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Otra ciencia para Chile

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Si los científicos e investigadores nacionales quieren obtener el apoyo social a sus demandas, es necesario que su discurso se politice y entre en sintonía con otras demandas sociales. Algunas preguntas: ¿es necesaria la naturaleza competitiva del desarrollo científico chileno? ¿Es necesario concebir el conocimiento como un recurso privativo a explotar y mercantilizar o como un bien colectivo de desarrollo humanista? ¿Por qué el erario público debiese financiar el desarrollo de conocimiento que va aparar a arcas privadas?

Las últimas semanas los medios, principalmente escritos, han dado espacio para una interesante discusión sobre la institucionalidad de la investigación científica en Chile. El pie a la discusión vino de una iniciativa gubernamental: el traslado de CONICYT al ministerio de economía  que ha creado controversia en la comunidad científica e incluso acciones para evitar que ello ocurra (ejemplo: esta carta de elquintopoder.cl). Hasta ahora, los científicos han comenzado una cruzada discursiva y organizativa buscando sistematizar la crítica y movilizar a la ciudadanía. La crítica a la iniciativa gubernamental, dirigida desde organizaciones como la Asociación Nacional Investigadores de Postgrado(ANIP) y la organización Más Ciencia para Chile, llama la atención sobre varios aspectos beneficiosos sobre crear un Ministerio de Ciencia y Tecnología para Chile. Sin embargo, resulta curiosa la despolitización con que se instala esta crítica.

Los argumentos de Más Ciencia y la ANIP están enfocados en la incapacidad gerencial tanto del Ministerio de Educación (Mineduc) como del Ministerio de Economía para gestionar los desafíos de la política de investigación científica en el país. Asimismo, se observa una aceptación, reflexiva o no, del concepto de “capital humano” como un agente a ser explotado en pro de un concepto confuso de desarrollo. Priman en la crítica los énfasis en la competitividad regional y la capacidad de competir que tiene la ciencia en Chile. Todo lo anterior se mezcla en las propuestas que han diseminado profusamente en la prensa.

Las propuestas se pueden resumir en cuatro puntos. Primero, la creación de una nueva institucionalidad con un foco en la gestión de la ciencia y tecnología y la solicitud de un plan nacional de desarrollo científico y tecnológico. Segundo, más inversión en investigación y desarrollo con el fin de ampliar la base de recursos competitivos (FONDECYT, doctorados, post-doctorados) y los recursos para la inserción de investigadores en el ámbito académico. Tercero, más formación de investigadores y más coherencia para integrarlos o insertarlos en sus líneas de investigación al término de sus procesos formativos. Y cuarto (el que me parece más curioso), se solicita más difusión de la producción científica chilena. Se propone usar el sistema de educación pública y la infraestructura comunal como una vitrina para difundir lo que producen los científicos en Chile. Incluso se propone una revisión complementaria de planes y programas de estudio para mejorar el aprendizaje de las ciencias, asimismo el fomento del uso de bibliotecas y laboratorios escolares.

Si uno leyera, como científico, las demandas expresadas en estos documentos, no podría sino estar de acuerdo. Pero la trampa es que estas demandan no presentan nada para la ciudadanía. Son un conjunto de peticiones gremiales que por sí mismas no tienen capacidad de convocar a la población en apoyo y corren el riesgo de ser calificadas como un gesto de altivez o arrogancia intelectualista.

Uno de los problemas con el argumento para una nueva institucionalidad ministerial de la ciencia es que no entrega razones políticas para separar la educación de la producción científica. Priman las nociones gerenciales sobre la ciencia. La falta de politización lleva a los científicos organizados a “pedir” cambios curriculares sin necesidad de una explicación que tenga coherencia con su crítica a la incapacidad del MINEDUC de gestionar la ciencia y la investigación.

