Los riesgos potenciales de la terapia reparativa son grandes, incluyendo la depresión, la ansiedad y comportamientos auto-destructivos, ya que la alineación terapista con los prejuicios sociales contra la homosexualidad pueden reforzar el odio a sí mismo ya experimentado por el paciente.
No recuerdo bien cómo fue que llegó a mí este documento de «psicólogos católicos» defendiendo la terapia reparativa (en cuyo sitio además me encontré otro documento que llama a «sanar la homosexualidad«). En su momento me sorprendió que en un Seminario realizado en la Universidad Católica se reivindicara la conversión, en donde la organizadora afirmara que “A los niños se les debe decir que la homosexualidad es un trastorno y se puede mejorar”. La «terapia» reparativa se refiere a la práctica de tratar de cambiar la orientación sexual y las atracciones de una persona por sujetos del mismo sexo para que se conviertan (o vuelvan a ser) heterosexuales. Increíble que haya quienes sostengan que esto tiene algún asidero empírico. Veamos de qué trata todo esto.
Es fundamental para la práctica de la terapia reparativa la creencia de que los homosexuales son «defectuosos, rotos, pecaminosos e inaceptables» (Ford, 2001) y que la orientación sexual de estos se puede y debe cambiar.
Algunas terapias reparativas utilizadas en la década de 1950 (antes de las normas actuales de ética en salud mental) se siguen utilizando (Shidlo y Schroeder, 2002). Estos tratamientos incluyen: diversas terapias de conversación individuales y grupales, descargas eléctricas en el torso, las manos o los genitales, junto a la exposición a materiales homoeróticos, exorcismo, sensibilización encubierta -imaginar una situación erótica y asociar esto con algo repugnante o inducir terror y /o la administración de eméticos mientras se presenta material homoerótico, restricciones y aislamiento, y terapia de modificación de género (capacitación sobre cómo comportarse más hetero: entrenamiento masculino en actividades deportivas, o aplicación de cosméticos, entre otras).
Hasta la fecha, no hay evidencia concluyente de que la terapia reparativa sea beneficiosa para los pacientes. Las tasas de éxito reivindicados por los terapeutas reparativos varían según el sexo y se reportan en un rango de 11% de completo cambio en las mujeres, a 37% de completo cambio en los hombres (Spitzer, 2003). Sin embargo, en algunos estudios de eficacia de la terapia reparativa, como el estudio de Spitzer, no está claro si los participantes eran homosexuales o bisexuales antes de comenzar la terapia.Los terapeutas reparativos definen el éxito del tratamiento de varias maneras diferentes. El éxito de los resultados del tratamiento van desde el celibato al comportamiento bisexual y, a veces al comportamiento heterosexual. Yarhouse, un fuerte defensor de la terapia reparativa, escribe que los «ex-gays pueden ser entendidos como aquellos que experimentan atracción por el mismo sexo, pero optan por no integrar los impulsos del mismo sexo en una identidad LGB».
No es joda, es un libro de propiedad de la congregación católica Hermanas Paulinas (Fuente: Globedia)
La atracción sexual entre personas del mismo sexo a menudo no es un factor en la determinación de la conversión con éxito por terapeutas reparativos. Por el contrario, el éxito es a menudo visto como la abstención de la conducta homosexual (celibato) sin dejar de luchar contra la tentación de los pensamientos y sentimientos homosexuales. Por lo tanto, el control de la conducta en lugar de los sentimientos, deseos, o atracciones, a menudo constituye el éxito en el tratamiento. A pesar de las bajas tasas de éxito y la falta de investigaciones que documenten su eficacia, hay una serie de razones por las cuales los jóvenes pueden optar por someterse a la terapia reparativa. Shidlo y Schroeder (2002) identificaron varias razones por las que los adultos buscan la terapia reparativa: el mantenimiento de las relaciones familiares, la fuerza y la coerción, incongruencia con las creencias religiosas, culpa religiosa o temor al rechazo de su iglesia o el miedo a la condenación, buscar ayuda para la depresión, ansiedad o culpa por ser homosexual, y la recomendación de su terapeuta. Estas motivaciones para buscar la terapia pueden estar relacionadas con la discriminación social contra las personas LGB, la homofobia interiorizada (la internalización de las opiniones negativas de la sociedad hacia los homosexuales), o simplemente el deseo de cambiar sus pensamientos, sentimientos o comportamientos, o una combinación de varios de estos aspectos.
