Las fiestas patrias nos devuelven las sonrisas por un rato, nos desconectan del notebook y nos unen con la familia y los amigos. Por estos días desenchufamos la tele para abuenarnos con los vecinos y compartir una rica empanada. También nos despegamos de Internet para divertirnos con la simpleza de un volantín o un trompo y dejamos de hablar de las deudas para gritar un: ¡Viva Chile Mierda!
En torno a la parrilla y una copa de vino, acortamos distancias con el gerente de la empresa y le decimos lo que pensamos, de pasadita el choripán nos hace olvidar la dieta y el modelo de belleza que “la lleva”. A su vez, la chicha nos pone picarones frente a la estupenda colega que nos saca a bailar y que nos hace mover nuestra sedentaria humanidad al compás del clásico un año más ¿cuántos se han ido ya?
Luego del bailoteo, pienso en cuántos se han ido en promesas incumplidas, en alegrías y nuevos tiempos que nunca llegaron, en las grandes brechas sociales, en sectores postergados, en los mismos hoyos de siempre en las calles, en soluciones de parche, en esperas eternas en los hospitales, en cárceles hacinadas, en un transporte público impresentable, en salarios indignos y en urgencias estudiantiles que persisten por los siglos de los siglos. Claramente esto no lo ocultará la maquinaria pirotécnica o la reinauguración de cuanto monumento histórico haya por ahí.
El aniversario de estos dos siglos, curiosamente se ha hecho carne con el dramático e impactante caso de los 33 mineros atrapados en la mina San José de Copiapó. Aquella también es la realidad del estudiante, de la jefa de hogar, del obrero, del jubilado, igualmente aprisionados por un sistema capitalista que ofrece una salida con la mejor promoción bicentenaria a tres meses plazo, precio contado y sin pie.
No podemos seguir incubando lo mejor de lo nuestro en una cápsula, que las energías fluyan desde el tiempo subterráneo, desde el fondo de las rocas y desde la voz endurecida. Que las próximas generaciones no tengan que vivir un siglo con la esperanza de un futuro mejor en educación, en salud, en deporte, en cultura, en medioambiente y en calidad de vida.
Al parecer en estos días nos quieren hacer ver a la bandera más linda, el cielo puro y azulado, el campo de flores bordado, la montaña blanca y majestuosa, ¿nos seguirán prometiendo un futuro esplendor?
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