Otro de los problemas tiene que ver con la conceptualización cuestionable del conocimiento y las personas como capital explotable. Una reflexión más profunda sobre por qué el conocimiento debe ser un bien privativo requiere que los científicos tomen partido o asuman una posición sobre cuestiones de vital importancia política en los modelos de desarrollo productivo del conocimiento. Se esperaría, de una comunidad de intelectuales científicos, una posición política en torno a temas como los derechos de propiedad sobre el conocimiento y la producción científica, copyrights, patentamiento, contratos privados para uso productivo de investigaciones financiadas con recursos públicos, entre otros. Un tercer problema es que, si bien existe un discurso sobre la investigación como un trabajo, no hay una elaboración política sobre las características del trabajador/investigador y su relación con otras demandas de actores relevantes en el ámbito laboral. Las movilizaciones estudiantiles del 2006 y 2011 no solo pusieron en tela de juicio el sistema educativo y su desigualdad, sino que salpicaron a la institucionalidad política y al modo de producción económica que se encuentra detrás de la precariedad de los nuevos profesionales en Chile: la mercantilización de derechos sociales. Eso nos lleva al cuarto problema con el discurso de los científicos organizados: sus demandas se enmarcan en demandas de mercado, por mayor inversión en “capital humano” y en “recursos competitivos”, dejando de lado cuestiones de centralidad ideológica detrás de las luchas sociales del último tiempo (gratuidad, descentralización, cuidado del medio ambiente).

Si los científicos e investigadores nacionales quieren obtener el apoyo social a sus demandas, es necesario que su discurso se politice y entre en sintonía con otras demandas sociales. Algunas preguntas que, me imagino, debiesen representar un proceso previo a la exposición de las demandas de los científicos podrían ser: ¿es necesaria la naturaleza competitiva del desarrollo científico chileno? ¿Es necesario concebir el conocimiento como un recurso privativo a explotar y mercantilizar o como un bien colectivo de desarrollo humanista? ¿Por qué el erario público debiese financiar el desarrollo de conocimiento que va a parar a arcas privadas? ¿Es la “difusión científica” la respuesta para coordinar los sistemas de reproducción del conocimiento científico y la reproducción misma de la comunidad científica (es decir, la respuesta a la educación científica)? ¿Cómo responde una nueva institucionalidad de la ciencia chilena a las demandas ciudadanas en torno a la educación y conocimiento? ¿Por qué las instituciones académicas crean oficinas de patentamiento al conocimiento creado con recursos fiscales? ¿Qué posición establecen las organizaciones de científicos en torno a publicaciones abiertas, conocimiento libre, innovación dirigida y abierta, patentamiento, y copyrights del conocimiento creado con fondos públicos? ¿Qué tipo de trabajador se está gestando en los círculos de la investigación científica? ¿Cuál es la relevancia de este trabajador para las luchas sociales?

Quizá resolver estas preguntas servirá no solo para pedir “más” ciencia para Chile, sino para imaginar otra ciencia para Chile, una en que el conocimiento no sea mercancía.

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20 de noviembre

Totalmente de acuerdo con la columna y es mas: sorprende la estrechez de miras de esta campaña, en terminos de una segregacion implicita entre cientificos. Un anuncio reciente del CRUCH es la propuesta de enseñar las «ciencias» en todas las carreras universitarias. Acaso las ciencias sociales no son «ciencias»?

Este gremialismo estrecho es perjudicial para todos. Aunque se logre constituir un Ministerio de la Ciencia, este sera meramente decorativo si no cuenta con recursos humanos y materiales adecuados. Con un gasto publico de menos de 1/4 del PIB (versus 1/2 en Europa y 40% en EE.UU.), es imposible tener politicas publicas adecuadas de educacion, innovacion y fomento productivo.

Entonces los cientistas «exactos o duros» necesitan aliarse con cientistas sociales, por dos razones:
– Para proponer reformas viables y eficaces se necesita el conocimiento de economistas, politologos, abogados y otros.
– Para legitimar sus demandas deben insertarse y dialogar con una movilizacion mas amplia, tal como lo señala Ivan Salinas.

