Si ocurre lo primero, es una buena noticia, pero la segunda posibilidad es una opción real y debe tenerse en cuenta. Si ocurre lo segundo, la ley estaría atentando en contra de lo que pretende proteger.
Finalmente, creo que una ley impositiva no es la manera correcta de promover la cultura. Y aquí es importante romper ciertos mitos. Algunos señalan que la gente no demanda música chilena porque no tiene acceso a ella. Buen argumento, pero hace 20 años; hoy en día es GRATIS crear un sitio para difundir la música, es más, el mundo de la tecnología permite descargar, también gratis, programas que transforman un computador casero en un mini-estudio musical. Creo que esta excusa es atemporal y simplista. Otros sostienen que esta es una medida que ayuda a la cultura. Seguramente no entienden muy bien el concepto de cultura ya que, les recuerdo, las radios transmiten lo que está de moda y eso, actualmente, es el reggaetón y la cumbia. Por lo tanto van a surgir más bandas – de las ya existentes – representantes de estos estilos en nuestro país y la radio seguirá plagada de lo mismo. ¿Ayudamos a la cultura CHILENA? No mucho.
El mito más fuerte tiene que ver con aquel refrán que profesa “Si es chileno, es bueno”, que apela a un nacionalismo un tanto pasado de moda y no muy verídico. En otras palabras, ¿por qué se cuestiona la difusión y no la música? Deberían impulsarse medidas que apoyen el incremento de la calidad musical, luego la radiodifusión viene por consecuencia directa. Creo que con la lógica de “escuchen esto porque es chileno, no porque es de calidad” el Estado confunde su labor de promover la cultura y se lava las manos al traspasar la responsabilidad a las radios.
Por último, un ejemplo. “El Cruce” es una banda de blues-rock criollo tremendamente talentosa que se ha abierto camino en la escena nacional a punta de esfuerzo y calidad musical y actualmente forma parte de la parrilla programática de radio Futuro. Sin cuotas, sin leyes. Lo mismo pasó, en su tiempo, con bandas como Chancho en Piedra (que cuenta con una legión de fanáticos admirable) o La Ley. Reitero, si apuntamos a elevar la calidad, ese 20% que hoy intentan introducir a presión, en el futuro será mayor y se dará sin la necesidad de imposiciones.
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Foto: Público Día de la Música Chilena – nuevasantiago / Licencia CC
Comentarios
01 de septiembre
Estimado, la gratuidad de la distribución no es lo mismo que la gratuidad de la producción. La música no la hace el software ni la Internet (cuyo acceso además no es gratis). La música exige equipos de producción a menudo multidisciplinarios y que involucran talentos escasos y experticias que demoran años de formación especializada y entrenamiento constante.
Tal como expliqué en la entrada de esta mañana, la música chilena no suena no porque sea menos buena que la música de otros países, no suena porque el costo mayor de instalar música en un mercado (aún mayor que su producción) es su promoción (trabajé en un sello fonográfico): http://elquintopoder.cl/fdd/web/medios-de-comunicacion/opinion/-/blogs/cuota-de-musica-local-en-radios-el-ejemplo-canadiense#_33_messageScroll258498
Por lo tanto, el mito –muy reforzado precisamente por la poca difusión que recibe la buena música local– es que la música chilena no puede competir en calidad. Tenemos músicos y músicas de clase mundial, lo que no tenemos son incentivos a la difusión, que muchos países desde los cuales importamos música sí tienen.
Cierro entonces con lo siguiente: condicionar el uso de la frecuencia –cuya propiedad estatal– a una cuota fácil de cumplir no es presionar, es hacer uso de una prerrogativa que el Estado tienen como socio capitalista de facto de las radioemisoras. Si una radio siente que eso atenta contra su línea editorial, no tiene impedimento alguno para retirarse de su sociedad con el Estado y emitir lo que se le antoje vía satélite, Internet, etc., la cuota no es un atentado a la libertad de expresión, de la misma manera como un impuesto no es atentado contra la libertad comercial.
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