El pasado martes 6 hubo un seminario sobre cambio climático, educación y ciudadanía en la Pontificia Universidad Católica en Santiago. Después de 4 horas de tediosas presentaciones científicas y políticas, cuando muchos expositores ya se habían retirado, el aire de la sala se cortó.
Lo cuento porque, como pocas veces, fue la emoción por lo que la ciencia puede hacer en las personas lo que nos asombró. No fueron los científicos y políticos, con sus montañas de datos, sino por un profesor de Liceo, capaz de no solo enseñar, sino cuidar, amar y de esa forma cambiar su comunidad mediante la ciencia.
Mientras hablaba el profesor José Abelardo, del Liceo Agrícola de Azapa, la gente dejó de respirar, se me pararon los pelos y se me anudó la garganta. Relataba su proyecto de trabajo con alumnos sobre el cambio climático de la región y sus efectos en la comunidad ¡Y se le quebró la voz! No pudo seguir hablando y varios lo vimos a través de lágrimas en nuestros propios ojos. Lo cuento porque, como pocas veces, fue la emoción por lo que la ciencia puede hacer en las personas lo que nos asombró. No fueron los científicos y políticos, con sus montañas de datos, sino por un profesor de Liceo, capaz de no solo enseñar, sino cuidar, amar y de esa forma cambiar su comunidad mediante la ciencia. ¡Esto es lo que nos hace falta! La ciencia como una herramienta social al alcance de cada persona, que se use más para amar y cuidarnos mutuamente que para alimentar publicaciones y carreras. Ciencia para que los cambios puedan suceder localmente, “desde abajo hacia arriba” como dijo al cierre Juan Carlos Castilla, premio nacional de ciencias. Ciencia emocionante.
Comentarios
15 de septiembre
Lamentable que estos temas no sean muy leídos, quizás es el reflejo de que la mayoría ciudadana solo vive pendiente del día a día y preocupadas del tener, más que en ser.
Saludos
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21 de septiembre
Así es… por eso mismo, hay que hacerse cargo del problema y hacer lo que nos corresponde, dejar la ciencia al alcance de la mano de cualquier persona que lo desee. Muchos años de encierro en cuatro paredes blancas y salas universitarias ¡hora de salir! De todas formas, en ese seminario, entre la audiencia y los ponentes, vi a gente con un compromiso y una pasión por la educación y la sociedad que me conmovió en lo mas profundo. Hay gente que quiere, hay gente dispuesta y no están solos ¡hay muchos! Solo hay que juntarse y comenzar a articular cosas.