En ultimo termino, insisto en algo que no me cansare de repetir: las reformas de fondo en todos los sectores de interes social en Chile no se obtendran si sus militantes no convergen en torno a un cambio de Constitucion. Un buen analisis de todas estas demandas demuestra que todas estan trabadas por el binominal y el principio de subsidiariedad.

Superar este bloqueo es una condicion indispensable para dotarnos de instituciones que promuevan el desarrollo inclusivo de Chile.

26 de noviembre

Concuerdo con la apreciación. Politizar la discusión sobre la ciencia y el conocimiento lleva sin ninguna duda al cuestionamiento del orden constitucional.
Saludos.

20 de noviembre

Que bueno que la reflexión toque temas relacionados a la propiedad del conocimiento científico.
Recuerdo que cuando partió masciencia les escribí un correo preguntando por su posición respecto este tema, y me respondieron que era una cuestión en la que no tenían acuerdo, y por lo tanto no había una posición. O sea, ausencia de política y sólo defensa gremial.

Muy buena columna.

26 de noviembre

Totalmente de acuerdo. Hay un vacío tremendo en la discusión sobre la «propiedad» del conocimiento científico y el rol de las instituciones académicas en promover la privatización del conocimiento (financiada con recursos públicos). Me parece que hay que avanzar en comprender más los mecanismos con los que operan esos procesos privatizadores, siendo uno fundamental el destinar recursos públicos para la ‘innovación’.
Saludos.

carlos

20 de noviembre

Muy de acuerdo con esta columna, como investigador de postgrado me averguenzo de que la ANIP este enfocada en reivindicaciones de tipo netamente gremialista, en lugar de estar trabajando arduamente por construir un mundo justo y sustentable de la mano de l@s pobladores! , a proposito este sabado todos a apoyar a la nueva escuelaen la minga por su reconstruccion, en balmaceda con colo colo, comuna de Renca! Desde lad 9:00 hrs.

26 de noviembre

Gracias por comentar. Estoy seguro que hay organizaciones de estudiantes de postgrado más representativas de demandas menos gremialistas.

Francisco Morey

20 de noviembre

Muy interesante punto vista. En lo sustancial lo suscribo, en cuanto a asumir la necesidad de un mayor involucramiento de la comunidad científica en temas de sociedad.
Sin embargo, esta pendiente aún una expresión concreta de organización de los científicos, que sirva de referente y de contrapartida para la búsqueda de consensos. El gremialismo criticado en esta columna es UN paso en esa dirección y, por tanto, lo considero valioso.
Me llama mucho la atención que deban nacer este tipo de foros (la AIP, por ejemplo) en reemplazo de la ineptitud de las organizaciones tradicionales como las sociedades científicas, los premios nacionales y otras similares. Si hay voluntad por analizar la situación de la expresión social de las ciencias en Chile, yo esperaría de los investigadores una autocrítica y una batería de propuestas para refundar dichas instituciones. Porque son muy necesarias y hoy NO están.
Me parece oportuna esta columna, porque ahonda en temas que sin duda son necesarios de enfrentar.
Felicitaciones y muchas gracias por la consideración de hacérmela llegar vía redes sociales.
Pancho Morey

26 de noviembre

Gracias por comentar.
Mi impresión es que la investigación científica está crecientemente sustentada en un nuevo segmento social que no se ve representado en las asociaciones tradicionales de la ciencia. Esperamos poder construir el nuevo referente de las ciencias.
¡Saludos!

Victor M. Aguilera

20 de noviembre

La institucionalidad científica debiera pasar inexorablemente por reconocer su rol en la sociedad, y desde allí, buscar consolidarse como un bien publico; sobre todo si la premisa es que el estado, es decir todos, debieran mejor financiar dicha institucionalidad. Estoy convencido que para lograr esto, necesitamos mejores interlocutores y comunicadores, que puedan de presentar de mejor forma ambos, las necesidades y prestaciones, del trabajador investigador.

26 de noviembre

De acuerdo. Enfatizo la idea de considerar a los investigadores como trabajadores.

