“Reflexionar sobre los desafíos de corto, mediano y largo plazo para el desarrollo de una ciencia al servicio del país…”. Con estas palabras la Presidenta Michelle Bachelet presentó, en enero pasado, la Comisión Asesora Ciencia para el Desarrollo. A ésta, se le encomendó la misión de generar propuestas concretas que permitan fortalecer la investigación científica para hacer de ésta un pilar de desarrollo que sea entendido en un sentido amplio, es decir, que contribuya al crecimiento en todos los ámbitos de la vida de los ciudadanos del país. Pero, ¿Qué se entiende por desarrollo y qué puede hacer la ciencia y la tecnología para alcanzarlo? Para responder esta pregunta es necesario, en primer lugar, conocer algunos antecedentes de lo que ha entendido nuestro país respecto al Desarrollo.
Entonces, ¿Qué se ha entendido por Desarrollo en Chile? Responder esta pregunta implica mencionar, en primer lugar, que en la historia reciente han existido diversas orientaciones de desarrollo de los países. Cada uno de los enfoques han surgido en contextos históricos específicos y tienen características particulares que los diferencian unos de los otros. Por su parte, Chile en los últimos 20 años se ha caracterizado por realizar políticas vinculadas con las características de un enfoque modernizador, el cual propende a generar un mayor crecimiento económico pro mercado y, que en el caso chileno, se basa en el modelo descrito en el libro “El Ladrillo”, según los lineamientos de la escuela de Chicago. Además, los resultados de tales políticas tienden a ser comparadas con experiencias e indicadores elaborados por instituciones extranjeras tales como el FMI, el Banco Mundial o la OCDE, lo cual se relaciona con un enfoque de desarrollo globalizador.Por más de 20 años Chile ha orientado sus programas de fomento a la investigación de forma similar a lo que se ha realizado en “países desarrollados”, lo que ha significado un incremento sostenido en los indicadores del país en cuanto a ciencia y tecnología, pero insuficiente en comparación con tales países.
Además de lo anterior, diversos informes y múltiples indicadores muestran la situación actual del país en cuanto a: crecimiento económico, distribución de la riqueza, desigualdad en el ingreso, equidad, género, desarrollo territorial, medio ambiente, energía, empleo, salud, educación, seguridad, entre otros. Por mencionar algunos de los elementos de “desarrollo” que definen el Chile de hoy, se puede indicar que, aún cuando el PIB per cápita corregido por paridad de poder de compra en Chile es de $23.165 dólares anuales (según el FMI), todavía existe una vergonzosa brecha entre el ingreso del 20% más rico del país frente al 80% restante. Por otro lado, hay mucho por avanzar en lo que respecta a inequidad: de ingreso, de género, de oportunidades, en la educación, en lo laboral y en la salud.
En cuanto a la contribución de la ciencia y la tecnología al desarrollo, en el último tiempo, diversos artículos, reportajes y opiniones publicados en Chile, han mencionado la relación existente entre la investigación científica y el desarrollo. En ese sentido, se nota un consenso en cuanto a que el fomento a la investigación genera directamente el desarrollo del país. Esto ha servido como argumento para que, desde distintos espacios, se haya manifestado la necesidad de fomentar aun más la investigación, la tecnología y la innovación en Chile. Sin embargo, muchas de las iniciativas de fomento a la ciencia y la tecnología que han sido propuestas adolecen de una falta de enfoque que permita guiar cada uno de los planes y programas que el Estado realice en esta materia. Respecto a ello, hay quienes sostienen que el enfoque debe estar puesto en incrementar el crecimiento económico del país. Otros declaran que la orientación de los instrumentos debe ser el progreso del sistema de investigación e innovación en país ya que eso impactará directamente en el desarrollo de la sociedad. Finalmente otros han defendido la idea de que es necesario considerar las acciones que han realizado otros países e implementarlas en el nuestro con el fin de alcanzar el “desarrollo” que esos países han logrado.
En síntesis: por más de 20 años Chile ha orientado sus programas de fomento a la investigación de forma similar a lo que se ha realizado en “países desarrollados”, lo que ha significado un incremento sostenido en los indicadores del país en cuanto a ciencia y tecnología, pero insuficiente en comparación con tales países. Además, la inversión hecha durante todos esos años en ciencia y tecnología no ha impactado significativamente en la ciudadanía, debido a que los planes y programas implementados han sido diseñados sin un enfoque de desarrollo social preciso. Es por ello que el mandato de la Presidenta no solo fue claro y categórico sino que también atingente al contexto actual del país. Esto implica, entonces, que una de las discusiones más importantes que se debe llevar a cabo actualmente es definir el enfoque de desarrollo que guiará el diseño e implementación de una necesaria política de ciencia, tecnología e innovación para el país.
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