Presentar al “reputado think tank criollo” como históricamente neutro en sus motivaciones -las que recién hoy se ponen en duda- en supuesta oposición a otros institutos de opinión de “vertiginosas mediciones”, implica una toma de posición ideológica difícilmente soslayable. Y es que por ser antiguo, un debate como el de la neutralidad valorativa y la objetividad en ciencias sociales no.
No es que no se vean serios problemas técnico-metodológicos en las preguntas; es que sorprende el sólido efluvio de neutralidad valorativa. Se equivocan quienes como el señor Camilo Feres en su columna del día 18 de agosto para El Mostrador afirman que la encuesta CEP pasó del puente a la trinchera.
Presentar al “reputado think tank criollo” como históricamente neutro en sus motivaciones -las que recién hoy se ponen en duda- en supuesta oposición a otros institutos de opinión de “vertiginosas mediciones”, implica una toma de posición ideológica difícilmente soslayable. Y es que por ser antiguo, un debate como el de la neutralidad valorativa y la objetividad en ciencias sociales no está saldado.
Una encuesta muestra determinado aspecto de la realidad social, el que sea considerado importante por quienes elaboran el estudio, y silencia lo que no se considera importante. Muchos alegarán que los institutos de investigación eligen los “temas calientes”; ellos responden a la coyuntura. Pues esa respuesta es la misma que dan los medios de comunicación hegemónicos en su afán de no admitir que tienen la capacidad y la intención de marcar la agenda pública. Tanto los medios de información como los organismos de investigación (en retroalimentación) deciden qué temas son importantes y cuáles no. Y es que el mismo señor Feres nos lo deja claro al hablar del “negocio de las encuestas” como un espacio en el que se disputa la “construcción del sentido común”. Pero ¿Cómo se puede buscar construir sentido común si las encuestas reflejan la realidad?
Es difícil poder resumir el debate tan extenso que ha atravesado a las ciencias sociales a lo largo de su historia en tan pocos párrafos ¿La ciencia explica o interpreta la realidad? Acá es cuando uno como analista social por mor de las circunstancias debe ir al grano y aclarar su postura epistemológica: los hechos y objetos de la realidad social son siempre interpretados. Tomando la tradición fenomenológica resumida por Alfred Schutz, de manera rigurosa los hechos puros y simples nos existen; todo hecho es extraído desde un primer momento de un contexto universal por nuestra actividad mental. Heiddeger hace bien al reemplazar el “pienso, luego existo” cartesiano por su “existo, luego pienso”.
Nuestro sentido común se moldea en un mundo cultural intersubjetivo -familia, amigos, actividades propias de nuestros círculos de relaciones sociales. Schutz define este marco de referencia como una situación biográficamente determinada, vale decir, en un medio físico y sociocultural que él define y dentro del cual ocupa una posición moral e ideológica. Solo en referencia a mi situación biográficamente determinada el mundo social se abre a mi interpretación y a mi acción. Los temas problemáticos para el científico social son propios de su mundo interpretativo.
Afirmar que un instituto de investigación no tiene más motivaciones que la de presentarnos la realidad social fuera de toda influencia ideológica, desliza subrepticiamente que todo lo que este instituto no investigue no es ni un problema ni un tema de interés. Y claro, si Francis Fukuyama tiene razón y presenciamos “el fin de la historia”, todo cuestionamiento que no entra en la órbita de este estudio es debate pasado de moda, puro ruido. Los verdaderos problemas e intereses sociales nos los presentan ellos.
Una de las más grandes representantes del escenario postempirista, Mary Hesse, a partir de la idea de que la realidad puede no ser reflejada a la manera de un espejo por las teorías, planteó la llamada “Tesis de subdeterminación de la teoría por los datos”: sólo se puede poner a prueba una teoría empíricamente en la medida en que esa teoría conlleva una clave de interpretación de los datos empíricos mismos. El resguardo metodológico de los think tank, lo que supuestamente los dotaría de objetividad, esto es, la pura entrega de datos sin teoría, no logra eliminar el componente ideológico de sus trabajos. Y esto no tiene que ver con que el director del instituto de investigación sea un conocido ex ministro. Sino con que los datos siempre traen un horizonte interpretativo sobre qué es relevante en el mundo y que no.
Un profesor mío escribió que si distintas teorías pueden hablar adecuadamente del mismo mundo, uno podría preguntarse si es el mismo mundo, o en realidad el mundo depende de cómo lo nombremos.
Más de alguno aún no quedará satisfecho e insistirá en que de todas formas aunque los datos respondan a determinado recorte de la realidad social -lo que el encuestador considere importante estudiar- una encuesta recolecta hechos no interpretados. Pierde su importancia. En sintonía con esto se desprende un segundo punto importante: el papel del científico social: ¿qué significa hacer ciencia social?
Las ciencias sociales durante mucho tiempo oscilaron en lo que Federico Schuster, citando a un representante del empirismo lógico, definió como una situación pendular. Estás oscilaban entre dos extremos: o la pura especulación filosófica, o bien, una pura recopilación de datos sin teoría o (hiperfactualismo).
¿De qué sirve recolectar datos si no hay una teoría que los reúna? ¿Es el papel de los científicos sociales juntar más y más datos ya que de esta manera se asegura retratar de manera más certera la realidad social?
La diferencia entre las ciencias naturales y las sociales es que a una partícula subatómica no le interesa lo que nosotros digamos sobre ella, pero las teorías formuladas por los científicos sociales tiene impacto directo sobre los sujetos, ya que estos están interpretando constantemente sus acciones y la información entregada por el científico social influye directamente en su forma de entenderse con el mundo social. Querer hacer pasar estudios de investigación como limpios de toda ideología no sólo es ingenuo sino que esconde profundos intereses.
Un problema aún más grande se nos presenta cuándo los políticos estás interesados en estas encuestas exclusivamente con fines estratégicos; nada más que por la lucha por el poder político.
Perder de vista a la ciencia política como ciencia práctica orientada a prestar un beneficio a la sociedad -una ciencia arquitectónica como decía Aristóteles- y reducirla a meros datos estadísticos, es el mayor daño que se le pudo haber hecho tanto a la ciencia cómo a la política. Pero esto es harina de otro costal.
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Foto: Pontificia Universidad Católica de Chile / Licencia CC
Comentarios
24 de agosto
buena columna, desmitificando la mentira y fantasía esa de que existe ese «mundo neutral» de las encuestas y la agenda noticiosa. Todos estos wnes son parte activa de la construcción de el mundo homogéneo y unidimensional en el que nos quieren hacer vivir.
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