21 de noviembre

La investigación, así como la nueva institucionalidad que demandan los investigadores chilenos, deben estar a la medida de las necesidades del país y no sólo de quienes las promueven. Buen aporte a la discusión.

Saludos

Vicente Sandoval

22 de noviembre

Esta es una muy breve pero ilustrativa columna sobre el debate y particularmente sobre el discurso que sostienen las comunidades de científicos en Chile respecto al mismo. Me gustaría destacar lo de la politización, porque siempre he creído que ser juez-y-parte en la ciencia, especialmente en las ciencias sociales, puede convertir a los investigadores en «politologos» (como dice mi amigo Matias Garreton), comentaristas, etc. La ciencia necesitar ser exacta o acercarse lo más posible a la realidad. No voy a discutir si esto es posible o no, es un tema largo y ahora mismo harina de otro costal. Pero el asunto es que esta forma de pensar, en los científicos, nos permite abstraernos y observar los fenómenos tantos físicos, químicos, biológicos y sociales desde un punto de vista «mas o menos» neutro. Pero creo que el debate sobre la Ciencia (con mayúscula) y su rol en la sociedad chilena, es otro asunto. Aquí no hay que abstraerse, estamos hablando del contexto, de relaciones de poder, del desarrollo en el fondo. Y el desarrollo, bien lo saben muchos científicos sociales, no es natural y muchas veces depende de los debates sociales, económicos y políticos que se llevan acabo en la sociedad. Éstos debates deciden el futuro del país (aun que sea a corto plazo) y lamentablemente como nos ha enseñado la historia, no siempre terminan siendo las mejores opciones. En fin, creo que la politización del debate de la ciencia es necesaria y necesita además agarrar más fuerza, involucrar la opinión de los ciudadanos. Muy interesante artículo.

22 de noviembre

Muy interesante columna, lo digo como cientifico y alguna vez miembro de la ANIP cuando en sus primeras etapa. No obstante, me he formado en una escuela cientifica del racionslismo critico abierto, mas cercano a la filosofia popperiana. Para mi, la ciencia es una actividad que debe estar libre de cualquier instrumentsluzacion ideoligica, politica u otra forma que desee imponer que es lo que debe investigarse y porque. Este tipo de ciencia, no es para cientificos «reales» sino para «cientificos profesionales» o lo que algunos llaman los «funcionarios de la ciencia», buenos tecnicos con MSc o PhD para servir a las agendas abiertas u ocultas de individuos, empresarios, politicos, etc. La ciencia es como un arte, una pasion, un deseo de avanzar y conocer la verdad, predecir o explicar la realidad. Soy contrario a una ciencia servil, donde te dictan que hacer y por tanto tambien de la «politizacion» que argumenta el autor de este articulo Aunque respeto su opinion, prefiero luchar por mantener la libertad creativa del cientifico que da espacio a la «chispa del genio creative» Como decia un gran cientifico amigo, maestro y mentor: hay muchos funcionarios de la ciencia y pocos cientificos.

26 de noviembre

Gracias por comentar.
Creo que no comparto la visión Popperiana-liberal para describir la actividad científica. Mi impresión es que la ciencia es una actividad humana situada en contextos históricos y sociales específicos y que su actividad central se basa en esos contextos históricos (al estilo de los paradigmas con que Thomas Kuhn ha podido describir lo que hacen los científicos). Comparto la necesidad de desarrollar ciencia básica sin servilismos políticos, pero me parece que esa forma de hacer ciencia requiere de procesos persuasivos más eficaces en los contextos sociales. Allí es donde las demandas gremialistas que critico no son capaces de convocar, pues su foco parece defender una visión «neutralista» de la ciencia, deshumanizándola y transformándola en actividad elitista.

