¿Han visto las estaciones naranjas de Bikesantiago por la ciudad? Cuente las bicicletas que ocupa ese espacio y sus conductores, calcule los metros cuadrados que tiene e imagine en ese rectángulo el número de autos que ocuparían en ese lugar, el mismo que generalmente no lleva pasajeros, ya que la egoísta tendencia es una persona por auto.
Me alegra que la ciudad vaya transformándose, hay que aplaudir lo bueno de las cletas naranjas, pero también hacer hincapié que no debemos esperar siempre que ese mal llamado emprendimiento social sea siempre tan rentable, digo tan, porque el solo hecho de descongestionar las calles y obligarnos a usar nuestra energía, limpia y humana, las misma que no contamina y que también nos hace más sanos, significa un ahorro importante para los gobiernos en Salud y Transporte, es por eso que esperar que la gestión sea siempre mixta entre privados y públicos, es alargar una responsabilidad que nos sirve a todos.El andar en bicicleta, correr, trotar y hasta patinar, llegó para quedarse como estilo de vida, es y debe considerarse tema importante de política pública. Abrir ciclovías debe pensarse como una preocupación constante que crea ciudadanía y sirve para conocernos en una urbe donde poco nos miramos. Lo mismo que hacen las marcas, que sólo te miran, si puedes comprarlos.
Ciclorecreo Vía es uno de mis proyectos favoritos de ciudad, une muchas comunas y son decenas de kilómetros sin autos para una ciudadanía que de a poco se apodera de los espacios públicos, pero tiene una gran debilidad y pasa por una razón bien chilena, los proyectos sólo funcionan si hay un privado que las patrocinen, ya que si no existe éste, el modelo no funciona. En caso contrario el municipio se lleva el costo.
Hace una semana en Concepción, ciclistas penquistas me comentaban esas noticias que el centralismo ignora, el circuito existió allá, bajo al apoyo de tres empresas, dos se bajaron y una duró un poco más, otros decían que el público no era importante, algunos que la administración fue mala y no pagaba los sueldos, también que la Municipalidad no quiso apoyar, sea cual fuera la razón, reuní todas esas ideas y me traje una inquietud desde el sur, ¿Por qué una política pública tan interesante y beneficiosa debe tener por obligación ese sello de inversión mixta? Pasa lo mismo con el Transantiago, creemos que es transporte público, pero es otro negocio más de privados.
Si hay algo que las municipalidades y gobernaciones deben estimular, es el uso de los espacios públicos, sus calles y plazas. El modelo de cerrar calles para reunir a ciclistas de todas las edades, patinadores, corredores y otros, es algo que funciona muy bien, pero no será mejor que estas instituciones se hagan cargo, con sus propios recursos y oficinas de empleo, el desarrollo de estas iniciativas, ya que con esto no sólo hablamos de ahorro, sino que mayor optimización de recursos. Algo así como circuitos municipales de interés deportivo comunitario ¡Ah que no sería lindo y provechoso! ¿Qué cree Ud?
Estas palabras son para sumar y no para cerrar lo ya existente, pero insisto, si no hay inversión privada, en sectores donde la publicidad no se interesa, podemos asegurar circuito de la mismas características y para todos. ¿Qué pasa si lo privado no invierte en comunas donde la gente prefiere Fonasa y no Isapre? ¿Donde se desayuna pan de la esquina y no barrita cereal? ¿Habrá plata para esos usuarios? Todo esto me recordó un reportaje en donde las empresas de bebidas y comida financiaban los textos y menú de almuerzo en colegios de EE.UU., discriminando tipos de audiencias y beneficios, según lugar y ciudad, afectando la salud y educación de los estudiantes.
Sobre lo anterior, hice un ejercicio para responderme cómo actúa lo privado con lo público e hice nuevamente la ruta pero poniendo más atención. De Plaza de Armas para arriba, más de tres puntos de préstamos de bicicletas, lugares para comer fruta gratis, también barritas de avena y varios más para tomar agua, además de vigías -muy amables por lo demás- para ayudar especialmente a los más nuevos y despistados en el cruce de esquinas y semáforos. Ahora, desde la misma plaza, pero hacia abajo, hasta Quinta Normal, pasando por barrios patrimoniales tan lindos como el de Brasil y Yungay, no hay préstamos de bicicletas, tampoco agua y muy, pero muy pocos vigías.
El andar en bicicleta, correr, trotar y hasta patinar, llegó para quedarse como estilo de vida, es y debe considerarse tema importante de política pública. Abrir ciclovías debe pensarse como una preocupación constante que crea ciudadanía y sirve para conocernos en una urbe donde poco nos miramos. Lo mismo que hacen las marcas, que sólo te miran, si puedes comprarlos.
No sé de qué modo las municipalidades y marcas participan de este modelo y otros más, pero lo manifiesto en esta columna para decir que no hay razones para que este tipo de actividades debe siempre esperar al privado, si la banca en Chile fuera más solidaria y por ley gastara parte de sus utilidades en retorno hacia la sociedad, las bicicletas hasta tendrían alas, las mismas que el pato de todos los chilenos se ha gastado por años en publicidad y no en responsabilidad social, pero bueno, eso ya es otro tema que queda en tintero, mientras me marcho a pedalear otra vez.
Comentarios
04 de marzo
Octavio:
Excelente tu columna, mis felicitaciones.
Por cierto tienes toda la razón, por 3 Vehículos 4×4 (Esos que vez con un solo pasajero) ocupan el lugar de unas 50 0 más bicicletas.
Saludos
Víctor Ahumada Cristi
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04 de marzo
Así es, en muchos países la tendencia no sólo es ir aumentando los impuestos por número de autos en relación a una familia, sino que también en proporción a los cm2 que ocupa, beneficiando a los más pequeños sobre camionetas y jeep.
Un abrazo