Los proponentes de la terapia reparativa citan el derecho del paciente a la libre determinación (o el derecho de un padre a gobernar a sus hijos), como base para sus esfuerzos, afirmando que no es ético negar el tratamiento a aquellos que la buscan (Yarhouse y Throckmorton, 2002). Los mencionados autores también han argumentado que el suministro de terapia reparativa respeta la diversidad de las creencias morales y religiosas de los pacientes con respecto a la conducta homosexual. Sin embargo, este argumento deja de lado la consideración del medio ambiente heterosexista en que este deseo de terapia encuentra su génesis. De hecho, en un estudio de la Universidad del Estado de Pensilvania se ha encontrado que la homofobia internalizada es predictor para la propensión a buscar terapia reparadora (2004).
En 1973, la «homosexualidad» fue retirada del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, eliminándola así como un trastorno mental. En 2000, la American Psychiatric Association emitió una declaración en la que se opone a la práctica de la terapia reparativa, y complementó su declaración de 1998, señalando lo siguiente:
Los riesgos potenciales de la terapia reparativa son grandes, incluyendo la depresión, la ansiedad y comportamientos auto-destructivos, ya que la alineación terapista con los prejuicios sociales contra la homosexualidad pueden reforzar el odio a sí mismo ya experimentado por el paciente. Por lo tanto, la American Psychiatric Association se opone a cualquier tratamiento psiquiátrico, tal como terapia reparadora o de conversión, que se basa en la suposición de que la homosexualidad per sé es un trastorno mental o que se base en la suposición a priori de que el paciente debería cambiar su orientación homosexual (Fuente: APA).
En 2009, la Asociación Americana de Psicología publicó una resolución que aboga contra la terapia reparativa tras llevar a cabo una amplia revisión que evaluó 83 estudios de investigación. Llegaron a la conclusión de que la eficacia de la terapia reparativa era pobre y, en muchos casos, perjudicial. La Asociación Americana de Psicología señala que las atracciones del mismo sexo son una variante normal de la sexualidad, y recomienda que los médicos eviten la terapia reparativa como una opción de tratamiento viable. Además, las organizaciones internacionales, como la Organización Panamericana de la Salud han condenado la terapia reparativa, afirmando que las «supuestas terapias dirigidas a cambiar la orientación sexual carecen de justificación médica y son éticamente inaceptables».
Las organizaciones profesionales han llegado al consenso de que la terapia reparativa puede ser perjudicial para la salud (American Medical Association, 2007; Asociación Americana de Psiquiatría, 2000; Asociación Americana de Psicología, 1997; Asociación Nacional de Trabajadores Sociales, 2000). A pesar de esto, la terapia reparativa se sigue practicando y alentando por algunos profesionales individuales, organizaciones, religiones y denominaciones laicas.No estaría de más recordarles la siguiente declaración de las Naciones Unidas a aquellos profesionales que insisten en practicar dicha tortura disfrazada de «terapia»:
Es una violación patente de la ética médica, así como un delito en virtud de instrumentos internacionales aplicables para el personal de salud, especialmente los médicos, la participación activa o pasiva, en actos que constituyan participación o complicidad, incitación o tentativa de cometer tortura ni a otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes (Naciones Unidas, 1982).
Finalmente, Spitzer, autor del polémico estudio en que avalaba la validez de las terapias de reconversión, se ha retractado, señalando «Creo que se lo debo a la comunidad gay una disculpa por mi estudio haciendo afirmaciones no comprobadas de la eficacia de la terapia reparativa» (Archives of Sexual Behavior, 2012).Lo único que resta por reparar son los prejuicios de quienes insisten en medicalizar la diferencia amparados en moralina excluyente y discursos sin respaldo empírico alguno.
Comentarios