22 de noviembre

Comparto en un alto porcentaje esta vision respecto a las demandas gremiales de los cientificos organizados de Chile, sin querer herir susceptibilidades es necesario hacer el incapie que la ciencia DEBE estar al servicio de la sociedad y DEBE contribuir a generar una sociedad mas justa e igualitaria, el resto son berrinches de gremio que solo pretende mejorar sus propias condiciones laborales a la espalda de quienes realmente importan, el ciudadano de a pie, el que paga impuestos, o sea el Chile real

22 de noviembre

Es como si hubiesen criticado a los pingüinos el 2006 porque pedían pase escolar en el verano, algo super gremial (bueno, de hecho los políticos lo hicieron).

Todo movimiento, cuando comienza, es inmaduro. Hablan de la necesidad de incorporar a las ciencias sociales sin saber mucho al parecer de que los procesos sociales son complejos y requieren tiempos largos, de décadas muchas veces. De hecho, en el encuentro sobre institucionalidad, estaban casi todos los sectores, incluidas las ciencias sociales.

Después del 2006, tuvo que llegar Piñera al poder y quizás cuantas asambleas que no sabemos para que los chicos maduraran su discurso durante 2011. También tuvo que existir esa represión de agosto de 2011 para que el discurso creciera aún más.

Si las cosas ocurrieran por mera voluntad de la gente, las ciencias sociales no podrían analizar patrones. Estos comportamientos de masas serían inexistentes en una sociedad controlada por la alatoriedad de líderes supra concientes y con poder de acción.

Al igual que en el movimiento secundario, los alumnos han sido dejados de lado por sus «maestros». Los maestros (cientificos renombrados) se preocupan de su gremio. Pues bien, los estudiantes o becarios también tienen derecho a preocuparse de lo propio, pero además hacen mucho más que eso, porque llaman a sus «maestros» a sumarse de diversas formas.

En cambio, estos supuestos maestros representan sectores en la ciencia que ni siquiera son capaces de conversar entre ellos. He visto en primera línea el chaqueteo entre colegas, el total abandono de alumnos por parte de sus «maestros», incluso el abuso de poder y acoso sexual. Y lo que es peor, los estudiantes aprenden de sus maestros esta cultura de abuso y lo replican cuando obtienen sus cátedras y puestos en la academia.

Se pelean las migajas de los nucleos, anillos, becas, etc. porque es lo único que conocen tal vez. Después de todo, la ciencia es un trabajo como otros, pero de hambre. Nadie en Chile estudia tanto para recibir tan poco como los académicos, en especial los de Ues estatales.

Si, está todo mal, estamos lejos de algo mejor, pero es un comienzo. Se confunde la miopía de la propuesta con lo que es en realidad una primera aproximación, el esfuerzo de jovenes que quieren dialogar con autoridades o de estudiantes que solo quieren poder mantener su familia con lo que ganan haciendo ciencia.

26 de noviembre

Gracias por comentar.
No comparto la apreciación lógica inicial.
La movilización del 2006 promovió una politización de la discusión educativa mediante demandas más allá del gremialismo. Una de las principales fue la demanda por una nueva ley orgánica y la condena al lucro.
Comparto la idea de que los movimientos son lentos, pero mi crítica apunta a la falta de politización. Lo que ha ocurrido hasta ahora parece un trabajo muy eficiente de lobby, pero no veo una capacidad de convocatoria para que otros sectores sociales aprecien la necesidad de potenciar el desarrollo científico y tecnológico en Chile. Aún más, creo que no hay posición clara sobre temas centrales en la política económica de lo inmaterial, como por ejemplo la posición sobre el uso privativo del conocimiento como materia prima para la ‘innovación’. Puede ser un germen de crítica y esfuerzo, pero a mi, como investigador, no me satisface y me la juego por la politización de las demandas y la capacidad de instalar un conflicto social real detrás de las demandas de los científicos.
Saludos.

