Una mirada a datos disponibles sobre la ciudad de Santiago, la presenta como una de las mejores ciudades para invertir en el continente. Estudios como el Índice de Atractividad de Inversiones Urbanas (Inai), en cuya elaboración participa la consultora chilena IdN Inteligencia de Negocios , que compara variables como poder de compra, dinamismo, capacidad de financiación, presencia de jugadores globales, reputación, confort urbano y capital humano, posiciona a nuestra capital entre los primeros lugares del continente.
El santiaguino vive mirando al Sur, y sueña con irse a vivir en un ambiente bucólico que le entregará mágicamente una mejor calidad de vida. Algunos datos extraídos de un estudio reciente, entrega información cuantitativa sobre lo comentado.
En términos turísticos, el flujo de visitantes ha crecido y los indicadores de satisfacción muestran niveles muy favorables de aprobación. Seguridad, infraestructura, amabilidad y otros parámetros son bien evaluados por los extranjeros que pasan por la ciudad. Es una ciudad que se recomienda para visitar, especialmente por parte de los europeos que la visitan.
Pero al parecer, esta ciudad de más de 6 millones de habitantes (no está aún disponible el dato oficial del Censo 2012) no genera tanta satisfacción entre ellos como ocurre con las visitas. Las asociaciones espontáneas que evoca parten generalmente por lo negativo: citando a grupos de santiaguinos entrevistados: “Santiago es insufrible en distancias, histeria de sus habitantes, inseguridad, contaminación. Hay problemas de polución, congestión vehicular, lo extensa que es, evacuación aguas lluvias, pésimo transporte público, segregación espacial, generación de ghettos” y una larga y extensa lista de quejas.
El santiaguino vive mirando al Sur, y sueña con irse a vivir en un ambiente bucólico que le entregará mágicamente una mejor calidad de vida. Algunos datos extraídos de un estudio reciente, entrega información cuantitativa sobre lo comentado. Se trata de una encuesta aplicada a 600 santiaguinos, de distintos sectores y barrios de la capital, realizada por Gemines para un serie de estudios sobre las personas y su ciudad en distintas dimensiones de esta relación, tan relevante en la vida de cada uno. Nuestra ciudad es nuestro mundo para muchos y nos definimos mutuamente en el día a día.
Partiendo por lo negativo:, la encuesta comienza asociando conceptos que definan la ciudad, lo obtenido es preocupante: un 76% la considera “agresiva” y sólo un 24% “amable”; al evaluar la calidad de vida, se obtiene un promedio de 4.6 ( en una escala de 1 a 7), un 63% contesta que si tuviese la posibilidad de irse a vivir a otra ciudad de Chile lo haría (aunque sabemos que esta declaración de intención no implica un correlato directo con la acción señalada, o la ciudad estaría quedando vacía). Dos tercios de los entrevistados piensan que Santiago se ha hecho una ciudad “menos amable” en los últimos 10 años. Y cómo definen a los santiaguinos – es decir, a si mismos- no es para sacar cuentas alegres: un 39% los considera “estresados”, un 35% individualistas y un 10% arrogantes.
Las cifras presentadas corresponden a un promedio. Sabemos lo que los promedios esconden y en este caso no es la excepción. Estas y otras variables medidas muestran resultados mucho más bajos, al abrirlos por segmentos socio económico de pertenencia. La evaluación de los grupos más pobres, es fácil deducirlo, es claramente más negativa. La evaluación de los grupos más ricos, es fácil deducirlo, es claramente más positiva. Las puntas presentan una enorme varianza, que refleja la existencia de más una ciudad, de más de un Santiago. No me gustan estos números, no me gusta lo que representan.
Y que les gusta entonces a nuestros conciudadanos: la Cordillera (56%), el clima (46%) y el acceso a los servicios (39%). Por otra parte, un 65% considera que es “bonita”. Qué le piden? Áreas verdes, parques y ciclovías. Accesibilidad, menores tiempos de viaje y un mejor transporte.
Que mezcla de percepciones. Entre el frío, la estufa a parafina que se compra en la estación de servicio más cercano y la calefacción central, la loza radiante y otras joyitas de la diferenciación inmobiliaria. Entre cotas no tan lejanas geográficamente hablando pero si muy distantes cultural y vivencialmente. Pero queda claro (cito) que el impacto de las transformaciones económicas (ciclos y crisis) impactan en las ciudades, y que en un contexto de gran interdependencia, muchas de ellas se vuelven más vulnerables. Es decir, a sus habitantes más vulnerables. El desarrollo inmobiliario debe atender y escuchar si espera continuar aportando a la calidad de vida de las familias. El planificador urbano aún más. Santiago ya superó con creces el tamaño que Ernst Friedrich Schumacher definió como “lo pequeño es hermoso”, por lo que la exigencia es mayor.
Como diría Santiago del Nuevo Extremo:
“ una ciudad quiero tener, para todos construida y que alimente a quien la quiera habitar.
Santiago, no has querido ser el centro
Y tú nunca has conocido el mar”.
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