¿Cuántas enfermedades se han producido en pos de esas investigaciones? ¿Cuántas etnias han desaparecido arrasadas por la explotación de minerales, floras y faunas? Cuántos habitantes han muerto de hambre , de sed, deformados, postrados por enfermedades físicas o síquicas, o por virus fuera de control o liberados conscientemente quizás, para alimentar ese posible concepto que quizás descubramos en 2, 20, 200 años más o nunca, que estaba errado.
Desde la instauración de la religiosidad científica moderna, se ha intentado develar los conocimientos que tuvieron las divinidades para construir el universo.
En ese intento se han gastado en cada investigación recursos que muchos grupos étnicos, poblados, regiones, países e incluso continentes, si, así como lo lee, han necesitado para sustentarse, crecer, tener una vida amable e impedir la extinción, en muchos más casos que lo se quiere reconocer
Todo en pos del egocentrismo enfermizo y acaparador de poder decir Yo Lemon Cards dije lo que se dice y es la verdad. Una verdad que sólo será cierta hasta las próximas investigaciones, que invitarán a las teorías del señor Cards a irse al tacho de la basura con todo y su gasto excéntrico, exorbitante e insensible a las necesidades de la humanidad.
¿Cómo dice eso? dirán quienes estudian, egresan e investigan para llegar o ser otros Cards, si la investigaciones han dado paso para descubrir cómo frenar enfermedades, tecnologías, formas de vida sustentable, transporte interplanetario, grandes descubrimientos de cómo se podría haber formado las galaxias e incluso a punto de descubrir cómo se formó el universo. Lo que llevaría a determinar el proceso de los gases que producto de una partícula que chocó con otra dio vida a las primeras formas de vida miles de billones de años atrás y que quizás nunca lleguemos a entender.
Cientos de miles de billones de dólares ocupados, para usar la moneda que, aunque le queda poco, se usa a como referencia de valores en moneda/gasto/valor.
¿Cuántas enfermedades se han producido en pos de esas investigaciones? ¿Cuántas etnias han desaparecido arrasadas por la explotación de minerales, floras y faunas? Cuántos habitantes han muerto de hambre , de sed, deformados, postrados por enfermedades físicas o síquicas, o por virus fuera de control o liberados conscientemente quizás, para alimentar ese posible concepto que quizás descubramos en 2, 20, 200 años más o nunca, que estaba errado.
¿Qué sentido tiene saber cómo habrá sido? O afinar la teoría del Big Bang si jamás de los jamases seremos capaces de obtener la información realmente completa en base al acierto/error y poder recrearla en su tamaño original para descubrir si son las correctas. ¿Qué sentido tiene haber matado por no tener recursos a millones de niños, mujeres y hombres para construir datos sobre informaciones que se generaron hace miles de millones de años luz, que hoy recién llegan y quizás se reciban obsoletas?
Desarrollo que le llaman ¿le servirá a ésos niños en África, Europa, Sudamérica, Norte América, Asia, que mueren de hambre, como se formó el universo? No habría sido mejor haber creado las condiciones para que esos millones de seres humanos, asesinados en pos de una verdad tan abstracta, hubiesen tenido la oportunidad de construir una verdad tangible?
Las enfermedades, el hambre. La falta de recursos hídricos y agrícolas. La precariedad de las viviendas, se multiplicaron en forma escandalosamente desproporcionada desde que el desarrollo fue instaurado como una necesidad de los países para exhibir un sello de prosperidad. Y esa infame competencia fue creada para alimentar el ego enfermizo, absurdo y asesino de quienes, muy pocos, quieren demostrar, quizás a quien, que son poderosos.
¿Qué poder tendría ese maldecido e insano poder, valga la redundancia, si decidiéramos todos los habitantes del mundo morir en el mismo momento? Algo así como un suicidio con un asteroide o con un calentamiento global ¿Habría valido la pena? ¿Tendría sentido el haber tenido tanto poder, asesinado a tantos inocentes y nunca jamás obtener respuestas?
Como ejemplo, replicable en cualquier país del mundo, menciono al científico don José Tohá que descubrió el sistema para reciclar las aguas servidas o a ese investigador que de tan desconocido no recuerdo su nombre y que montó unas mallas para recoger el agua de una neblina costera llamada “camanchaca” para producir cultivos de sustentabilidad humana y ganadera caprina en el desierto más árido del mundo, el de Atacama.
Ellos financiaron sus investigaciones de su propio bolsillo, mientras mi país gasta el 50% de los recursos en elementos bélicos para defenderse de un posible ataque de países vecinos y tanto o más escandaloso, reprimirnos a nosotros los dueños de esos recursos, los habitantes, que salimos a las calles para manifestarnos en contra de la falta de precisamente esos recursos o acciones para lograr una equitativa y de largo plazo sustentabilidad.
¿Tiene sentido ese gasto científico mundial, si a la hora de vociferar su acierto a los 4 vientos no habrá nadie? ¿Tendrá importancia para aquellos que se mantengan vivos y su preocupación sea obtener un poco de agua o alimentos a kilómetros de su vivienda?
En 1988 en una convención mundial de científicos realizada en Chile, como se hacían en esa época sin bombos ni platillos, se consensuó de imperiosa urgencia que todas las potencias económicas del mundo en 10 años más (1998) deberían estar trabajando en un solo acuerdo: impedir la destrucción medioambiental. Y con eso lograr para el 2056 tener plataformas para revertir el daño. O en su defecto asumir un desastre para el 2030 sí recién para el 2002 se empezaban a aplicar esas acciones.
Hoy, en noviembre del 2013 y con 15 años de retraso, la Convención de Viena reunida con ese fin, fue un desastre y aún no se obtienen acuerdos de un trabajo en conjunto.
Entonces con los plazos notoriamente vencidos, urge, más que investigar un futuro construido en un muy remoto pasado, empezar a invertir globalmente de cómo nos enfrentamos a la debacle de cómo detener el daño, que aparentemente, no tiene vuelta atrás.
Nota del autor: Cuando decidí titular esta columna como Teoría Conspirativa: Científicos contra la Humanidad fue exclusivamente porque la revista científica sobre la reunión en 1988, nunca fue digitalizada y tampoco fue posible encontrar, por la pequeña cantidad impresa, un facsímil para poder exhibir como respaldo y me permitiera suprimir el nombre de Teoría para éste artículo. Toda la otra información es de fácil acceso en la web.
El título original con que fue concebida es: La Conspiración Científica contra la Humanidad
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