07 de enero

Ha pasado un tiempo desde que se publicó esta columna, sin embargo, creo que sería bueno retomar esta discusión considerando que se vienen a la agenda nuevamente actividades que buscan promover el vinculo y acercar los «mundos» de las ciencia y la política. No obstante, esta vez, sin claridad pública respecto a los objetivos de tales actividades ya que los 4 puntos planteados por “Más ciencia para Chile y “socializados” por la ANIP, fueron superados y absorbidos por el oficialismo y parte de la oposición, quienes, me imagino, vieron con buenos ojos el acercamiento de un movimiento de corte academicista y con un discurso gremial, desprendido del movimiento por la educación y que pretendía aportarle a la “modernización” de la actividad política a cambio de escuchar algunas de sus demandas.
Digo desprendido porque hasta finales del 2011 la situación era diferente. A pesar de lo invisible que pudo parecer ante el resto de los actores que conformaban el movimiento por la educación , la ANIP fue parte de este. Al menos esa fue la voluntad de la directiva de aquel año y del equipo ejecutivo que ayudábamos a su funcionamiento. Esto puede constatarse en los comunicados, opiniones y marchas a las que se convocaron desde este espacio, siempre con el objetivo de promover la discusión sobre la importancia de la educación pública, gratuita y de calidad como parte de las demandas y propuestas del postgrado. Simultáneamente, para aquel entonces, también se trabajaba en desarrollar vínculos con otras organizaciones sociales (de pre-grado, académicas y sindicales), con el fin de generar convergencia programática en miras hacia la configuración de un movimiento estudiantil de mayor amplitud. El desafío era grande, existían muchas debilidades que superar, partiendo por la poca vinculación de la ANIP en el ámbito territorial, especialmente a nivel de regiones. También las diferencias políticas del grupo pesaban a la hora de definir el accionar, el escenario coyuntural las agudizó y la ideología hizo el resto. A un lado quedaron aquellos que no compartían la “politización” de la organización y al otro quienes la impulsábamos. Esto ocurrió casi simultáneamente con una migración de varios de los miembros de la ANIP hacia “Más ciencia para Chile”, movimiento que había nacido desde la ANIP cómo una iniciativa que pretendía socializar nuestras demandas y fortalecer el vinculo con la ciudadanía, nunca cómo una campaña virtual que sólo busca adherentes y posicionamiento mediático.
Con el tiempo, y a pesar de los esfuerzos sinceros de algunas personas, la situación de la ANIP no mejoró, las tensión permanente desencadenó errores, que fueron agudizando más y más relaciones, hasta que ocurrió un quiebre definitivo en la organización. La gota que rebalsó el vaso fueron las diferencias con respecto al estatuto que se encontraba en proceso de legalización y que transformaba a la ANIP en una organización de carácter privado, que no reconocía a las organizaciones de postgrado, que se habían formado en las universidades antes y durante el año y lo peor, que pretendía ser aprobada aquel 2011 sin consulta ni votación de pares (al menos).
Aquel año me retiré de la ANIP y abandoné cualquier vinculo con “más ciencia para Chile”. Unos días antes, sin aviso ni consulta con el resto de los miembros de la asociación, habían sido expulsados arbitraria y autoritariamente tres de los miembros de la directiva por un grupo que se autodenominó como “socios fundadores”. Más aún, quienes denunciamos esta situación, la cual notamos había sido planeada con anticipación, fuimos silenciados. Se nos quitaron los permisos para acceder a las herramientas virtuales, se eliminaron las listas de correos y clausuraron las comunicaciones entre todos los miembros de la ANIP. Quedamos sin derecho a replica y lo peor a contar nuestra versión. Me bastó este suceso para recordar lo peor de nuestra historia política reciente y confirmó no sólo las diferencias ideológicas que siempre existieron al interior de la ANIP, sino también lo bajo que pueden llegar algunos que hoy se declaran defensores de las ciencias. No esta demás decir que quienes planearon el quiebre de la ANIP, la expulsión de los comunistas y el nuevo rumbo de la organización de postgrado, son parte del equipo de coordinación de “Mas ciencia para Chile” y lamentablemente, mas allá de las diferencias que pueda tener con los objetivos actuales de la campaña y sus fines, ensucian el trabajo del resto de sus miembros, quienes no tengo dudas se sumaron con la mejor de las intenciones.
A pesar de los malos ratos y dolores de cabeza que le causo a muchas personas este episodio, puedo decir que el trabajo del 2011 generó algunos resultados. De estos quisiera destacar aquel que promovimos en todos los espacios donde nos invitaron, el cuál buscaba ampliar la carga argumentativa de la demanda por la educación, reforzando la importancia de las instituciones públicas de educación superior, pero no sólo desde lo tradicional y como espacios de formación académico-profesional, sino también como núcleos de organización y difusión del conocimiento para el país. Conocimiento, que por lo demás, debe estar al servicio de las mayorías y no sólo de un sector.
Finalmente, saludo tu columna. Como a estas alturas podrás darte cuenta, comparto tu opinión sobre la necesidad de politizar el discurso científico, sobre todo el de aquellos que estamos recién comenzando nuestras carreras, pero teniendo cuidado de no sobre-politizarlo. Creo que la discusión sobre el futuro de la ciencias y otros temas no puede ser hegemonizado por un grupo, debe ampliarse y dotarse de representatividad. Si bien estos espacios digitales permiten ejercicios de reflexión y promueven la discusión, considero que es en el plano de la organización donde amplifican sus resultados. Sin embargo, para que esto ocurra debe existir voluntad, primero para discutir, luego para constituir y finalmente para transformar, siendo este dos últimos puntos, a mi parecer, los principales desafíos de Chile para el futuro próximo.

