A partir de la noticia que los 33 mineros estaban con vida, la figura del ministro de Minería, Laurence Golborne, se ha elevado en las alturas de la adhesión pública. La encuesta ADIMARK de septiembre indica que Golborne tiene un 87% de evaluación positiva, seguido de Cruz-Coke y Lavín, que empatan con 75%. La encuesta CERC del mismo mes, arroja números más modestos, dejando a Golborne como el ministro mejor evaluado con 55%, secundado por Lavín con 43%. La ADIMARK revela que la popularidad de Piñera se sitúa en 53% y la CERC le concede un 57%.
El tema de los mineros ha pesado fuerte en la opinión pública. La cobertura periodística del rescate se asemeja al profuso tratamiento de las noticias que hacían los medios durante la guerra de Estados Unidos con Irak, desde el frente y en tiempo real. No cabe duda de que La Moneda ha diseñado un tratamiento mediático del tema regulando la exposición de los ministros ante la prensa; el control sobre los familiares y la información que se hace pública de los propios mineros. El ministro Golborne se ha movido con cautela y tino, procurando mantener un complejo equilibrio entre la necesidad de información y el respeto a la privacidad de los involucrados. Esa cercanía es la que se refleja y premian las recientes encuestas.
La fama del ministro de Minería lo pone muy cerca del cielo, pero también del riesgo que, subiendo a esas alturas, se lo termine “llevando el Señor”. El principal problema para Golborne es que el exceso de popularidad, aparentemente superior o empatado con Piñera, puede llevar al Presidente a removerlo en la primera oportunidad o, simplemente, sacarlo de la agenda pública. De hecho su función en el rescate ha ido variando en el tiempo. En la fase de búsqueda de los mineros, Golborne concentró la entrega de información a los familiares y la prensa, fijo procedimientos y reguló las entregas, constituyéndose en la cara visible del gobierno. A partir del 22 de Agosto, fecha en que los 33 fueron encontrados con vida, su rol empezó a ser más secundario frente a un ministro de salud omnipresente e hiperventilado y al ingeniero de CODELCO André Sougarret, quien encabeza la operación de rescate. Pero Golborne siguió teniendo participación en el tema, probablemente porque La Moneda no podía justificar su salida después del éxito inicial ni desconocer su cercanía con las familias de los mineros.
De lo anterior viene el segundo riesgo para el ministro. La confianza que ha obtenido con familiares y cercanos se puede pulverizar si el rescate se faranduliza. En ese sentido, su destino está fuertemente supeditado a lo que disponga La Moneda. Aún con los ensayos que se han visto por estos días, las cosas pueden ser alteradas radicalmente considerando que el Presidente tiene por norma romper los protocolos para privilegiar sus propias intervenciones.
La hipótesis del director del CERC, Carlos Huneuus, respecto de que Golborne probablemente terminará en una cartera política, es improbable. El ministro está lejos de los circuitos de los partidos de la Alianza y tampoco proviene de los círculos tradicionales. Se trata de un hombre con talento, formado en el Instituto Nacional, que tampoco ha mostrado ambiciones políticas. La popularidad alcanzada se debe en buena parte a su actitud de empatía, pero en el juego del poder se puede transformar en su peor carga. Por ahora, los tiempos de espera parecieran acortarse y el enorme desafío que enfrentará Golborne es si el rescate se terminará o no supeditando a la agenda del mandatario.
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Foto: Ministerio de Minería
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