Saludos.

chizon papini asgard loki

17 de enero

No pasa nada. La ciencia siempre ha sido elitista, y nunca se ha buscado el beneficio, salvo en la investigacion aplicada, pero los que cambian paradigmas han salido de investigacion basica.

Ratoncito Molesto

18 de enero

Una observación bien puntual que denota lo mal que están los razonamientos respecto a la inversión en ciencia básica:
Que los países desarrollados destinen más recursos a la ciencia básica, no es causa de que sean desarrollados. Son desarrollados por un sinnúmero de factores, y que destinen más de su PIB a la ciencia básica tiene más que ver con la disponibilidad de recursos en base a los problemas sociales ya resueltos, que a la falacia que invertir en ciencia básica los volvió, o más aun: los vuelve o hace (en el presente) más desarrollados.

Es decir: argumentar que debemos invertir más en ciencia, porque los paises desarrollados (y ricos) lo hacen, es como intentar forzar a los pobres que dejen de comer para comprarse ropa de marca y así dejarán de ser pobres.

Que no nos mientan con malos argumentos: la ciencia básica no es un aporte para el Chile de hoy, a lo más lo es para el mundo desarrollado del mañana y para el ego de los investigadores que sueñan con poner su apellido en un paper de circulación mundial.

carlos de la U

30 de enero

Aquello de que la investigacion basica no es una aporte es totalmente falso. El primer articulo que se puede encontra de S. Yamanaka versa sobre la importancia de Fbx15 en el desarrolo embrionario de los ratones, esto puede parecer verdaderamente irrelevante, pero gracias a investigaciones como estas, este señor el año 2012 recibio el premio nobel de medicina por su aporte a como las celulas se puede reprogramar, es decir (para hacer un poco menos complejo esto) como una celula de la piel se podria transformar en una neurona. La proyeccion de este trabajo de años (y muchas otras investigaciones) tiene enormes proyecciones, claro que no nos sentaremos a discutir en los beneficios y retribuciones que estos tendria, solo en que esto se construye desde la base, no se podrian prevenir el 70% de los cancer de utero, si que se supiera que era causado por un virus, creo que queda claro el argumento, y dicho sea de paso, es un camino para el desarrolo. ¿Cuantas cosas de fabricacion chilena hay en tu casa? Un microondas? una TV? las pastillas para el dolor de cabeza? Un farmaco para la artritis? en chile no producimos nada. ¿quienes producen todo? los desarrollados ¿y cualsera la razon?
saludos

01 de marzo

Completamente de acuerdo, usando el ejemplo de Carlos de la U hay que usar los desarrollos de Yamanaka y otros para desarrollar las «grandes proyecciones» que tiene ese Trabajo.

la Falacia de Carlos de la U es pretender que lo que un país pequeño como Chile haga o no haga en ciencia básica es relevante, te cuento Carlos que no es así, Chile no aporta ni el 0.1 % de la ciencia básica, por lo que hagamos o no hagamos no tiene importancia.

Pero entendámonos, yo postulo que la ciencia básica es muy importante ¿que haría yo, como Ingeniero, sin el teorema de pitágoras o el cálculo? Pero de su extraordinaria importancia no se deduce que un país pequeño como Chile deba hacerla, parece más astuto usar el torrente de ciencia básica que desarrolla el mundo para hacer las aplicaciones que permitan mejorar las condiciones de vida en nuestro país…

01 de marzo

Disculpen debí decir completamente de acuerdo con Ratoncito molesto… y muy en desacuerdo con Carlos de la U.

01 de marzo

Como Ingeniero y ciudadano me parece bien los temas que planteas, pues el actual planteamiento de los «científicos» más bien parece el planteamiento de un grupo de presión cualquiera, simplemente más dinero del IVA que paga la sufrida Sra. Juanita para «Nosotros».

Ahora detrás de la presentación tradicional de la comunidad científica chilena está una falta de consideración a las necesidades del país, a la necesidad de sacar a grandes partes de nuestra población de la pobreza, por ejemplo, y allí el papel de la ciencia es muy importante.

Pero el grupito de presión nunca lo plantea así, solo se decía a su disfrute personal de estar en la «frontera del conocimiento» u otra tontera análoga, en publicar papers y no en colaborar en mejorar las condiciones de vida de nuestra gente. Incluso se postula la tontera de la importancia de efectuar investigación en ciencia básica, como si lo que haga -o no haga- Chile en esta materia tuviera alguna importancia (entiendo que Chile no aporta ni el 0.1 % de los desarrollos de ciencias básicas del mundo).

Parece más astuto usar la ciencia básica que se está desarrollando continuamente para que nuestros genios desarrollen las aplicaciones que mejoren las condiciones de vida, pero en nuestro ambiente universitario eso parece una herejía, asía la ciencia aplicada ha debido pasar por afuera de la Universidad, cuando se ha detectado un problema, ha sido necesario crear organismos de investigación por afuera de las universidades, pues éstas no dan el ancho, como el INIA, el CIMM, etc.

Chile ha logrado mucho gracias a la ciencia aplicada, por ejemplo la Fundación Chile ha usado el conocimiento existente para introducir desde al cultivo de salmones al de arándanos, cambiándole la cara a la pobreza del sur, el recientemente fallecido economista universitario, el Señor Fontaine, usó los desarrollos de su ciencia para introducir en el fisco chileno la evaluación social de proyectos, permitiendo una inversión publica más eficaz, Dicho sea de paso, el profesor Fontaine nunca estuvo muy interesado en publicar papera, prefería usar su tiempo en algo más útil.

Igualmente el Doctor Monckeberg, quien utilizara la ciencia existente para, desde la U. de Chile, darle la guerra a la mortalidad y a la desnutrición infantil, con resultados espectaculares, Chile muestra en éstos ámbitos indicadores mejores que los de EEUU.

No parecen haber muchos casos contemporáneos de esa laya, esa es la real tragedia de la ciencia chilena…

Hay que mirar lo que hicieron los japoneses en la década del cincuenta, no se dedicaron a inventar el transistor, simplemente usaron los desarrollos en esta materia e inventaron la radio a transistores. Como se lamentaba un investigador Inglés «Nosotros hicimos los desarrollos básicos en la fibra de carbono, los Japoneses hicieron los productos».

Y por cierto es importante que las universidades patenten, pues anuncio como ciudadano que para investigar tonteras, como la microcirculación en la retina del ojo del gato, el dinero de mis impuestos no está disponible.

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